1 Perdido🔥💖

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Hamed apretó la copa mientras observaba a Christopher Janssen e Ignacio Ellis tomarse fotografías y reír a carcajadas

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Hamed apretó la copa mientras observaba a Christopher Janssen e Ignacio Ellis tomarse fotografías y reír a carcajadas. Él no tenía muchos motivos para reír, sobre todo teniendo en cuenta al maldito bastardo que de vez en cuando clavaba sus ojos en él y le daba una sonrisa ladina.

Vació la copa de champaña en un segundo cuando sintió una mano sobre su brazo.

—¿Quieres hacer el ridículo?

—Damián...

El médico frunció el ceño y se enfocó en el tipo y la mujer que estaban a metros de ellos.

—¿Por qué estás torturándote aquí solo? Ven junto conmigo y Martin...

—No sabía que Chris y Nacho lo conocían.

—Por lo que me acaba de decir Martin, era conocido del padre de Chris y todavía tienen algunos negocios en común.

—¿Qué clase de negocios?

—Legales, seguramente. Chris no tiene alternativas. Ignacio le cortaría las pelotas si lo encontrara en algo turbio.

—¿Crees que alguna vez sintió algo por mí?

Damián dio un largo suspiro, sin saber qué decir.

—Hamed, no lo conozco, pero te diré una cosa: si no sintiera nada, no intentaría darte celos con su mujer del otro lado del salón. Hay algo en ti que lo llama. Las razones las desconozco.

—Me voy a ir de aquí.

—No te irás. Eso es ceder y darle gusto. No cometas ese error. Anda, hazme caso, ven a nuestra mesa.

Hamed caminó hacia la mesa en donde estaban Damián y su novio. La cantidad de gente era insoportable.

Las bodas nunca habían sido su fuerte, sobre todo porque le recordaban lo fracasado que era en materia amorosa.

—¿Y Martin?

—Allí, junto a los novios.

Un salón a metros de la playa era casi idílico. Se parecía mucho a la idea que Hamed tenía en su mente cuando se uniera a su alma gemela. Era un romántico, siempre lo había sido. Había heredado esa vena poética de su padre, quien siempre le contaba cómo había conquistado a su mamá.

—Son agradables.

—Lo son.

Damián sonrió. Chris intentaba alzar en brazos a Nacho para una fotografía.

—¿Alguna vez viste a personas más felices?

Damián contempló a la pareja, que ahora bailaba y de vez en cuando se besaba. Ambos estaban impecables de blanco. Chris llevaba una corbata celeste que hacía resaltar sus ojos de una manera extraordinaria. Ignacio, en cambio, traía puesta una verde oliva, resaltando su piel cetrina. Eran un pecado, un insulto a todo lo que se considerara bello.

—Yo estaba muy feliz cuando me casé —contestó Damián.

Hamed tosió nervioso. Cierto, ese pequeño detalle.

—Lo lamento, yo...

—No seas tonto, no te disculpes. Es un hermoso recuerdo, y he aprendido a atesorarlo, ¿sabes? Es lo que tú harás con el tiempo.

—Damián —Hamed negó una y otra vez—, mi historia con Niek ni siquiera se llama «historia», solo fue...

—¿Qué?

Hamed tragó saliva. Sabía que podía confiar en ese hombre pese a que solo lo conocía de hacía algunos meses.

—Fue una seguidilla de polvos donde ambos quedábamos satisfechos.

—No hables así.

—¿Y por qué no?

—Porque para ti no se trató de eso. Escucha, sé que no soy un gran ejemplo en relaciones de pareja, pero en mi opinión debes dejar que las cosas fluyan. Estar deseoso del tipo, como lo estás ahora, solo le da más poder.

—¿De qué hablas?

Damián miró de soslayo a Niek, quien no les quitaba la vista de encima.

—Deja de demostrar tu debilidad. Él sabe que te tiene. Tú le estás dando ese poder.

—Hey, ¿me perdí de algo? —Martin se echó en la silla mientras se quitaba el saco y se desajustaba la corbata.

—Nada que desconozcas —respondió Damián molesto.

—Mierda... —Hizo una mueca angustiosa—. Amigo, te juro que, de haber sabido que esto terminaría así, yo...

—No. —La mandíbula de Hamed se tensó—. Sin importar lo que duela, no me arrepiento de haber estado en sus brazos.

—¿A pesar de que es una mierda?

—Sin importar que lo sea.

—Te enamoraste de él.

—Y no he podido sacarlo de mi cabeza.

Martin bajó la mirada al tiempo que abrazaba a Damián. El médico dejó un beso en su cabeza y le acomodó el cabello lacio.

—Necesito ir al baño. —Hamed se puso de pie y caminó hacia allí. Se afirmó sobre el mármol en donde estaba empotrado el lavamanos y abrió el grifo—. La puta madre.

Esto era un desastre. A pesar de las insistencias de Chris y Nacho, debió haberse quedado con su madre para ver su serie favorita o jugar videojuegos, dormir, hacer ejercicios, leer o cualquier cosa, excepto estar cerca de ese malnacido que le había quitado demasiadas horas de sueño.

—Bon jour, mon amour.

Las manos de Hamed se apretaron en puños. La sexi voz se sentía cercana, demasiado.

Niek se colocó detrás de él y apoyó sus sensuales manos en los costados de su cuerpo, rodeándolo, lo que le impidió el movimiento. Hamed apretó sus dientes y se irguió cuando ese hombre audaz apoyó la mandíbula en su hombro.

—¿Cómo has estado, hermoso? ¿Me extrañaste?

Debía ser una broma, porque de ningún modo Hamed podría creer que eso que le sucedía fuera real o se encuadrara en algo racional.

—Quítate de encima ahora.

El tono fue contundente. Sin embargo, provocó el efecto contrario en Niek.

—La última vez que estuvimos así no estabas tan quisquilloso.

Hamed ahogó un gemido cuando Niek lo empujó contra el lavamanos y su pelvis embistió hacia delante. El miembro semierecto envuelto en el pantalón golpeó su trasero.

—Basta.

—Hamed... —La nariz respingada fue hacia el cuello del moreno. Esto disparó su libido—. Te lo he dicho varias veces, y parece que a ti todavía no te queda claro. Eres mío. No hay nada que impida que en este momento te tome y demuestre cada palabra.

—Inténtalo y voy a golpearte.

Niek deslizó las manos hacia la cintura estrecha, llegando al cierre del pantalón. Los dedos expertos exploraron. Las piernas de Hamed temblaban. La adrenalina colmaba cada célula de su cuerpo.

—Cariño, tú jamás harías eso, porque me perteneces, así que deja de resistirte y dime, ¿tu casa o la mía? 

SABANA S.B.O Libro 7 (Romance gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora