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Sin pronunciar palabra alguna, entré a la oficina de mi padre

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Sin pronunciar palabra alguna, entré a la oficina de mi padre. Tragué saliva cuando observé a Iván de espaldas, sentado en una de las sillas a la espera de ¿nosotros? 
Su arma se encontraba arriba del escritorio de papá mientras que él observaba atentamente los papeles en sus manos.

-¿Sabes leer, Archivaldo?-Sus ojos, que su color cambiaba y dependía de la luz que llegara a ellos, se posaron sobre mí, viéndome neutro y sin responder a mi provocación. Sin embargo algo en él me hizo percatar de que ya estaba al tanto sobre de lo que trataba la pequeña e improvisada reunión que mi padre había generado.

-Toma asiento al lado de Iván, Atenea.

-¿Qué sucede?-Miré confundida a Archivaldo pero él simplemente hizo un movimiento de hombros desviando su mirada al suelo.

-Antes de que nada ¿Qué piensas hacer de tu vida, princesa?-Alcé mis cejas por la sorpresa. Apenas hace dos días había acabado mi relación con Ethan y le había llamado más de unas veinte veces sin éxito alguno, por lo que mi regreso a Estados Unidos seguía en duda.

-Aun no lo sé.

-¿Hay alguna posibilidad de que en un futuro vivas aquí?-Me encogí de hombros, estaba haciendo preguntas muy complejas, señor.

-Si lo hago será en mi propia casa, no soportaría compartir más tiempo con...-Disimuladamente ladeé mi cabeza señalando a Iván. Papá se estiró en su silla mientras intentaba ocultar una simple risa mirando al hombre a mi lado, quien jugaba con el arma por la que se había estirado a tomar entre sus manos.

-¿Una casa? ¿Nada de departamentos?-Preguntó papá fingiendo dolor en sus palabras.

-Pues...-Lo pensé por unos segundos, recordando cuantos veces habíamos discutido con Ethan acerca de eso. A él le gustaban los departamentos para nada ostentosos a pesar de la gran suma de dinero con la que contaban todas sus cuentas bancarias, mientras que yo prefería siempre enormes casas, mansiones si se podía, con extensos jardines para tener muchos animales, más de dos piscinas, mínimo un lago en la residencia, salón de exterior, fuentes y demás decoraciones un poco menos interesantes.-Una mansión en medio de la sierra no me vendría mal.-Comenté pensando en voz alta.-Aunque eso sería para cuando me case-

La risa de Iván irrumpió mis pensamientos.-Vete buscando otra opción entonces.

-Cállate-Lo miré mal y me volví a mi padre-Pero me conformo con un departamento lejos de éste y su novia.-Sonreí inocente y papá negó.-¿Por qué lo preguntas?

-Pues porque como verán, ya me estoy poniendo viejo.

-No, paso, gracias.

-Pero si ni siquiera comencé a explic...

-Don Joaquín comenzó así su discurso cuando dejó su parte del Cartel en manos de los tres pendejos.

-Atenea.

A Veces | Iván Guzmán| TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora