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Ambos Alfas no movieron ni un mísero músculo al escucha la voz de la mujer en la planta baja de la casa. Sus cabezas trabajaban a mil en busca de una posible excusa del por qué es que la casa olía desagradablemente al hijo de los Hwang. Claro que no era su celo, pero no era como si fuera a bajar de la mano de Jeongin y explicarle que la causa del intenso olor era porque acababa de frotarse contra el que se suponía que era su amigo, obviando el hecho de que este era un Alfa al igual que él. Por Dios ¿Siquiera era una opción? Y si lo fuera, definitivamente sería el último plan del abecedario.

La mujera seguía llamando y desplazándose por la casa con la nariz arrugada y las bolsas de las compras en cada mano. Al parecer sólo ella había llegado puesto que no se escuchaba ni los gruñidos del señor Hwang que siempre había detestado cuando los aromas de los animales se intensificaban para marcar territorio en un lugar que ya era suyo. Por más que Hyunjin fuera su hijo, no iba a permitir que por culpa de su celo la casa cambiara de propietario sentimentalmente.

Dentro de la habitación del pelinegro las respiraciones buscaban la manera de acoplarse a la situación y sus corazones debían dejar de latir en algún momento para lograr la calma y así sus cerebros trabajaran con mayor fluidez. Estando en aquel estado cualquier idea absurda que pasara volando en sus mentes podría parecer la mejor opción del mundo mientras que realmente era una bosta.

Hyunjin se encontraba dividido sosteniendo el cuerpo del Alfa menor. Por una parte no quería bajar y meter de excusa que efectivamente su celo sí se adelantó, mas el otro extremo corría de aquí para allá buscando una respuesta inteligentemente lógica que pudiera calmar la sospecha de su madre. Asimismo, Jeongin no mostraba signos de alteración y sus ojos calculadores seguían disfrutando del Alfa azabache que respiraba entrecortado y sus rechonchos labios mojados en su propia saliva, mientras que su cabeza no dejaba de idealizar posibles ideas para escapar de ese aprieto y el inútil—pero delicioso— aroma de Hyunjin.

—Estábamos peleando —finalmente habló el castaño.

—¿Qué?¿De qué hablas? —cuestionó no comprendiendo el punto del Alfa Menor.

—Que ahora mismo te golpearé y tú me golpearás a mí, bajaremos y diremos que estábamos peleando y por eso tu olor está impregnado en toda la casa. Tiene sentido, cuestión de territorio; es normal en una pelea de géneros.

¿Debía golpear al menor? Ganas le faltaban a comparación del contrario que estaba esperando la aprobación del mayor para encajar su puño en el ojo derecho. Realmente pensaba que una marca violeta y un pómulo verdoso le quedarían demasiado atractivo para su estabilidad mental. Sin agregar el hecho de que hace tiempo quería hacerlo mierda.

Mientras tanto Hyunjin no podía imaginarse la delicada naricita del cataño rota por su culpa o siquiera verle con un ojo machucado. No podía, nunca sería capaz de hacerle daño alguno a la persona que juraba amar más que nada en el mundo.

—No quiero golpearte—no quería en serio, pero se encontraba aún la insistente voz de su madre preguntando sobre su paradero a pocos metros de ellos, ¿Cuánto tiempo faltaba para que ella decidiera subir a controlar que todo estuviera relativamente 'en orden'? —, no me lo perdonaría.

—Idiota, tenemos todo a nuestro favor ¿Vas a negarte por tu estúpida cabeza de adolescente idiota? No me sorprende tu postura, al fin de cuenta siempre fuiste un débil —. Y sin dejar que Hyunjin fuera capaz de defenderse elevó su puño y no dudó en estamparlo con fuerza en el lado derecho del rostro ajeno. La satisfacción que sintió al ver su rostro girarse bruscamente mientra caía en seco sobre el colchón fue inexplicable.

El mayor se levantó del golpe ocultando su ojo dolorido con una de sus manos y una expresión de confusión. Cuando vio venir el segundo golpe tuvo el suficiente tiempo para tomar la muñeca de Jeongin e impedir ser agredido otra vez. Su lobo se encontraba molesto, pero jamás se lo haría ver al castañito que disfrutaba su sufrimiento. Incluso se daba el lujo de sonreír por ver la leve rojez que se asomaba en el ojo derecho. Y por supuesto no se esperó que Jeongin se acercara a besarlo con rudeza para terminar por morderlo con fuerza hasta sentir su propia sangre mezclarse en la saliva compartida.

Caramelo [Hyunin] OmegaverseOnde histórias criam vida. Descubra agora