5

400 39 4
                                    

—¡No me lo puedo creer! ¡Momento histórico!_gritó Anaju emocionada saltando sobre el chico mientras enrollaba las piernas alrededor de su cintura.

Hugo la agarró fuerte dando vueltas con ella hasta caer rendidos sobre el suelo muertos de la risa y de la emoción. Y es que no era para menos, por fin habían acordado una idea para empezar a diseñar el cartel y esta era muy buena. Se trataba de las tres personalidades de Hugo: una sentimental, otra pasional y otra desenfadada. Las tres esencias que constituían su persona, cada una representada por una imagen diferente. Algo así como una trinidad.

—Está guapísimo tía. Eres increíble de verdad_Hugo la agarró de la cintura besándola con intensidad.

Escucharon la puerta de la sala abrirse y se separaron rápidamente para encontrarse con Eva y Samantha. Anaju sintió como una sonrisa se formaba en su rostro, echaba de menos ver la cara de la rubia. Sin pensarlo mucho, corrió hacia la chica dándole un fuerte abrazo. Notó el shock inicial de la rubia pero, al momento, notó unos brazos anclándose a su espalda como si no hubiera un mañana. Fue una sensación muy reconfortante.

—Vaya, veo que te alegras de verme. Me sorprende_apuntó Sam con una sonrisa una vez se separaron.

Anaju puso los ojos en blanco aunque debía reconocer que se había sorprendido hasta ella misma de su reacción.

—Me lo vas a poner difícil para llevarnos bien, ¿eh?

—Si tú supieras Ana Julieta_respondió mirándola con una intensidad que las desconcertó bastante.

Pero no pudo preguntarle a qué se refería porque Hugo empujó a su hermana hacia el cartel, que tenía ya los primeros trazos de lo que iba a ser la idea final.

Anaju y Eva se quedaron un poco más atrás, observando a los hermanos interactuar. Era paradójico pero también bonito ver que, aún siendo polos opuestos, cuando se juntaban se complementaban de forma instantánea, tenían una conexión preciosa desde luego.

— Me encanta verlos juntos_susurró Eva a su lado como si leyera sus pensamientos_Sam... Sam es una persona seca por naturaleza, no te lo voy a negar. Pero es ver a Hugo y se vuelve la persona más dulce del universo.

—Es increíble_murmuró maravillada. Acto seguido miró a Eva fijamente_Es increíble lo que te puede llegar a cambiar una persona.

La ojiazul asintió con una sonrisa y se abrazó a su cintura sorprendiéndola. Anaju le devolvió el abrazo gustosa y se quedaron así un rato largo, hasta que la voz de Hugo las sacó de su ensoñación.

—¿Y a estas dos que les pasa?

—¡Que sois muy monos joder!_gritó Eva.

Hugo se rió con ganas y se acercó a abrazarla con fuera meciéndola como si de un bebé se tratara. Samantha, por su parte se acercó a Anaju con una sonrisa de lado.

—¿Tú también necesitas un abrazo?_preguntó con chulería pero sus ojos brillantes la delataban. Ella también quería.

La morena no dijo nada. Simplemente se acercó a ella envolviendo los brazos en su torso y poniendo su cabeza en el pecho de la más alta. La otra empezó a acariciarle la espalda. Cerró los ojos inspirando su aroma, olía bastante bien. Una sensación de bienestar invadió su cuerpo y sintió algo extraño que no logró descifrar.

— Míralas, la parejita del año_bromeó Eva haciendo que Anaju se separara de forma automática. Por alguna razón, sus palabras la habían puesto tensa.

— Eso ya es tener mucha imaginación Evita_replicó sonriendo con gracia.

Aunque una parte de ella no se creía del todo sus propias palabras. Miró a Samantha, la cual se había puesto muy seria de repente. ¿Qué había hecho ahora?

— Oye, oye, que no quiero tener que compartirla con mi hermana eh_Hugo se cruzó de brazos mirando a su amiga con falso enfado.

Rieron ante la pataleta del chico. Todos excepto la rubia.

