7. Vodka Spyritus

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—¿Quién es usted? —mencionó Izuku al ver que un extraño abría la puerta de su casa

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—¿Quién es usted? —mencionó Izuku al ver que un extraño abría la puerta de su casa

El hombre solo movió las manos de un lado a otro e intentó aclarar el malentendido —Mucho gusto, he venido a reparar la ventana de la cocina, soy de la empresa Unmei.

—Oh, lo siento mucho —de inmediato se reverenció— es solo que no muchas personas saben dónde vivimos y ver a una persona extraña es un poco.... ya sabe, sospechoso.

—Tranquilo niño, solo un trabajador que arregló tu ventana, no voy a secuestrarte ni nada —tomó la caja de herramientas y comenzó a caminar— gracias por usar el mejor servicio, la empresa Unmei siempre tiene lo mejor.

Izuku se reverenció aún si el hombre caminaba y no podía verlo y luego entró a su casa.

—¿Mamá? ¿Estás aquí?

Los pasos resonaron y Midoriya dirigió su mirada hacia las escaleras

—Izu hijo mío, que bueno que llegas —Inko abrazó a su hijo con fuerza—, ve a cambiarte, dejé un traje encima de tu cama.

La mujer traía el pelo suelto y un vestido que abrazaba sus curvas con gentileza y el maquillaje muy sutil, casi no se notaba si no mirabas con atención —Vamos Izu, llegaremos tarde.

El pecoso no hizo más preguntas y subió a cambiarse de ropa. Cuando estaba a punto de peinarse se paró en frente del espejo de cuerpo completo a lado de su armario y suspiró con agobio.

—Kacchan, como alguien tan insignificante como yo si quiera pensó en tenerte—

Pasó inútilmente el peine por el pelo sin ver resultados, segundos después escuchó el llamado de su madre y se rindió. Intentó sonreírse a sí mismo pero su boca se negaba a realizar tal gesto. Corrió hasta llegar a la planta baja y su madre hizo lo que el no pudo momentos antes ante el espejo.

—Bien, traeré el auto

Era todo un espectáculo ver como la mujer de cabellos verdosos era capaz de manejar a noventa kilómetros por hora con sus tacones de diez centímetros, con una mano en el volante y la otra retocando el labial sin siquiera necesitar un espejo. Inko era jodidamente sorprendente.

Izuku se encontraba con los audífonos puestos y medio dormido recostado en la ventana, pensando a dónde iban pues no le había preguntado a su mamá. Le restó importancia al asunto y tarareaba bajito la canción.

—I'm gonna give you my heart, 'cause...

—Ya llegamos, ay por Dios, estamos diez minutos tarde, ¿como es posible que nos hiciéramos media hora en llegar? Vamos Izu.

Painful Love [Omegaverse]Where stories live. Discover now