Gabriel

3.9K 344 32
                                    

—Esto tiene que ser una broma.

—Hablo en serio, Luna. Tú me gustas. Esta mañana cuando vi a Raphael tomar tu mano supe que te había hablado de sus sentimientos, él y yo teníamos un acuerdo; no acercarnos a ti, pero es imposible conformarse solo con verte a la hora del desayuno y la cena —su voz tenía un toque de nervios que se desvaneció al fijar su mirada en la mía—. Quiero que me aceptes y me permitas conocerte más. No tengo prisa, tomate el tiempo que creas necesario para darme una respuesta. Lo único que te pido es que aceptes estas flores.

No dije nada, solo recibí el ramo que, aunque yo lo había escogido, él quiso regalarme desde un inicio.

Me fui manteniéndome en silencio. Ya en mi habitación puse el ramo en mi tocador, me senté en la cama y me dejé caer sobre ella...

¡¿Qué demonios está pasando?!

¿Cómo es posible que ahora me encuentre en medio de dos hermanos?

Empiezo a creer que soy yo la de los problemas, no ellos. Hace veinticuatro horas estaba todo perfecto, ¡¿Por qué tienen que arruinarlo todo?!

Se supone que son adultos, deberían buscar a mujeres de sus edades no a una jovenzuela como yo...

Mi ansiedad se detuvo, dándole paso a una luz de lógica.

¡Claro! Ahora entiendo todo, solo quieren burlarse de mí; es imposible que hombres como ellos se fijen en una chiquilla como yo, puede que sea una apuesta; quieren saber cuál de los dos me conquista primero.

Respire profundo para calmarme. No tenía de qué preocuparme, solo tengo que "rechazarlos" y se acabó.

Corrí escaleras abajo en busca de cualquiera de los dos hombres para ponerle fin a su estúpido juego. Escuché voces en la sala y me acerqué para saber quiénes estaban ahí.

Me detuve antes de llegar, estaban discutiendo. Me aproximé lo suficiente para escuchar más claramente y lo necesario para no ser vista.

Estaban los tres hermanos peleando.

— ¡Fuiste un imbécil, Raphael! ¡Sabías que no podías acercarte a ella y lo hiciste!

Erina se escuchaba muy molesta.

— ¡Sabías que tarde o temprano pasaría! ¡Si no lo hacía yo, lo haría él!

— ¡Yo me habría mantenido lejos el tiempo que fuera necesario!

— ¡Y aun así tuviste el atrevimiento de darle un regalo! ¡Cuánta paciencia la tuya! Corriste a ella tan pronto les di la espalda.

— ¡No me hables de esa manera!

— ¡No, basta!

De pronto se escuchó el sonido de cristal rompiéndose al igual que cosas cayendo al piso y lo que parecía ser... ¿Golpes?

Me asomé para ver lo que ocurría, Gabriel y Raphael peleaban, en un impulso por detenerlos me puse en medio de ambos. Mala idea. Sentí el puño de Raphael impactar contra mi cara y saboreé el metálico y característico sabor de la sangre. El golpe fue lo suficientemente fuerte para hacerme caer y desmayar, lo último que escuché fueron voces pero no logré entender lo que decían.

Después de unas horas recuperé la consciencia. Sin abrir los ojos esperé a escuchar algún ruido o una voz; pero todo estaba en silencio. Hasta que un suspiro se hizo presente, acompañado de una caricia en una de mis manos.

—Debí protegerte cuando te vi correr hacía nosotros —. Era Gabriel, se escuchaba triste—.

El sonido de una puerta abrirse llega a mis oídos, también los pasos de alguien.

— ¿Aún no despierta?

—No. Revísala otra vez, tal vez se golpeó fuerte contra el piso. Tal vez debamos llevarla al hospital.

—Tranquilízate, Gabriel. Ya la revisé, solo se desmayó a causa del... golpe —. Notaba como Raphael decía la última palabra con rechazo.

Seguí así unos momentos más, quería saber qué pasaría entre ellos.

—Sabes... Lo lamento; de no haber empezado la pelea ella no estaría así.

—Fue mi culpa, Gabriel; si no me hubiera precipitado a invitarla a salir, no habríamos tenido por qué pelear.

—Creo que ya no importa... —Abrí un poco mis ojos para ver qué ocurría; se estaban dando un abrazo— Ahora es ella quien tiene que disculpar nuestra anterior conducta infantil.

—Despertará pronto, pero antes, salgamos; quiero hablarte de algo.

Cuando escuché que la puerta se cerró, me levanté para verme al espejo; mi labio inferior estaba hinchado y herido, me rompió el labio, pensé... estaba algo impresionada. Esa herida me recordó el golpe que en algún momento me había dado Hank, la cual fue curada por... bueno, ya no importa.

Me acerqué a la puerta para escuchar la conversación que tenían.

—No importa a quien elija, su elección será definitiva; solo te aclararé que no renunciaré a ella tan fácil, haré todo lo que pueda para que me acepte como su pareja.

—Está bien, Raphael. Respetaré su decisión pero no te dejaré las cosas fáciles.

—Perfecto. Cuando despierte le hablaremos de esto.

Corrí de vuelta a mi cama para sentarme y fingir que acababa de recobrar la consciencia. Cuando ambos chicos entraron, se alegraron de verme bien.

Comenzaron a disculparse y hablarme de su nuevo acuerdo; ambos hombres están de acuerdo en que saliera con ambos si así lo deseaba y cuando llegara el momento de elegir a alguien, ambos lo aceptarían y respetarían mi decisión sea cual sea. No se sabotearían de ninguna manera ni harían quedar mal al otro; un acuerdo total de caballeros.

Lo único que me pedían era una oportunidad...

Era información algo complicada de asimilar. Me dieron tiempo para pensarlo; tiempo que no pedí para pensar en algo que no consideraré, no quiero más problemas, mañana mismo los rechazaré sin excepciones.

Antes de que se fueran, Raphael me dejó algunos medicamentos en caso de mareos, náuseas o algún dolor, también me dijo que debería descansar por lo menos dos días.

Instantes después de que salieran de mi habitación, entró Erina con mi cena en una bandeja; un poco de pan francés con chocolate.

Me afirmó que mañana no debería presentarme en la cafetería y se fue tan pronto como llegó.

Después de cenar, me puse mi pijama y me dispuse a dormir.

Horas después, por la madrugada, sentí mi cama hundirse a un costado de mí; como si alguien se hubiera sentado. De inmediato pensé que podía ser un fantasma, no tengo la menor duda de que esos entes existan. Sentí como acomodaban mi cuerpo hasta quedar boca arriba. A pesar de la oscuridad, de no saber quién o qué estaba conmigo, me mantuve tranquila con una respiración calmada y con los ojos cerrados.

Sentí como una mano acariciaba mi rostro, después unos labios tocaron los míos. No pude evitar recordarlo, algo dentro de mí quería que quien me estaba besando fuera Él. Una lágrima escapó de mis ojos y mis brazos rodearon el cuello de la persona que me besaba.

Su beso era suave y dulce, como si me fuera a lastimar, como si fuera a romperme. En ese momento supe que no era Él. Al apartarse, dejó un pequeño beso en mi herida.

Cuando sentí que se había levantado de mi cama,pasó por mi mente la idea de detenerlo y saber su identidad pero preferídejarlo ir.

Sueño Lúcido [COMPLETA]Onde histórias criam vida. Descubra agora