¡Hija de fruta!

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Sus rostros reflejaban confusión al oír las palabras de West, esbocé con esfuerzo una pequeña sonrisa incómoda, las mejillas me ardían, podía apostar a que en este instante parecía un tomate. Aquel elegante señor extendió su mano en mi dirección, regalándome un sonrisa tranquilizadora, acepté su mano dándole un tímido apretón.

-Un placer señorita, mi nombre es James.- dijo de forma cortés.- y esta es mi encantadora esposa Hanna.- la señora apartó amablemente a James, dirigiéndose a mi, dándome un cálido abrazo a pesar de su fría piel.

-¡Oh! Kendra nos ha hablado tanto de ti.- dijo con una gran sonrisa en su hermoso rostro.- gracias por cuidar de mis pequeños.- susurró en mi oído acariciando mi brazo.

-Vamos querida, no la hagamos esperar más.- se dirigió James a Hanna.- Adelante Khalessy, siéntete como en casa.- me hizo un gesto con su mano para que entrase.

-Gracias.- dije tímidamente, regalandoles una pequeña sonrisa.

Nada más entrar en ese lugar pude observar lo maravillosamente hermoso que era, los muebles amaderados le daba un aspecto acogedor, a pesar del gran tamaño, grandes cuadros de tonos oscuros contrastaban con el blanco impecable de los suelos y paredes, grandes lámparas de cristal colgaban del techo. La decoración era fina y armoniosa, en definitiva, el lugar era asombroso.

Podría jurar que habían cientos de personas, todos vampiros. Y podía notar sus expresiones de sorpresa y sus ceños ligeramente fruncidos a mi paso, en ese momento me sentí incómoda y débil, aún que por supuesto no lo era. Mi mirada barrió el lugar, queriendo encontrar a Jake o Kendra. Pero había demasiada gente como para dar con ellos.

Mis nervios fueron creciendo y de pronto una mano agarró firmemente mi brazo, me hizo sobresaltar y mirar a la defensiva aquel agarre, al elevar mis ojos, solté el aire que ni sabía que estaba reteniendo. Un burlón West me miraba con las cejas alzadas y media sonrisa divertida pegada a su cara, como por inercia resoplé fastidiada, me había dado un susto de muerte, cosa que jamás admitiría, por supuesto.

-Tranquila lobita, aquí estás segura.- comentó notando mi incomodidad.- Sólo están sorprendidos de que estés aquí, seguramente ellos tienen más miedo que tu.- aseguró guiandome a través de la multitud.

-Oh claro... seguro que ese montón de vampiros están aterrorizados de una pequeña chica.- susurré más para mi misma. Lo que provocó una gran carcajada en mi acompañante.

-Tranquila, no dejaré que te ocurra nada.- su confesión me hizo erizar la piel y no sabía si era algo bueno, estaba siendo amable conmigo OTRA VEZ y enserio, daba miedo.

-Cuando eres amable, pareces un anuncio de perfume. Me asustas.- dije mirándolo con los ojos entre cerrados, lo cual le hizo soltar una carcajada.

A lo lejos pude distinguir a Kendra hablando animadamente con algunos chicos, se veía hermosa, llevaba un lindo vestido negro, ajustado hasta la cintura, con falda de vuelo:

A lo lejos pude distinguir a Kendra hablando animadamente con algunos chicos, se veía hermosa, llevaba un lindo vestido negro, ajustado hasta la cintura, con falda de vuelo:

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Te tocará llorar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora