Perdóname de mil maneras [1]

23. "No sé nada"

De repente Hermione se sintió devastada. Ella sólo siguió subiendo las escaleras con rapidez, esperando que las zapateadas que daba fueran suficientes distracción para no pensar en lo que acababa de enterarse.

Ella en realidad habría deseado saber oclumancia en estos momentos. Le habría ayudado demasiado para no pensar en lo que estaba corriendo por su mente

Malfoy nunca quiso ser su amigo, sólo utilizó su inocencia para sacarle provecho de su beneficencia.

Llegó hasta la puerta de su habitación y se quedó quieta, recuperando el aliento y con la mano en el pomo de la puerta. Miró hacia el techo y parpadeó, respirando hondo.

Necesitaba calmarse.

No iba llorar, no iba a darse el lujo de dejar que Malfoy la hiciera llorar de nuevo.

Inhaló y exhaló. Luego abrió la puerta y se adentró a la habitación. La mayoría de las camas estaban ya ocupadas, con las alumnas dormidas en ellas. Hermione caminó en silencio hasta su baúl, sacando su pijama para entrar al baño y cambiarse.

Una vez calmada y frente al espejo, cuando ya había contenido las ganas de llorar, una rabia frenética comenzó a inundarla. Se dio cuenta de la situación en que se encontraba y casi quiso golpearse por haber sido tan estúpida.

Pronto comenzó a querer gritar. Se sentía impotente y molesta. Ella nunca había sido buena para desahogarse cuando algo la molestaba, así que normalmente recurría al llanto; aunque no porque en realidad lo quisiera, sino porque a veces creía que era su única salida.

Probablemente era algo infantil, pero ella se sintió traicionada. Había entregado su confianza a Malfoy a pesar de que su yo racional le gritaba que sólo se alejara, sin embargo ella decidió que darle una oportunidad era lo correcto.

Ella incluso había cedido a perdonarlo, las cosas se habían sentido casi tan cerca a una amistad. Una amistad donde ella se sintió cómoda.

Pero entonces lo que confesó Pansy sólo arruinó todo.

En su garganta comenzaba a hacerse un nudo enorme. Quería llorar, y no silenciosamente. Sabía que Malfoy no merecía nada de ella, pero Hermione nunca fue buena para reprimir sus lágrimas.

Apretó la mandíbula, deseando con fervor no llorar y mantenerse cuerda. Pero su rabia sólo parecía querer enfocarse en ese nudo en la garganta. Entonces después de dos minutos de retención, por fin se permitió llorar en silencio.

Se dejó caer en la puerta del baño y escondió su cabeza entre sus piernas, abrazando a estas mientras se prometía a sí misma que sólo serían unos minutos antes de recomponerse e ir a dormir.

Sólo unos minutos.

Ella podía darse eso.

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