Capítulo 26 El Valor de un Te Quiero

63 4 0
                                    

Javier estaba llegando al límite de la locura. El primer trimestre del año nuevo se había cerrado con balances positivos para la empresa, pero los números habían dejado de importarle desde que fue consciente del gran superávit en el que se encontraba Dorner Enterprises. Lo que le obsesionaba era lo mismo que lo consumía desde el día en el que lo encerraron en la cárcel tras la inculpación de Claudia Brisac. Necesitaba descubrir quién había conspirado contra él. Su cabeza no dejaba de dar vueltas y vueltas cavilando sobre el tema. Se le habían ocurrido muchísimas hipótesis, pero no había dado con nada en claro. Lo que sí tenía sentido era que esa persona, ese cómplice de Brisac que había urdido el complot en su contra estaba relacionado con el atentado en la boda de Mario y Manuel y era también la persona que amenazaba a Andrea y a todas las personas con las que se relacionaba. Cada hora en punto recibía un informe detallado del estado de todas las personas a las que la legión de guardias de seguridad que había contratado seguía los pasos a pies juntillas. Evidentemente, la persona que más le importaba era Andrea. Su seguridad y la de los niños era prioritaria.

Leyendo el informe de las once en punto se encontraba cuando se abrió la puerta del despacho y la autoritaria figura de Juan Dorner entró, embriagándolo todo con su inigualable aroma a perfume caro.

- Buenos días, Javier.

El joven lo miró con el ceño fruncido. Aquel hombre al que detestaba y al que durante toda su vida había llamado "padre" no pisaba la oficina a no ser que fuese por algo realmente importante.

- Buenos días -contestó con educación y resignación, resistiéndose con todas sus fuerzas a llamarlo con el nombre que solo Patrick O'Dogherty se merecía–. Qué sorpresa verlo por aquí.

- No sé de qué te sorprendes. Todo esto es mío.

- Por supuesto -dijo él–. Yo solo trabajo para usted.

- Estoy algo preocupado por el estado del holding, Javier.

- ¿A qué se refiere? -preguntó el chico levantando la mirada que hasta ese momento había mantenido fija en la pantalla de su ordenador.

- Desde que me fui, las empresas han ido cada vez a menos, a mi parecer. Hemos perdido socios importantes, sobre todo después del escándalo que supuso tu ingreso en prisión.

Javier apretó los dientes con fuerza y tensó la mandíbula. Odiaba a Juan Dorner con toda la fuerza de su corazón. Sabía que disfrutaba recordándole aquello. Recordaba restregándole los años que había pasado entre rejas y, por encima de todo, disfrutaba al hacerle saber que había sido una vergüenza absoluta que hubiese aceptado ese destino solo por el amor de una mujer.

- Si lo han informado con corrección, sabrá que acabamos de cerrar un negocio millonario con las empresas de Daniel Baumann. Gracias a esto, abriremos tres editoriales en Alemania y dos más en Francia, embarcándonos de lleno con la aventura de traducción editorial en esos idiomas.

- ¿Beneficios?

- Del setenta por ciento.

- ¿Y cómo has conseguido engañar a Baumann?

- Yo no le he engañado. Simplemente sé jugar muy bien mis cartas.

Juan Dorner dio tres pasos hacia atrás y se giró con parsimonia para servirse un vaso del mejor whisky irlandés que Javier siempre tenía listo para servir a sus invitados más distinguidos en una mesa del fondo del despacho. Se giró y dedicó aquella mirada aviesa y ladina al chico al que nunca había querido como un hijo y se llevó el vaso a la boca. Mantuvieron el contacto visual mientras el liquido abrasaba el esófago del anciano y, en cuanto terminó de beber, abrió los labios dispuesto a herir.

EN TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora