Elaila

Termino las clases del día, Adriel no me volvió a dirigir la palabra y me parece lo mejor, siento que se tomo en serio lo que Angela dijo, no soy una zorra pero no puedo desmentir lo que dice
cuando ella al ser tan popular todos le creen.

Salgo del instituto dirigiéndome a casa, al llegar introduzco la llave, pero antes de entrar me cercioro que nadie esté cerca, es cuando veo al mismo chico nuevo del instituto, no me ve, solo camina a paso lento en dirección a la casa de enfrente, se posa frente a la puerta, la abre y ya estando dentro me mira, inclina un poco la cabeza a un lado y me regala una sonrisa a labios cerrados, yo repito su acción y me introduzco a la mi casa lo más rápido que puedo.

-Ahora resulta que es mi vecino, ¿De dónde vendrá?, no recuerdo haber visto alguna mudanza. - atravieso la sala camino a mi habitación, mientras me despojo de mis prendas pienso en Adriel, no es un chico que pase desapercibido, es muy atractivo, volverá locas a las chicas de este pueblo. Quedo únicamente en bragas, busco en mi armario una camisa, al encontrarla me la coloco y me dirijo a la cocina para preparar algo que calme al monstruo que vive en mi estómago.

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Me despierto, maldigo a quien sea que este tocando mi puerta, estaba teniendo un sueño agradable, y eso no es nada usual.

De mala gana me levanto, me dirijo a la puerta y abro sin antes preguntar de quien se trata, grave error de mi parte.

-Lindas piernas Ela – Me quedo helada ante el chico de ojos oscuros frente a mí, demoro unos segundos en captar a que se refiere, me fijo en mi atuendo que deja mis muslos al descubierto, corro a mi habitación en busca de algo decente, al salir lo encuentro tendido en mi sillón.

- ¿Te dije entra?

- ¿De esa forma tratar a tu vecino?

- Lo siento, no tengo muy buen humor cuando me despiertan. Así que, ¿En qué te puedo ayudar?

-Está bien. Iré directo al punto, necesito que te presentes hoy a las 8 en mi casa, quiero que conozcas a mi tía... - Lo miro sin entender nada -  Quiero que te presente como mi amiga.

-Pero no somos amigos Adriel, apenas te conocí hoy, la amistad se forja con los años, con demostraciones, con confianza, estando para el otro en todo momento, ¿Te das cuentas que no cumplimos nada de lo que te mencioné?

- ¿Ya terminaste con tu pequeño discurso? – Me pregunta con el rostro serio y un tanto fastidiado - Mira Elaila, sé que esto es extraño, pero en el lugar en el que estaba no tenía ningún amigo, y no te sientas mal, yo lo preferí así, pero al venir aquí mi tía me pidió que cambiara, que hiciera el intento, y eso hago, puede que no sea del todo sincero, pero es algo ¿no?

-Las amistades no se fuerzan. – Le corto tajante.

Su mirada me penetra, se le ve enojado, ya no es el mismo chico gracioso que cruzó mi puerta hace unos minutos, veo que no es el tipo de personas que recibe un no por respuesta, el ambiente se torna pesado, me tenso en mi lugar.

- Te lo pondré así, te ayudé a alejar a Angela hoy y tú me pagaras el favor yendo a la tonta cena – Se pone de pie y se dirige a la puerta de salida. Por más que me gustaría decirle que no lo haré, no lo hago, de alguna manera me siento en deuda, además solo será unas horas. – Creo que no hace falta darte mi dirección ¿Cierto?

-No es necesario - Lo miro seria, pero alerta a cualquiera de sus movimientos.

-Ponte algo lindo por favor. – Dice esto últimos antes de salir y dejarme de nuevo en compañía del silencio y la soledad. 

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Término se aplicarme el brillo labial, y así ver el resultado final en el espejo, llevo un vestido blanco floreado, sandalias bajas, un maquillaje sutil y el cabello agarrado en un moño con algunos mechones de cabello sueltos.

Por más que pensé en la ducha sobre no ir a la dichosa cena, me dije que lo mejor sería hacerlo, no me costará, será la primera y la última, un favor por un favor, solo es eso.

Pero la sensación de inquietud no me abandona, la mirada penetrante y fría de Adriel me deja muy en claro que no jugaba conmigo, no sé que pueda llegar a hacer si no me presento hoy. 

Alejo esos pensamientos al ver la hora, debo salir ya para ser puntual.

Salgo de la habitación dirigiéndome a la cocina, tomo el recipiente de vidrio que yace en la isla, dentro contiene una tarta fría de café, solo espero que les guste.

Descarto la idea de usar abrigo, ya que solo caminaré unos cuantos metros, tomo las llaves y las guardo en uno de mis bolsillos.

Al salir, la noche me recibe con un viento helado, en ese instante me arrepiento sobre no haber traído un abrigo para cubrirme, acelero el paso para llegar más rápido a mi destino, al estar de pie frente a la casa de Adriel me entrar unan incontenibles ganas a de huir, siento que si paso esa puerta me condenaré, siento que me estoy echando la soga al cuello, tengo miedo y no sé por qué; quizás solo estoy nerviosa por dar una buena impresión. 

-Lo mejor será irme y enfrentar mañana a Adriel Wells – No logro darme vuelta cuando la puerta es abierta dejando a la vista al chico poseedor de mis pensares, enfundado en unos jeans negros un tanto ajustados, unas converses, una camiseta negra básica y sobre ella lleva puesta una camisa estilo leñador roja.

Su cabello negro está húmedo, haciéndolo ver muy sexi, tiene la mandíbula apretada, parece molesto, me escanea de pies a cabeza (al igual que yo lo hice) con total descaro.

-Bienvenida al infierno Elaila Blake. – Me anuncia el chico de mirada fría, haciéndose a un lado para permitirme pasar.

-No esperaba menos Adriel Wells – Respondo aun sin entender a qué se refiere, yo ya estuve en el infierno y sobreviví, así que no tengo problemas con lidiar a un chico con delirios de demonio.

Me armo de valentía y me introduzco en la casa.

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