I

7.8K 476 22
                                    

Clic.

— Listo, joven amo.

El chico miró la foto en la computadora.

Demasiado formal para su gusto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Demasiado formal para su gusto. Pero necesaria para la rueda de prensa, odiaba todo lo que su nueva responsabilidad conllevaba incluso, la ropa, las poses y las decisiones.
La muerte prematura de su padre y el exilio de su tío lo colocaron allí.

En la silla de cuero más codiciada de todo Bangkok:

Bangkok Hide Corp.

Una empresa a cargo de más de media ciudad.

En manos de un niñato de veinte años.

No podía decir que no estaba preparado para esto, porque toda la vida su padre lo educó con ese fin, las mejores escuelas, los mejores tutores, las mejores niñeras, la mejor alimentación.

Y hoy aún con la carrera universitaria sin terminar estaba sentado aquí en este horrible lugar con una hermosa vista de la gran ciudad.

El fotógrafo fue guiado a la salida por el secretario. Para regresar a su lado aclarando su garganta para llamar su atención, misma que tenía fija en aquel ventanal.

— Debo anunciarle que su nuevo secretario estará aquí mañana a primera hora y...

— La muerte de papá se llevará todo en lo que confío ¿De que se trata?

No se tomó la molestia para voltear, en su lugar, cruzó los brazos para seguir escuchando.

— Lo siento joven amo, son instrucciones claras, pero le aseguro que Mild está perfectamente preparado para el puesto.

— No lo dudo.

El joven cerró los ojos ante el inminente desastre que sería su vida a partir de ahora, su vida no había cambiado, solo está evolucionando.
Su secretario que estaba a punto de retirarse del puesto y del lugar suspiró con él, le daba pena el chico, pero no podía hacer nada más por él. Lamentaba no poder quedarse con él hasta el final, pero el chico tenía que aprender por si solo.

.
.
.
.
.
.
.
.

El cuarto a luz roja reveló algunas fotos tomadas con su primera cámara fotográfica, se pasea por su cuarto con el torso desnudo, su gran tatuaje en el pecho luce húmedo debido al calor, el sudor baja por sus pectorales marcados, se dibuja una sonrisa en su rostro y aprieta los labios para que el cigarrillo que lleva no caiga, la foto está por ser colgada y la sonrisa se ensancha.

Miles de recuerdos vienen a su memoria, la foto logra captar la imagen de una hermosa mujer, sombrero de medio lado y rizos castaños largos, un vestido hasta la pantorrilla y con los hombros descubiertos.

Esa mujer, esa horrible y hermosa mujer, la señora Jongcheveevat.

La mujer que es como  la bella y la bestia a la vez, la mujer más temible.

Al menos para él.

Esa mujer que es su madre.

Esa misma mujer ha desaprobado todo lo que ha hecho desde que tiene memoria, pero es la única mujer en su vida.

Aplasta el cigarrillo en el cenicero de cristal en la mesa, y le da un trago a su whisky.

Sus veinticinco años en esta vida, vaya que han sido difíciles, pero al menos lo ha llevado a sobrevivir y conocer más de ella, esa foto solo le hace recordar cuan miserable es.

Cuando sube a su habitación, la cama ya está vacía, las sábanas aún están arrugadas y del chico del que no recuerda su nombre ahora, no hay rastro.

Abre el cajón de su closet y la primera toalla que sale es la que usa para ducharse, se lava el cabello más de tres veces y el cuerpo   siente el jabón más de una vez, el agua tibia se desliza por todo su largo.

Mañana será un día interesante...

Piensa, mientras el agua sigue cayendo.

Por primera vez ha sido invitado a una boda importante, como fotógrafo, cómo lo que es ahora, no como un fallido heredero de una gran empresa.

No se arrepiente de dejar todo a un lado, su medio hermano menor es todo un as en eso de los negocios, él no.

Aunque sabe que verá a su familia, cada uno llegará por separado y fingirán no conocerse.

Cómo siempre.

Su hermano lo saludará de lejos y a escondidas, el le sonriera por compromiso.

Aunque sabe que no debe culparlo, en su mente no hay nadie más culpable que él, por crecer siendo perfecto.

Una vez vestido camina hasta su cochera y enciende el deportivo, decide recorrer las calles de Bangkok hasta que sea tarde, para perderse en un bar y encontrar al chico que suplirá al anterior.

Pero en su lugar en una de las calles más concurridas ve lo que nunca creyó captar.

Un niñato, con traje sastre, seguido por un anciano.

¿Qué es eso? ¿Un Batman juvenil?

Baja la velocidad del auto, la luz amarilla indica al pre alto, las ruedas llegan al inicio del paso peatonal. Se quita las gafas para el escaso sol y saca la cámara de su bolsillo.
Justo antes de entrar a su auto el joven desabotona el saco, recibe una indicación y aunque es casi imposible logran cruzar miradas.

Clic.

El fotógrafo sabe bien que esta es la mejor foto que ha tomado en su vida.

Lástima que solo quedará en eso.

Una foto más para revelar cuan patética es su vida.

Y cuan lejano está de alguna vez volverlo a ver, así de cerca.

La luz verde y la bocina del auto de atrás indican que su sueño acabó.

PhotographerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora