Capítulo tres

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Don't blame the drunk caller

La mandíbula de Harry se tensa a medida que los gritos retumban cada vez más fuerte en sus oídos.

Por mucho que le gustaría retrasarlo, en cinco minutos tiene que estar ahí arriba y olvidarse de todo lo que deja abajo.

Tiene que parar su vida real por un par de horas y ser simplemente Harry Styles el cantante, en lugar de ser solo Harry, la persona ansiosa que espera a otra persona.

Echa un último vistazo a sus espaldas por encima de su hombro, y solo encuentra telones negros, líos de cables por el suelo y personal caminando de un lado a otro.

Entonces vuelve su mirada al frente y se ríe amargamente de sí mismo.

Que Louis no haya dado señales de vida desde la noche de ayer no le sorprende en lo absoluto, al fin y al cabo está hablando de la misma persona que se ahoga constantemente en vasos vacíos y hace montañas de un estúpido granito de arena.

Lo que le parece sorprendente es haber sido capaz de mantener las esperanzas hasta el último minuto, aún siendo completamente consciente de que algo así terminaría pasando.

Cada acción tiene su reacción y eso Louis se lo aplica muy bien a sí mismo. Y es por eso que si anoche entre copa y copa acabaron demasiado cerca, entonces hoy se soluciona corriendo demasiado lejos.

Tan extremista como de costumbre.

No es como si Harry estuviese ignorando por completo que la noche de ayer tuvo eso que marca la diferencia entre un par de amigos que pasan el rato y un par de ex novios casi a punto de caer en un desliz. Pero Harry prefiere quedarse con ese "casi" e intentar no darle demasiadas vueltas.

Principalmente porque sabe que si se las da va a comenzar a hacerse preguntas, y sabe que va a querer que sea Louis quien se las responda.

Y obtenga la respuesta que obtenga a cualquiera de las preguntas que pueda hacerle, no le conviene saber ninguna.

Pero la mente de Louis es otro mundo. Un mundo que a Harry le gustaría poder decir que conoce de sobra pero que en realidad a día de hoy aún no comprende del todo.

Cuando sube al escenario aparta a un lado cada pensamiento respecto a todo lo que no le parecía un problema hasta que Louis ha hecho que se sienta como tal, y simplemente se centra en lo que tiene delante; una cantidad insana de personas gritando cosas que apenas llega a escuchar, el sonido de una batería retumbando en cada hueco del estadio y focos de luces proyectándose directamente hacia su persona.

Intenta no pensar en nada que no sean las letras que está cantando, pero siendo honestos, se le complica al instante en el que tiene que agarrar su guitarra favorita y tocar las notas de las canciones que compuso para la persona en la que no tiene que pensar.

Intenta no mirar hacia arriba, porque sabe que aunque lo haga no va a encontrar a nadie. Sabe de sobra que a esas alturas no va a aparecer por allí, y que probablemente lo único que reciba sea un mensaje con un par de excusas que Harry piensa rechazar.

Pero contra todo pronóstico, cuando baja del escenario dos horas después, cuando se deshace de cada cable que rodea su cuerpo y cada instrumento que ha tocado esa noche, Harry se quita la chaqueta en vestuario y Louis aparece por la puerta nada más la deja caer sobre una percha.

Está ahí, apoyado suavemente contra el marco de la puerta, y por la manera en la que le está mirando, Harry sabe de sobra a qué ha venido.

—Vengo a despedirme.

Harry suspira, y deja que una mano pase sobre su frente aún sudada mientras echa un vistazo a su alrededor. Está seguro de que ni a su estilista ni a su asistente les interesa en lo absoluto lo que ellos dos estén a punto de decirse, así que simplemente sale de la habitación para apartarse junto a Louis en una esquina del pasillo.

we'll be alright · h & lDonde viven las historias. Descúbrelo ahora