Capítulo 4

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— ¿Pero qué?

No me esperaba para nada esto. Después de abrir las puertas, mi mirada se encuentra con una sala un poco peculiar. Las paredes no tenían el color que las del resto de la casa, eran de un tono más claro, lo cual la hacía ver un poco más alegre que el resto del lugar, claro que, aún así, seguía teniendo ese aire que no me da muy buena espina.

Al parecer mis padres tampoco habían entrado aquí antes, ya que los muebles se encuentran cubiertos por sábanas blancas, las cuales tienen una ligera capa de polvo sobre ellas.

Esto sí que es extraño. Es el único lugar de toda la casa que se encuentra amueblada. Desde que nos mudamos, hemos estado acomodando el lugar con nuestras cosas, ¿por qué de todos las habitaciones, esta es la única con muebles?, de verdad que esto no tiene ningún sentido.

Me adentre poco a poco en la habitación, ya que el hecho de que posiblemente mis padres nunca han entrado en esta sala, hace más sospechoso el ruido que escuche hace algunos momentos. ¿Y si se metió un ladrón mientras no estaba y se encuentra escondido aquí?, es probable, hubiera traído algo con que defenderme si es el caso. Ya no puedo devolverme entonces. Si lo hago puede que el posible ladrón aproveche y escape del lugar. ¡Dios mío!, que no me pase nada por tomar esta decisión.

El lugar tampoco tiene muchos lugares en dónde esconderse, la sala la ocupaba más que nada algunas que otras estanterías, lo más notable y que posiblemente era el mejor lugar para esconderse (aparte de ser el más evidente), era un gran mueble que se encontraba cubierto por una gran sábana. A juzgar por su forma, podría decir que es un piano de cola. Con precaución, me dirigí hacía ese mueble. Con cada paso que daba, mi miedo iba aumentando cada segundo, y mis piernas de vez en cuando perdían el equilibrio a causa de eso. Con temor agarré la sábana, y a la vez que cerraba los ojos tiré de ella dejando al descubierto el objeto. Tarde unos segundos con los ojos cerrados, pero al no notar nada fuera de lo común a mi alrededor, decidí abrirlos.

Si era un piano, y unos muy bonito tengo que decir. Al parecer sus anteriores dueños no le dieron mucho uso. Mire por los alrededores e incluso por debajo del instrumento, por si alguien se estaba escondiendo, pero no encontré nada. Le dí una vista panorámica al resto de la sala intentando hallar algún indicio, de algún ladrón dentro de mi casa, pero tampoco encontré nada, pero si hubo algo que llamó mi atención... Un jarrón roto. Algo extrañada, me encamine hasta los pedazos que yacían en el suelo. Tome uno de los fragmentos, al parecer era decorativo y algo antiguo. Observe la mesa que se encontraba a un lado, al parecer se encontraba ahí antes de que se cayera pero, ¿cómo fue que se cayó? Corrobore y en definitiva, no había ninguna ventana abierta. De verdad que esto sí es extraño, sobre todo porque el ruido que escuche, no era precisamente de algo rompiéndose, fue de algo más sólido y resistente. Deje de nuevo el fragmento en el suelo, y decidí no seguir dando vueltas en el asunto. Volveré a mi habitación, ya luego volveré para recoger el desastre una vez esté más tranquila. Me encaminé hacía la salida. Estaba a punto de salir pero me detuve en seco. Volví a sentir el aire frío de esta mañana, y también sentí un pequeño dolor de cabeza. Llevé mi mano a la cabeza y me dí media vuelta, en definitiva no había lugar por el que entrará una corriente de aire, ni mucho menos fría. En serio tengo que salir de aquí. Sin más preámbulo, cerré la sala y me dirigí a mi cuarto. Una vez allí cerré la puerta con seguro y me deslicé sobre ella, a la vez que mi boca soltaba un suspiro.

— Cálmate, cálmate — Me dije mientras me llevaba una mano hacía el corazón.

No comprendo nada, lo que está pasando con este lugar definitivamente no es normal. Los sueños extraños, los misteriosos aires fríos, los inexplicables mareos, el antiguo jarrón roto, este vecindario de locos, todo debe estar conectado. Necesito respuestas de lo que está pasando, y solo hay una persona que me puede dar esas respuestas.

Bajo La Misma SombraWhere stories live. Discover now