15. Gracias...

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Jeon no sabía que hacía aquí, o bueno sí lo sabia, estaba sentado en el sofá del rubio, el cual estaba a menos de dos metros de él, ambos mirando en silencio la pantalla.

Lo que no entendía era porque había aceptado, aunque sí lo sabía, no tenía a donde ir, o mas exactamente, tenía donde ir pero no como llegar.

Todas las preguntas que quería realizar o lo molesto que debía estar por quedarse aquí desaparecían al recordar que el rubio en todo momento no había sido mas que amable con él, y eso aumentaba aún mas su discusión interna.

Lo único que podía sustentar sus ganas de sentirse mal era la notable incomodidad de ambos, y la odiosa vergüenza que empezaba a sentir por haber sido grosero con el rubio, odiaba el sentimiento desde que empezó a tenerlo.

Pero además de la incomodidad racional y la vergüenza repentina que sentía, no había nada más que debiera molestarle. Aunque habían otros temas, como el hecho de sus padres no quisieran venir a por él, no era un niño, y ni cuando lo había sido había pedido alguna ayuda, pero ahora la necesitaba, ¿y que había recibido? Un “Jungkook, sabes que no sé manejar y tu padre no me dejará salir a estas horas” y un “tu padre dice que está ocupado y no podrá”.

Jeon no había notado el seño fruncido que tenía y los leves murmullos que soltaba de vez en cuando, también perdido en sus pensamientos no se había percatado de la salida del rubio, quien después de lavar los platos había vuelto a la sala encontrándose con la sombría mirada del pelinegro, quien a su parecer se hallaba perdido en sus pensamientos.

-Es hora de quitar el hielo -habló el rubio llamando la atención del pelinegro, quien con una mirada asintió y se estiró para tomar la bolsa de hielo, la cual se sentía aguada, el hielo se había derretido y aunque aún estaba fresca ya no servía para su anterior propósito.

Sin saber donde colocar la bolsa Jeon la mantuvo en su mano por unos segundos, antes de que el rubio estirara su mano para tomar el objeto y con el salir del lugar otra vez.

Jeon mirando su mano ahora vacía la bajo hasta su regazo, y una fugaz pregunta golpeó su mente, ¿Dónde dormiría? Se supone que se quedaría hasta mañana, pero no sabía donde lo haría, el rubio sólo le había dicho; “Te puedes quedar a dormir”. Aquella pregunta había traído la incomodidad de nuevo a él.

Nunca le había gustado dormir en otro sitio que no fuera su cama, desde pequeño había sido así, y al no ser alguien sociable tampoco había tenido alguna “pijamada” o quedada en casa de algún amigo, de hecho, las únicas veces que había dormido fuera de casa habían sido cuando era pequeño y sus padres viajaban y tenían que quedarse en hoteles o posadas.

Pero todas esas escasas veces serían diferentes a estas, en ellas era un niño y compartía habitación con sus padres o estaba muy cerca de ellos, ahora no era un niño y de sus padres no había rastro, además era por ellos que dormiría fuera de casa.

Esta vez le tocaría estar bajo el mismo techo del chico que no soportaba y no le soportaba, sin duda la vida traía muchas sorpresas. Y aunque Park haya sido amable y hospitalario con él hasta este momento, no borraba la incomodidad que sentía ni haría que fueran amigos , lo sabía y tampoco lo esperaba.

Sólo había razonado en que el rubio no era mala persona, y a pesar de que no soportara la orientación de este, se había dado cuenta que no debía importarle si al rubio le iban los chicos o chicas.

Y pensando en el hecho de que él tampoco quería ser un hijo de puta, concordó para él que podría mejorar su actitud para con él rubio, no quería ser su amigo, pero podría demostrar educación y cordialidad.

Ya que, no todos los días alguien ayudaba y era amable con quien no le agradaba, mucho menos ofrecía que se quedase en su casa, y no es que si fuera al revés hubiera dejado al rubio a la deriva, pero sin duda no habría sido la mitad de amable.

Un hijo... ¡¿JUNTOS?! || KookMinWhere stories live. Discover now