Erina

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Mi día en la cafetería transcurría tranquilo. Camino hacia aquí, me tomé la molestia de preguntarle a Erina la razón por la cual discutían de una manera tan aireada; me contó que estaba harta de los malos desayunos que preparaba Gabriel y en un intento de negociar con él para que la dejara prepararse algo, terminó ofendiendo sus habilidades culinarias, lo cual hizo que se negara a que tocara cualquier sartén y bueno... una cosa llevó a la otra y todos terminamos comiendo fuera.

—Luna, hoy cerraremos una hora más temprano, tengo que revisar algunas cosas con los proveedores de café.

Estaba tan inmersa en lo que le diría a Raphael que no presté atención.

—Luna.

—¿Sí? ¿Qué pasa?

—Te decía que hoy cerraremos antes —Se paró frente a mí con brazos cruzados—. Desde que Raphael te dijo que terminarían su conversación más tarde has estado muy distraída ¿Pasó algo?

No sabía si contarle o no... después de todo es su hermano y no quiero que lo que me vaya a decir respecto a lo que pasó afecte de alguna manera mi respuesta.

—No, nada. No te preocupes.

En cuestión de minutos cerramos el establecimiento y ambas nos pusimos en marcha; Erina me pidió de último momento que la acompañara.

Durante cinco minutos nadie dijo nada, la que rompió el silencio fue Erina.

—¿Me contarás qué pasa? —No dije nada—, Mi intención no es saber qué ocurre con mi hermano, es solo que parece que necesitas hablar con alguien de lo que pasó.

—Eres su hermana, Erina, no quiero que influyas en lo que le diré.

—No lo haré, solo quiero que te sientas más tranquila.

De reojo vi que me observaba con seriedad, creo que me dice la verdad. Opté por contarle lo que Raphael me había confesado esa mañana y que definitivamente me tomó por sorpresa. No dijo nada, solo asintió en señal de que me escuchaba.

—¿No me dirás nada?

—Creí que no querías mi opinión.

—Lo que no quiero es que te pongas del lado de tu hermano e intentes convencerme de salir con él. Ya tuve suficiente de hombres en el pasado; solo traen problemas.

—Pero el pasado no siempre se repite... Raphael es un caballero, es muy amable y compasivo, no intento persuadirte, solo quiero que te sientas segura de la decisión que tomes.

—Ojalá todo hubiera sido tan sencillo como le pasaría a cualquier otra persona. El punto es que no quiero pasar por eso otra vez.

Erina paró de caminar y me miró con dulzura; como si viera a una pequeña niña asustada.

—Sabes, eres una chica muy especial, no sé quién eres, de dónde vienes o a dónde vas pero dentro de ti hay una luz que es idéntica a la de mis hermanos y creo que fue eso lo que me hizo acercarme a ti en primer lugar.

Por un instante sentí que estaba teniendo la misma conversación que tuve con Violet el día que nos conocimos. La curiosidad me hizo regresar y querer saber un poco más de esa luz de la que todos hablaban y que aun ahora me la siguen recordando.

Dudo mucho que Erina sea una bruja, de cualquier manera será mejor que lo tome como un cumplido y siga con mi plan inicial; rechazar a Raphael.

—Gracias, Erina. Tenías razón creo que sí tenía que hablar con alguien.

Hice mi mejor esfuerzo para esbozar una sonrisa delicada y sincera que la convenciera de que había logrado ayudarme de alguna manera.

Funcionó.

Me entregó sus llaves y me envió de vuelta a casa para que me preparara mentalmente para hablar con Raphael, hizo énfasis en que ella sabía que tomaría la mejor decisión.

No fue hasta que se alejó de mí que noté lo que quiso hacer... así es, había intentado que aceptara a su hermano. Es una pena que desde hace unos meses le haya tomado el gusto a hacer lo que quiero; sea bueno o malo.

Mientras caminaba a casa choqué contra la espalda de alguien, ver esa melena dorada me paralizó. Aun no estaba lista para hablar con él, mi discurso no está prefabricado, creí que moriría de un ataque de pánico cuando comenzó a girarse.

Respiré aliviada al ver que era Gabriel, me disculpé por haberlo golpeado; él solo me dijo que no pasaba nada. Me disponía a seguir mi camino cuando me detuvo y me pidió que lo ayudara para después irnos juntos. Acepté.

Estábamos en una florería.

—¿Le regalaras flores a una chica?

Ver como no podía decidir entre tanta variedad, me hizo sentir curiosa y observarlo con más detenimiento; el único parecido que tenía con Raphael era el color de cabello y ojos, Gabriel tenía unos labios un poco más carnosos, unos ojos más fuertes y un cabello ondulado.

—Sí, me gusta desde hace algún tiempo, no había podido acercarme pero otro tipo al que también le gusta se acercó a ella y no pienso quedarme atrás.

—Apuesto a que es muy bonita.

—Lo es y muy agradable, casi no la conozco pero no hay prisas —Un sonoro suspiro sale de su boca—. ¿Qué tipo de flores debería darle?

—Las más bonitas, tienes que trasmitirle todo lo que te gusta.

Ver su cara de confusión era verdaderamente adorable, tiene 28 años y parece un jovencito que asiste a su primera cita.

—¿Qué flores te gustaría que te regalaran?

—Es algo complicado; a mí me gustan todas las flores.

—Pero has de preferir algunas sobre otras.

—Sí, pero no creo que a la chica le gusten las mismas que a mí.

—No importa, el punto es darle un ramo de flores —Me mira con una mirada avergonzada—. ¿Podrías escogerlas por mí? Puedes escoger las que más te gusten, solo imagina que el ramo es para ti, así será más fácil.

No estaba segura de sí sería lo correcto, sin embargo opté por ayudarle. Escogí algunas rosas, unos pocos tulipanes y margaritas; era un ramo precioso, casi me da envidia que sea para alguien más.

Después de pagar, seguimos caminando a casa.

La noche casi caía por completo y estaba helando incluso más que esa mañana. Gabriel me extendió su mano ofreciéndome sus guantes y bufanda, las rechace de inmediato; tenía frío pero no permitiría que él pasara un mal rato solo por ser un caballero. No le importó que no aceptara, enredó en mi cuello su bufanda y tomo mis manos para vestirlas con los guantes.

De pronto, estábamos frente a la puerta, la abrimos y entramos.

—Bueno, gracias por prestarme tus guantes —le devolví las prendas que momentos antes me había prestado—. Suerte con tu futura novia, yo iré a mi habitación.

Al girar para seguir mi camino, sentí el agarre de Gabriel.

—Gracias por ayudarme —Pone el ramo en mis manos—.Estas flores son para ti.

Sueño Lúcido [COMPLETA]Onde histórias criam vida. Descubra agora