—Ni que fuera una propiedad_soltó. Pero no sonreía, ni siquiera había un indicio de que fuera una broma.

—No quería decir eso, lo sabes_contestó el cordobés endureciendo su rostro generalmente desenfadado.

—Lo se, perdón, estoy irascible hoy_respondió Samantha rascándose la parte trasera del cuello_Me tengo que ir que he quedado con unos colegas.

Segunda vez que trataba de huir. Siempre que se daba una situación incómoda que envolviera a la morena, tenía que desaparecer. Anaju no terminaba de entender que pasaba en la cabeza de la rubia para tener ese tipo de reacciones tan bipolares y extrañas. Y, aunque no tuviera razón alguna, empezaba a hartarse de que fuera un constante enigma irresoluble.

Por eso, cuando salió, ella la siguió sin dignarse a reparar en las expresiones confundidas de los otros dos.

—¡Samantha!_gritó a la chica, que llevaba media calle recorrida.

La mayor se dio la vuelta pero no avanzó hacia ella por lo que ella misma se acercó hacia donde estaba.

—¿Qué quieres Anaju?_un tono cansado teñía sus palabras, y eso le dolió más de lo que esperaba.

—¿Estás bien? Es la segunda vez que me haces esto de salir disparada_acusó de broma para relajar el tenso ambiente que se había formado.

—Tú también me lo has hecho. La noche del concierto_apuntó.

—Bueno, pero entonces nos llevábamos mal.

La rubia la miró unos segundos, su mirada reflejaba un conflicto interno fuerte. Algo que iba más allá de lo que Anaju pudiera deducir.

—¿Y qué ha cambiado ahora?

Sintió como si le cayera encima un jarro de agua fría. Otra vez, se mostraba fría e indiferente con ella, como si fuera un estorbo del que se quisiera deshacer. Se le formó un nudo en la garganta y sus ojos se le empañaron. ¿Por qué tenía que ser tan malditamente sensible? Odiaba esa faceta de ella porque la hacía mostrarse débil, y encima delante de gente a la que le importaba una mierda.

— Muy bien. Gracias por dejármelo claro al menos. No te volveré a molestar_dijo notando como se le atragantaban las palabras.

Quería salir de ahí, necesitaba salir de ahí. Se negaba a darle el placer de derrumbarse delante de sus narices. Samantha era una persona de mierda, si antes podía pensarlo, ahora lo confirmaba.

— Anaju..._murmuró con algo de arrepentimiento.

Pero no quiso escuchar más, empezó a andar calle abajo sin detenerse ni mirar atrás. Quería llorar y desahogarse, estar sola y no saber nada de nadie durante un tiempo. En su vida se había encontrado con varias personas que le habían hecho daño. Su ex para empezar, había sido el mayor capullo que se podía una encontrar. Gracias a él había aprendido que debía ir con cuidado y no confiar con facilidad, la gente era más propensa a hacer daño que a saber querer y cuidar. Y Samantha no era diferente, era esa persona escurridiza que solo se preocupaba de su bienestar y no valoraba a la gente que tenía a su alrededor. Anaju no terminaba de entender por qué se sorprendía, o por qué le dolía tanto ese patrón que ya había visto en otra gente.

Llegó a su casa, frustrada y cansada de revivir una y otra vez la misma historia. Primero su ex que la dejó porque no al parecer estaba a la altura de sus expectativas, sus padres que no podían estar más disgustados con ella por no haber elegido estudiar una carrera como una ingeniería o quien creía que era su mejor amiga, que le clavó un puñal por la espalda.

Quería gritar pero se le ocurrió algo mucho mejor. Cogió su libreta y se puso a escribir como si no hubiera un mañana. Siempre que tenía un cúmulo de emociones se ponía a escribir letras de poemarios o canciones para derrochar todo lo que sentía en un mísero papel. Porque sí, había otra faceta que Ana Julieta jamás había enseñado a nadie y era que componía, componía canciones en las que contaba sus secretos más íntimos. Secretos que quedarían encerrados en esas tintas teñidas sobre papel.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Apr 27, 2020 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Destiny Where stories live. Discover now