Capítulo 3.

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-¿Tienen algo que decirme? – la cena estaba servida y ya todos se encontraban en la mesa, bueno, todos menos Ryan que aún no había llegado a la casa, algo que tenía preocupados a los dos mayores. Bradley y Lianna tenían claro que el joven bajo su custodia tuvo una vida antes del reformatorio y que no sería nada raro que quisiera volver a tenerla, de hecho, estaban seguros que aquello era lo que deseaba el menor, pero teniendo en cuenta donde termino el tatuado hace tiempo no estaban seguros de dejarle esa libertad. Despejando eso de su mente, los mayores tenían muchos hijos por los que preocuparse y dos de ellos bastantes piquiñas para su salud mental. – Tyler, Brian, ¿Cuál de los dos hablara primero?

Los gemelos se miraron entre ellos para luego fijar la vista en su padre quien los miraba con las cejas alzadas. – ¿Ninguno? – pregunto de nuevo haciendo que ambos niños bajaran la mirada. – Tendré que esperar hasta el lunes entonces. La directora tendrá mucho que decirme de ustedes dos si se tomó el tiempo de agendar una cita con mi secretaria, y solo por precaución, la sala de juegos estará totalmente restringida hasta el lunes que hable con él.

-¡No fue para tanto! – salto Brian de inmediato. - ¡No es necesaria ninguna restricción!

-¡La directora seguro va a exagerar las cosas como siempre!

-¡Claro! ¡Porque son unos angelitos! – ironizo Amber con una sonrisa ganándose una mala mirada de los menores. La morena disfrutaba aquellos momentos en los que ambos diablillos eran reprendidos por sus padres, lo llamaba karma. El universo conspiraba a su favor haciendo justicia por todas las veces en las que los dos seres hijos de lucifer se colaban en su closet destrozando su santuario. Porque si, ambos disfrutaban molestar a su hermana con su punto más débil, su ropa.

-¿Qué fue lo que hicieron esta vez para que nos llamaran a ambos? – pregunto Lianna.

-No fue nada TAN malo mami, te lo prometo – el puchero y los ojitos de cachorro abandonado en el rostro de Tyler no lograron el efecto deseado en su madre, quien solo lo miro frunciendo el ceño mientras todos en la mesa reían ante la divertida situación. – Fue una travesura inocente, fuera de toda maldad.

-La nueva maestra exagero mucho las cosas, y fue a llorarle a la directora hablando pestes de nosotros – siguió Brian. – Solo queríamos darle la bienvenida.

-Dejen de dar vueltas y díganme, ¿qué hicieron? – pregunto un impaciente Bradley.

-Labañamosdemielyplumasdeave – la velocidad con la que ambos hablaron hizo imposible que se les entendiera algo. La expresión en el rostro de Brad fue suficiente para que los gemelos comprendieran que la paciencia de su padre estaba llegando a su fin.

-La bañamos en miel y plumas de ave – susurro Brian ganándose una mirada incrédula de los mayores. Todos en la mesa deseaban reír con ganas al imaginarse aquella escena, pero la expresión en el rostro de sus padres no daba margen para ningún comentario.

-¿Qué clase de bienvenida es esa? – pregunto una enojada Lianna.

-¡La mejor de todas! – sonrió Tyler orgulloso e ignorando la mirada de sus padres. – Llevamos planeándola semanas y salió perfecta, al sentarse toda la miel le ha caído encima y en cuanto el primer grito se escuchó, Brian hizo que las plumas volaran en su dirección – se rió contento.

-Entre los gritos y las plumas parecía una verdadera urraca – rió Brian chocando puños con su gemelo.

Pequeñas risas se pudieron escuchar en la mesa, todos en ella -a excepción de sus padres- hallaban divertida la pequeña travesura de los gemelos quienes no parecían medir la magnitud de las cosas que decían y peor aún, que hacían. Sus padres, por otro lado, los observaban incrédulos, no tenían ni idea del alcance que tenían las mentes de sus hijos para hacer tal cosa, y aunque lo que relataban les resultaba un poco gracioso no quitaba el hecho de que estuvo mal, y se supone que como padres tienen que hacer algo al respecto para que no lo vuelvan a hacer, aunque ¡vamos! Están hablando de sus dos hijos gemelos, conseguir que dejen de meterse en problemas es como pedir que el sol deje de salir, imposible. Aun así, su deber es intentarlo.

Lawrence ©Where stories live. Discover now