Capítulo 23

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Narra Mónica

La mañana había llegado y con ella, el viaje a Málaga, ¿me había tomado por sorpresa? Claro que sí, jamás imaginé que iríamos tan pronto, no sabía si estaba preparada aún.

Intenté no darle tanta vuelta al asunto, inútilmente claro, porque por más que tengas veinte años o cuarenta, como yo por aquellos días, la pregunta es siempre la misma, "¿Les caeré bien a sus padres?" y en mi caso, no solo se trataba de sus padres, sino de sus hermanos también, la familia de Vanesa es de esas sumamente unidas, la opinión de todos los miembros es fundamental, así que mi miedo estaba más que justificado.

Ya que no pude dormir mucho, me adelanté a preparar el desayuno y aproveché para limpiar el desorden que dejamos la noche anterior, demás está decir que el tirar champagne en la casa no fue buena idea.

En fin, la cabeza no me dejaba de dar vueltas, así que opté por lo más sano: hablar con mi grupo de amigas, mi grupo de tres, ya sabéis, los mejores grupos de WhatsApp son los de tres.

Pues sí, Vanesa se levantó mientras hablaba con ellas, y pues, imaginaos esto: una camisa larga como única prenda, carita lavada, sus ojos -que parece que siempre tienen eyes lines- con mirada dulce, sonrisa tierna, cabello alborotado y unos "buen...

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Pues sí, Vanesa se levantó mientras hablaba con ellas, y pues, imaginaos esto: una camisa larga como única prenda, carita lavada, sus ojos -que parece que siempre tienen eyes lines- con mirada dulce, sonrisa tierna, cabello alborotado y unos "buenos días" con voz dormida... no hay poder humano que se resista a eso.

Vi que Patri cambió el nombre del grupo a "Cómete a Vanesa" y Gaby al instante lo volvió a cambiar por "A por la Julio Iglesias". Ambas rieron a carcajadas al notar que habían cambiado al mismo tiempo el nombre del grupo y por algo similar.

-¿Quién despierta tan temprano?- Preguntó Vane mientras me tomaba de la cintura.

-Las chicas, ya sabes, ese par no tiene remedio.-

Sonrió, me acercó a ella y me abrazó con fuerzas, hundiendo su cara en mi hombro y suspiró.

-¿Todo bien?- Pregunté.

-Perfecto. Es que no soy de levantarme tan de madrugada y los abrazos son una debilidad a esta hora.-

-Anda, ¿de verdad? Uy, pues a mí me encanta abrazar y más a esta hora, tan de madrugada.- Dije entre risas.

Sí, por supuesto que volví a abrazarla. Luego servimos el desayuno y me senté sobre sus piernas para comer, vale, lo admito, sentarme en sus piernas se estaba volviendo mi pasatiempo favorito.

-Oye, ¿estas segura de querer llevarme a Málaga?-

-Pues... Se que parece muy pronto, pero, sí, ¿por qué no? No digo que vayamos a lo de mis padres, pero si me gustaría que conozcas mi tierra, donde crecí, los lugares que frecuenté, mi casita en la playa, que lo conozcas de mi mano, claro, porque seguro Málaga ya conoces.-

-Especifica "conocer de tus manos"-

-¡Oh! ¡Carrillo, cochina!-

Ambas nos descojonamos, yo porque no podía creer que dije eso y ella porque no podía creer que yo se lo dijera.

Vánica. El tiempo todo locuraWo Geschichten leben. Entdecke jetzt