Reescribiendo Las Estrellas

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Quería hablar con mi padre,él era el único que podía aprobar mi relación con Luke.

Aunque conociéndolo sabía que no lo iba a aceptar.

Pero no perdí la esperanza, quizás si le explicaba bien las cosas y le decía que Luke venía de una buena familia podría ablandarlo un poco.

Mi papá era muy tradicional, cuando se trataba de las normas del palacio el ponía mano dura.

Podría amarme y ser un padre amoroso, pero era muy fiel a las costumbres de la corona.

Tomé una profunda respiración y toqué dos veces la puerta de su despacho, cuando me pidió que pasara lo hice, me sonrió al verme y volvió a sumergirse en los papeles que estaban sobre su escritorio.

—Quería hablar contigo,hija.—se quitó las gafas y tomé asiento en la silla frente a su escritorio.—Estoy orgulloso de ti, por lo de ayer en la asamblea.—sonreí bajando la mirada.—Fue una buena estrategia.

—Me pareció lo correcto.

—Así es.—asintió colocándose sus gafas de nuevo.—Ya mandé a hacer las estampillas con tu cara, seras una buena imagen.—subí la mirada de nuevo.—Tranquila, no tendrás que preocuparte por cosas como tomar decisiones, yo haré todo el trabajo tú solo te sentaras en tu trono y saludaras...sólo se Isabela.—fruncí el ceño.

—¿Sólo seré una fachada?.—mi padre asintió mientras ponía su firma en los papeles que estaba sobre su escritorio.—Pero...yo quiero gobernar. Hacerlo de verdad.—levantó la mirada observando por encima de sus gafas.

—Hija...no estás preparada, no tienes idea de todo el trabajo que hay que hacer. Lo hago por tu bienestar.

—Con todo respeto padre. Yo me siento capaz de gobernar, me han educado toda mi vida para esto, tengo buenas ideas y lo sabes.

—Isabela, no tienes idea del peso que conlleva ser una reina.—frunció el ceño.—Necesitas ser firme, tener mano dura y careces de ambas.—bajé la mirada de nuevo.

—No siempre se necesita tener mano dura padre...—lo escuché suspirar.

—Tienes derecho a participar en las decisiones, pero la ultima palabra la tengo yo. ¿Está claro?.—asentí cabizbaja.—Hay demasiado trabajo por hacer, las cosas en casa están demasiado tensas, los republicanos quieren hacer elecciones en un mes...

—Necesitas un asesor político.—me atreví a hablar y alcé un poco la cara para verlo.—Alguien que sepa del tema y te guíe...

—Tienes razón...—dijo en un susurro mientras se acariciaba el mentón.—Que me ayude a armar un buen plan estratégico.—asentí mordiéndome el labio.

—Conozco a alguien.—me miró frunciendo el ceño.—Es el mejor, lo aceptaron en Oxford pero los primeros dos años estudió en Harvard.—elevó una de sus cejas.

—¿Y cómo lo conoces?.

—De hecho tu conoces a su padre.—su ceño se frunció más y aclaré mi garganta.—Bueno el me dijo que te conocía, Ruper Hemmings...—se quedó un rato pensando y chasqueó los dientes.

—Claro, sí, Ruper.—sonrió.—Lo recuerdo, es de mi generación, nos graduamos con honores.—asintió tomando una profunda respiración.—¿Dices que su hijo es asesor político egresado de Harvard?.—asentí.

—Sí, no lo conozco mucho.—me encogí de hombros.—Pero se que es el mejor porque...mi amiga Chloe me lo dijo, su padrastro se lanzó a la presidencia el año pasado y este chico fue uno de sus asesores.

—¿Cómo se llama?.

—Lucas Hemmings...—mi padre asintió convencido.

—Bien, ¿podrías llamarlo?.—asentí rápido.

—Te agendaré una cita con él.—sonreí de felicidad internamente y me levanté de mi lugar.—O mejor, lo invitaré a mi fiesta de cumpleaños...es que es un sujeto muy ocupado pero si le hacemos una invitación formal al palacio no podrá negarse.

—Sí está bien.—asintió volviendo la atención a sus papeles.—Encárgate de eso.

Oculté una sonrisa y salí de su oficina sintiéndome realizada.

.....

—Mi amor, ¿estás loca?.—suspiré negando y me pasé el teléfono a mi otra oreja.—No terminé la universidad, ¿cómo quedaré delante de tu padre si se entera que soy un mentiroso?.

—No tiene porque enterarse...amor, es la única forma de que te puedas ganar su confianza, si te conoce y se da cuenta de lo brillante, inteligente y maravilloso que eres me dejará estar contigo.

—A base de mentiras.

—No son mentiras...—chasqueó los dientes.—Tú si tienes conocimientos en ciencias políticas, me lo dijiste el otro día y si fuiste a Harvard dos años...

—Pero no a Oxford, Isabela.

—Pero te admitieron.—me mordí el labio.—Sólo estamos disfrazando un poco la verdad...—lo escuché reír y sonreí, amaba su risa.

—Sé sobre ciencias políticas, pero no es algo que me apasione y lo sabes...es muy delicado, Isa, tu padre necesita un asesor de verdad.—cerré los ojos sentándome en la cama.—Me puse a investigar sobre Dinamarca y de lo que está pasando actualmente...—hizo una pausa.—Es una situación bastante compleja y necesitan una buena estrategia.

—Lo sé...—los dos nos quedamos callados por un rato.—¿Recuerdas cuando me preguntaste porque Eric no pedía ser un tritón y se iba al mar con Ariel?.

—Sí...—respondió en un susurro.

—A diferencia de Ariel...yo si quiero ser reina pero quiero estar contigo más que nada en todo el mundo.—sollocé secandome las lágrimas rápido.—Pero tú puedes venir conmigo y la única forma que podamos estar juntos es que finjas. Si te ganas la confianza de mi padre quizás de su brazo a torcer.

—Podría meterme en muchos problemas.—suspiró.—Si me descubren iría a prisión por fraude...pero haría lo que sea para estar contigo.—sonreí completamente enamorada.

—No dejaré que nada te pase.—negué absorbiendo por la nariz.—Te Amo...

—Te amo, Isa.  

𝑲𝒊𝒔𝒔 𝒎𝒆 𝒉𝒂𝒓𝒅 𝒃𝒆𝒇𝒐𝒓𝒆 𝒚𝒐𝒖 𝒈𝒐 | 𝙇. 𝙃𝙚𝙢𝙢𝙞𝙣𝙜𝙨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora