Omega

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Desde pequeño todo el mundo solía decirle lo lindo que era. Su familia era una normal, con una madre beta, un padre omega, su hermano alfa parecía ser el huevo podrido de la canasta por su temperamento irascible y territorial, sin embargo, incluso antes de recibir los resultados de su examen de sangre, Kouki era visto de aquella manera:

Todo el mundo decía que era lindo como una niña.

El examen decía que era un beta, así que sus padres suspiraron relajados y confiaron en ese primer resultado porque temían, en el fondo, que no fuera así. No es que les disgustara la posibilidad de un niño omega, sino que sabían lo difícil que sería ese tipo de vida.

Solían confundirlo con una niña por sus grandes ojos y su sedoso cabello; su personalidad dulce y gentil fue muchas veces mal interpretada por sus compañeros alfa, quienes tendían a perseguirlo por toda la escuela hasta que su hermano entraba en acción.

Aunque el hermano alfa debía ser el extraño y diferente de la familia, continuamente llegaban avisos a la casa Furihata de los problemas en los que se veía envuelto el menor. Solía golpear a niños y niñas alfa que intentaban tomarlo de la mano o acercarsele demasiado. Una vez incluso mordió a un niño que intentó besarlo y tuvieron que darle algunas puntadas en el brazo.

—Dijeron que soy lindo! Yo no soy lindo! Soy un beta! —gritaba rabioso y pateaba el piso.

Sus padres comenzaron a apretar los labios con preocupación, su hermano decidió estar a su lado todo el tiempo en la escuela e impregnarlo con su aroma para que ningún niño se atreviera a hacerle nada. Pareció funcionar durante varios años, Kouki era más tranquilo y ya no había problemas serios.

Entonces su amigo Fukuda, a quien conocía desde la primaria, se le lanzó al cuello una tarde en que jugaban basket en el parque. El viento sopló con fuerza, Kouki se agachó a recoger el balón y al levantarse tenía a su amigo justo frente a él con una perversa mirada atemorizante. Le dio un golpe y cuando le gritó que se relajara el alfa parpadeó algunas veces hasta suprimir aquél instinto.

Cuando le preguntó qué había pasado dijo que de pronto le pareció que olía irresistible.

Kouki comenzó a tener un terrible sospecha.

El tiempo pasó y mientras decidía qué estudiar llegó a una agencia de empleo. Allí hubo una pequeña pelea entre dos mujeres: una alfa y una omega, ante la asombrada mirada de todos los presentes, Kouki consiguió doblegar a la alfa iracunda a base de palabras.

A pesar de que no tenia experiencia laboral ni estudios, pronto le recomendaron buscar trabajo como caza recompensa.

Harasawa pagó su examen de sangre luego de oír la sospecha de que podría tener la inusual voz de mando omega. Se suponía un mito o leyenda, porque aunque casi todos los alfas tenían una voz mas o menos potente, no había ni un solo registro de un omega con una voz que pudiera someter a su contra parte.

De todos modos Kouki falsificó el resultado, temeroso de ser usado como carnada o carne de cañón en aquella agencia pretendió ser un beta manipulador, persuasivo.. Pero nunca un omega.que
Tal vez era un omega fallido como tantos otros, sin olor, sin deseo, estéril y libre de la amenaza constante de los aprovechados alfa. Entonces llegó él, el único ser humano que le aceleró el corazón y le resecó la garganta sólo con olerlo. Ni siquiera miró a quién presentó Harasawa como el nuevo, sólo salió corriendo por la puerta a la azotea donde las corrientes de aire liberaran su mente y cuerpo de aquel calor agobiante.

El muy infeliz llegó a hacerle frente más tarde, como si fuera un maldito imán del que no pudiera huir, como si fuera su perfecto opuesto, el pelirrojo de ojo biónico brillando en dorado lo miró como si quisiera comérselo.. Y Kouki supo que lo habría hecho de no haberlo detenido con su voz.

CyberpunkWhere stories live. Discover now