Capítulo XXX

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Después de días que le parecieron eternos finalmente se veía libre de tanto trabajo, se sentía mal por no haber podido comunicarse con Camus, pero tenía la oportunidad de comprar para él un bello detalle.

Ese sin duda era un buen plan y le hacía mucha ilusión ver esa sonrisa tan linda que el chico tenía.

En estos momentos conducía con rumbo a la casa de campo donde se hospedaba, quedaba considerablemente lejos de la ciudad y tenía que atravesar carreteras peligrosas, claro que para él no representaban gran problema pues se consideraba un excelente conductor y tomaba las debidas precauciones para evitar accidentes.

Lamentablemente nadie sabe que tan sucio nos puede jugar el destino.

El recorrido de las calles pavimentadas de la ciudad lo realizó sin contratiempos, incluso tuvo la oportunidad de pensar en la sorpresa para Camus, el problema inició a la par de las terracerías y  las peligrosas curvas.

En el momento en que se vio obligado a girar a causa de una desviación percibió por el espejo retrovisor un auto negro que se le hizo bastante familiar.

Si su memoria no fallaba lo vio cuadras antes de salir de la ciudad, no quiso alarmarse por lo que simplemente esperó a ver si tomaba la misma desviación que él, de ser así, empezaría a preocuparse pues esa desviación fue hecha precisamente para permitir el acceso a la casa de campo, por lo tanto cualquier extraño no tenía nada que hacer por esos rumbos.

Pero el auto siguió exactamente su mismo rumbo logrando crispar sus nervios pues no percibía a nadie conocido a través de esos vidrios polarizados.

El camino comenzaba a ponerse complicado pues aún le restaban kilómetros de camino, debía sortear tres curvas que pasaban justo a lado de una peligrosa barranca y ese auto persiguiendolo no ayudaba en nada.

Se arriesgó acelerando un poco más, sujetaba con fuerza el volante y podía sentir el sudor frío recorrerle la espalda, si se trataba de un atentado en su contra se las vería difíciles pues no tenía a nadie a quien recurrir en busca de ayuda.

Al llegar al inicio de la barranca por fin pudo soltar el aire que desesperadamente sostuvo en su pecho, ya no quedaba ni rastro de aquel auto, lo corroboraba dando furtivos vistazos al espejo retrovisor.

Un segundo de distracción fue suficiente para que la tragedia llegara, justo regresaba la vista al camino  cuando un deslave del terreno golpeó el costado del auto, a causa de la velocidad y el reducido espacio de tráfico el impacto fue más de lo que el vehículo pudo soportar, dio varios giros antes de quedar al final del barranco totalmente destrozado.

En casa de Camus

Se encontraban tranquilos, Camus medio recostado en el sofá retrancado de las piernas de Shaka, veían una película, pero Camus no se sentía del todo bien.

-Shaka… Creo que algo no está bien, el bebé no deja de patearme.

-Creo que ya se lo que pasa…

Camus se puso serio al ver el gesto de seriedad de Shaka y se enderezó para prestarle más atención.

-¿Qué cosa?

-Lo que pasa es que odia la coca-cola de cereza- tomó la lata y la dejó lejos con un gesto de asco- la próxima vez recuerdame decirle a Saga que si no encuentra la normal mejor me traiga un galón de agua.

-Shaka,por favor, yo hablando seriamente y tu sales con tus juegos.

-Jajaja lo siento, es solo para calmar el ambiente, no deberías preocuparte por nada, si tu bebé es inquieto es sólo que tiene mucha energía y le urge salir a derrocharla.

-Creo que tienes razón…

Acariciaba su barriguita embelesado por las señales de vida que le regalaba su primogénito, todo bien hasta que el timbre del teléfono los asustó un poco, Afrodita que justo pasaba por ahí en ese momento fue quien atendió la llamada con las miradas de ambos esperando atentamente.

El mal presentimiento de Camus se incrementó al ver el gesto de preocupación que adoptó el rostro de Afrodita quien al recibir toda la información dio una bocanada de aire para tomar valor y hacer saber tan terribles noticias, sin querer siquiera voltear a ver a Camus se apresuró a ir en búsqueda de Krest quien se encontraba firmando documentos en su despacho.

Desde luego la preocupación pudo más que Camus así que sin dar tiempo a que Shaka reaccionara y lo detuviera salió corriendo en la misma dirección que Afrodita, con Shaka pisándole los talones llegó justo a tiempo para escuchar claramente la terrible noticia, Shura había tenido un accidente automovilístico y desgraciadamente había perdido la vida.

El dolor que sintió fue tal que no pudo sostenerse en pie ni un segundo más, cayó inconsciente en brazos de Shaka quien con ayuda de todos los demás lo llevaron de emergencia al hospital pues un pequeño sangrado se empezaba a hacer presente.

Todos llevaban el corazón en la boca, Krest se imaginaba que para estas alturas El Cid estaba devastado, pero por el momento no podía comunicarse con él, lo primordial era asegurar el bienestar de su hijo y nieto.

Alexandra , quien fue testigo discreto de cada uno de los hechos salió de la casa serenamente, cuando se encontró lo suficientemente alejada sacó un móvil del bolsillo de su chaqueta, espero apenas unos segundos antes de que atendieran al otro lado de la línea.

-Señora…

-¿Se puede saber qué estupidez hicieron?, les dije que lo siguieran no que lo mataran.

-Nosotros no lo hicimos señora, estábamos siguiéndolo pero al parecer se percató de nuestra presencia y comenzó a ponerse nervioso porque aceleró, cuando nos percatamos de eso decidimos darle un poco más de ventaja pero cuando lo alcanzamos más adelante ya había ocurrido el accidente, le juro que llamamos a las ambulancias lo más rápido que pudimos pero ya no pudieron hacer nada por él.

-Pero que montón de idiotas, ¿acaso la palabra "discreción" no les dice nada?, ¡gracias a su incompetencia mis planes están arruinados!

-Suplicamos su perdón señora, no volverá a ocurrir.

-Claro que no estúpidos, consideren sus miserables vidas terminadas.

-¡¡SEÑORA!!

Terminó aquella molesta llamada y se masajeó la sien, bien decían que lo barato sale caro, esos idiotas no valoraron la vida de sus familias así que ahora tendría que buscar ayuda de un verdadero profesional.

Realizó una llamada más con la esperanza de que esta vez si se hicieran las cosas tal y como lo esperaba.

-Alexandra … A qué debo el milagro.

-Déjate de zalamerías y escucha, los estúpidos que contrate para tener vigilado a Shura fracasaron y gracias a ellos ahora está muerto.

-Lo sé, es lo único de lo que hablan los noticieros desde esta mañana, ¿qué papel jugaré yo?

-Primero, necesito que te deshagas de esos estorbos inútiles y después, quiero que encuentres a Milo Scorpio y sin importar a quien tengas que hacer a un lado lo traigas ante mí… Confío en ti, se que tu no me defraudaras.

-Ten por seguro que haré un buen trabajo, pero ahora necesito un pago mejor.

-Pide lo que quieras.

-He visto a uno de los sirvientes que tiene tu hijo en casa, quiero al chico de cabellos lilas para mi, a cambio haré todo lo que me pides.

-Trato hecho.

Terminó la llamada con una sínica sonrisa de satisfacción, no le importaba pasar por encima de cualquiera para lograr sus objetivos y si tenían que pagar "justos por pecadores", sin duda haría ese sacrificio.

Recuerdos del corazón (Milo X Camus) Where stories live. Discover now