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O13

CAPÍTULO TRECE
' la maldición. '

A la hora de salida de la escuela, saludé a Jessica con un ademán de manos, ella me imitó mientras se iba encendiendo un cigarrillo que era llevado a sus labios; no había nada que decirle, pese a su apariencia joven es una criatura de más de cien años, ha vivido más que cualquier persona en el pueblo. Ella caminó junto a su hermano mayor, enérgicamente el aludido me lanza un guiño coqueto, me reí, estaba acostumbrándome a su actitud, incluso se me haría raro ver a TaeHyung de otra forma. Viendo como se marchan, me pareció extraño no ver al Jeon junto a ellos, así que busqué con los ojos a mis alrededores una señal de él. Desde esa vez en la cafetería hace tres noches atrás no lo he encontrado mucho cerca mío, saber un poco más sobre su origen me hizo empatizar con esa actitud fría que suele tener. Ha de ser duro tener el peso de matar a tu propia madre sobre tu espalda, es una carga que día tras día acaba con tu vitalidad y esperanza.

Con mi mochila en la espalda di un paso adelante para bajar las escaleras de la entrada e ir a casa, Hae Joon no ha estado viniendo a la escuela debido a su problema de insomnio. Así que me toca llevarle la tarea que le dejan los profesores y ayudarlo a hacerla en casa, supongo que mamá hará que vuelva a su salón muy pronto, de lo contrario, servicios infantiles se harán cargo, si es que aquí funciona como Seúl.

Inmersa en mis variados pensamientos, maldije en voz baja cuando una gota de lluvia cayó sobre mi cabeza. ¡Lo único que faltaba! A punto de correr con la mochila sobre mi cabello, de repente las gotas se detuvieron y una sombra me rodeó.

—Te cubro. —escuché por encima. La lluvia ya no me mojaba en cuestión de segundos, estaba siendo tapada por el mismo paragua que alguna vez le di por su ayuda.

—¿No deberías haberte ido con ellos?

—Supuse que la chica nueva no traería un paraguas en el pueblo con peor clima del país.

He de admitir que me cuesta horrores llegar a imaginar, o asimilar que él se quedó aquí para devolverme el favor. Así de grande es su orgullo. Con una sonrisa en mis labios me acerqué más a su cuerpo, rozando mi hombro con el suyo en la excusa de no querer ser mojada. Así ambos entraríamos bajo la protección.

—Gracias. —dije, viéndolo con una felicidad inexplicable.

—No es para tanto. —me contestó desviando la vista— Iré a casa por mi cuenta, te lo devuelvo…

—¡Eh! Estas loco, podemos ir juntos, cabemos perfectamente.

—No es… —quiso negarse a mi petición con una vaga excusa, pero entendió en cuestión de segundos que decirme 'no' a mi, es una pérdida total de tiempo, jamás dejó de insistir, y jamás me retracto. Se colocó junto a mí hombro, pegados, en lo que caminábamos por las calles del pueblo directo a su casa, es la que queda más cerca, pues mi madre no tuvo mejor idea que comprar la casa más alejada de la civilización y cerca del bosque.

Me he dado cuenta que JungKook está frío, como todo vampiro de telenovela, no emana ningún tipo de calor nunca. Está pálido, y sus ojos siempre parecen dilatados sin vida. Lo que me gusta de él, es la forma en que discretamente suele mojar sus labios y dar exhalaciones para ver si sale vapor de su boca, como hago yo cuando es invierno y me gusta ver el humo que se forma en el aire. Haber descubierto la trágica forma en que murió hace más de cien años, me hace tener ese sentimiento de tristeza en mi interior, con una pizca de lástima. Ha pasado por muchas cosas, y perder a su única familia debe haber sido la más dolorosa.

Sobre todo, tener que ver a su madre convertida en un espíritu sin conciencia que deambula por el bosque tratando de tomar una estúpida venganza por quienes lo mataron.

—Debe ser difícil ser un vampiro en la actualidad, ¿No?

—No me quejo. —aclaró. Se muestra dócil mientras camina con la vista al frente, no hay nadie cerca nuestro.

—Conseguir sangre humana parece tarea dura.

—Lo sería, pero no bebemos sangre humana, nunca lo hemos hecho. Nuestro apetito se conforma con cualquier sangre, así que tomamos la de animales de tercera categoría, succionando su sangre en bolsas y la refrigeramos para el momento en que no aguantamos más nuestra hambre. —charlando sobre el tema, me ve a la espera de una mínima expresión de horror. Al contrario, estoy fascinada sobre el tema, y quiero saber más sobre él— Esto debe ser asqueroso de escuchar.

Aquella aura negativa se había vuelto diferente, él estaba diferente, más motivado. A lo cual mis expectativas de ser su amiga se agrandaron.

—¡No! —niego— Me interesa mucho saber sobre ti… sobre los tres, en realidad. Me he preguntado desde que sé sobre cómo surgieron, ¿Qué edad tienen?

—Llevamos ciento cuarenta años muertos. —cuando la lluvia se detuvo a mitad de camino, cerró el paraguas y me lo extendió.

—Quedatelo, es un obsequio. —dije.

—Ya tengo uno. —contestó. Giré mis ojos y seguí caminando— No me des la espalda, es de mala educación.

—También lo es rechazar un obsequio. —escuché como lo guardaba en su mochila

—Pensé que era importante para ti, tiene unas iniciales escritas en el mango.

Oh, es cierto. Aquel paraguas que JungKook sostiene es el mismo que SongYi talló hace un año, cuando aún éramos pareja. En realidad, es mío, nunca se lo he dado, pero una de esas veces que caminábamos juntos decidió escribir con plumón indeleble nuestras iniciales, como una joven y estúpida forma de mantener ese romance vivo. Ahora que lo pienso, nuestra forma de haber terminado no fue la adecuada, ni siquiera hubo un adiós formal. Simplemente… me fui, y lo dejé. Y no lo extraño, es entonces que pienso, ¿Era amor o juventud?

—¿Alguna vez te has enamorado en tu larga vida? —mi pregunta parece haberlo tomado por sorpresa.

Con su mirada sobre los charcos que se forman en las calles viejas suspiró.

—¿Cómo podría pensar en eso?

Y allí, a mi lado, parecía tan solitario, triste y encerrado en sí mismo que me provocó tristeza. ¿Cómo podría ignorar a una criatura tan misteriosa?