CAPÍTULO 39

165 20 1
                                    

En total eran 45.

45 personas que habían pasado días, meses e incluso años dentro del Patio y ahora se disponían a jugarsela y luchar por su libertad, algunos de ellos ni siquieran habían pisado el laberinto antes.

Entre ellos eran 24 chicas y 21 chicos.

Mientras iban corriendo, Ginna solo podía pensar en las vidas que ella misma estaba cargando, ¿y si los creadores les habían implantado recuerdos falsos? ¿Y si enviaba a sus amigos a una muerta segura? La valentía y la seguridad que disponía de antes se fue disipando lentamente mientras giraban por los pasillos del laberinto.

Ginna intentó evadir todos esos recuerdos y se centró en el discurso de Rosa de nuevo.

Aún había esperanza de que todos vivieran. La chica se agarró a ese trocito de esperanza como si fuera una botella de agua en pleno desierto.

Abby parecía cansada, y era normal porque ella no estaba acostumbrada a esos trotes como los buscadores. Aunque Ginna pudo ver a Frank corriendo más despacio de lo habitual, seguramente para no hacer que el resto se cansara demasiado antes de llegar a la parte más fuerte de la noche.

Mientras corrían Ginna sujetaba fuertemente el papel donde tenía escrito el código, se lo sabía de memoria pero quiso escribirlo por si el pánico impedía que lo recordara. Aún tenía grabada las palabras EMERGE, ATRAPA, SANGRA, MUERTE, DEFÍCIL y PULSA.

Tras minutos corriendo pasaron las aletas y después se toparon con el pasillo que daba al Precipicio.

Se detuvieron todos antes de llegar a ese pasillo para que algunos de ellos pudieran recuperar el aliento.

Frank asomó la cabeza para asegurar de que no había moros en la costa.

- ¿Estais oyendo eso verdad? - Preguntó después de echar un vistazo al Precipicio.

Supieron inmediatemente de que se refería al ver su cara de terror. Laceradores.

- ¿Cuántos? - Preguntó alguien del fondo.

- Hay por lo menos más de trece y los sapencos están ahí parados, nos están esperando. Las cuchillas les han tenido que dar el chivatazo.

Entonces fue ahí cuando lo oyó.

El sonido que trasmitían los laceradores era imborrable para Ginna. Aquellos chasquidos se metieron en los oídos de todos los que esperaban detrás del pasillo.

Sin embargo no se oían muy fuerte, aquellos bichos estaban intentando ser sigilosos, se escondían del grupo.

La manos de Rosa que sujetaba una lanza temblaban. Se notaba, (como el resto) de que estaba aterrorizada, pero tenía que ejercer de su papel de líder e intentar ser valiente por todos ellos.

- Ya nadie se puede echar para atrás, hay que luchar, ¿de acuerdo?

Alguno asintió, pero nadie emitió ni un solo sonido.

Permanecieron allí quietos, muertos de miedo, sin decir nada hasta que Frank se puso al mando de la pelea.

- Tíos no podemos quedarnos así como unos sapencos, hay que actuar. - Frank intentaba sonar convincente pero su respiración agitada le delataba. - La gente que tiene lanza los quiero a los flancos y en medio a los que tienen cuchillos. Los que teneis arcos detrás del todo, vamos a por ellos.

No recibió respuesta pero en cuanto movió un solo pie el resto se pusieron en la pocisión que el había ordenado.

Ginna guardó en el bolsillo del pantalón el papel con el código escrito y se colocó como su amigo dijo.

Correr o morir, Grupo CWhere stories live. Discover now