Capítulo 12. No hay calma después de la tormenta.

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Cuando salimos de la Caja todavía no ha amanecido, pero pronto lo hará. Gally se impulsa con facilidad y luego me tiende una mano a mí y al resto de los chicos para ayudarnos. No hay laceradores, ni gritos, ni rugidos. Solo hay fuego y un humo negro que dificulta ver cómo ha quedado el Claro. Gally es el primero en andar con decisión sin decir a dónde, así que optamos por seguirle. Está furioso y no está de más que tomemos precauciones.

Por fin vemos a algunos de los supervivientes reunidos a las afueras de la choza –ahora destruida– en la que se reúne el Consejo. Distingo a Thomas, Winston, Fritanga, Teresa, Newt, Minho, Jeff, Clint y Chuck, entre otros.

Los pasos de Gally se aceleran y, antes de que nadie pueda evitarlo, le suelta un puñetazo en el rostro a Thomas que consigue tirarle al suelo. Media docena de chicos se lanzan contra Gally para detenerle antes de que continúe la pela, pero es difícil de retener.

- ¡Todo esto es culpa tuya, Thomas! – grita sin dejar de forcejear con Fritanga y Winston. – ¡Mira a tu alrededor!

- ¡Cálmate Gally, no es culpa de Thomas! – replica Jeff.

- ¡Habéis oído a Alby! ¡Es uno de ellos! – el rostro del chico está rojo de la furia. Si llegan a soltarle, se abalanzará sobre Thomas sin dudarlo. – ¡Le enviaron aquí para destruirlo todo y ya lo ha conseguido! ¡Mira a tu alrededor, Thomas! ¡Míralo! ¡Todo es por tu culpa!

- ¡Gally, tranquilízate! – le ordena Newt tomando el papel de líder.

- Hoy han pasado muchas cosas, Gally. – le apoya Fritanga. – No es culpa suya.

Me cuesta creer que el mismo chico que ha mantenido la calma en la Caja ahora haya explotado escandalosamente. No va a parar por mucho que traten de apaciguarlo.

- ¡Thomas! – el grito de Teresa hace que todos se detengan.

- Pero ¡¿qué has hecho!? – cuestiona Chuck. Thomas cae al suelo y llevo mis manos a la boca para retener un grito. Los chicos dejan de sujetar a Gally, quien ahora también observa atónito la situación, y se tiran al suelo a su lado, meciéndolo como si así fueran a lograr algo. No entiendo lo que ocurre hasta que veo la enrome jeringuilla que el chico se ha clavado a la altura del muslo. Es la misma que clavan los laceradores.

- ¡Tenemos que inyectarle el otro suero! ¡Rápido! – pide Teresa. Jeff y Clint salen corriendo hacia la choza de los docs para buscarla mientras Thomas convulsiona. Cuando regresan, Teresa se lo inyecta y su cuerpo se detiene. Todos suspiramos, convencidos en que ya solo le hacen falta unas pocas horas de sueño para recuperarse, igual que le ocurrió a Alby.

Todos se levantan menos Teresa, quien se queda arrodillada a su lado, cuidándolo. Observo a Newt alejarse un par de metros de Thomas con los brazos en jarra. Veo en su rostro la preocupación mezclada con el alivio de creer que esto funcionará. Cuando me mira recuerdo que todavía estaba enfadado conmigo, pero eso me es insignificante porque está vivo. No lo habría soportado si yo me hubiese puesto a salvo en la Caja y Newt hubiese sido víctima de una de esas bestias. Él es el primero en acercarse hacia mí.

- Me alegro de que estés bien. – habla con seriedad y con cierta reserva porque, al igual que yo, él debe de sentir el frío que nos rodea, como si fuésemos simples conocidos. Mis sentimientos no tardan en saltar esa barrera y le abrazo sin demora, pasando mis brazos por su espalda y hundiendo mi rostro en su cuello.

- Yo también me alegro. – le digo mientras ahogo un sollozo. – Yo también.

Tarda varios segundos pero me devuelve el abrazo con suavidad, frotando mi espalda con cariño en un intento por reconfortarme.

Incluso si no te recuerdo | Maze RunnerWhere stories live. Discover now