Capítulo 33, Parte II [Maratón]

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Observo como la abuela se queda con la mirada fija en algún punto fuera de su balcón.

Tuve que darle aviso de lo sucedido, aún a pesar de saber que se pondría mal.

—Fue una amenaza directa.

Ella asiente pero no dice nada, nos quedamos en silencio durante bastante tiempo, incluso Celeste entra con un grupo de mujeres que rápidamente recogen todo lo que utilizamos para cenar, luego salen para darnos privacidad.

Finalmente la abuela suspira.

—Creí que después de todo lo sucedido él realmente no volvería —sonríe desganada— No siente remordimiento ni pretende aunque sea lástima fingida.

—Abuela —digo en un susurro pero ella niega.

—Está bien Lía, sé que mis errores son sólo míos pero —niega con la cabeza— Él simplemente es una persona horrible y odio que siga por la vida sin pagar todo lo que hizo.

—Lo hará, ten por seguro que la vida le va hacer pagar todo lo que ha hecho.

—Su declaración fue clara y concisa, aunque me temo que lo suyo no son las guerras —cambia de tema— Dudo que realmente nos ataque, tiene más cosas que perder que nosotras.

—Él se oía muy seguro.

—Él es mierda.

Sonrío por que es demasiado extraño escuchar a la reina de Aragón decir maldiciones.

—Aún así no bajaremos la guardia, el Duque está de nuestra parte y Fausto no lo sabe, es una ventaja para nosotros.

—¿Realmente confías en él?

Finalmente gira en su asiento para verme.

—Por supuesto que si, siempre ha demostrado su lealtad aún a pesar de lo sucedido con Amira, fue más hombre que cualquiera que pude conocer en mi vida.

Suspiro dejando caer mi espalda en el sofá.

La abuela siempre ha tenido un buen concepto del hombre, a mí en lo personal me desagrada un poco su actitud altiva, sarcástica y hosca.

No conozco toda la historia que hubo entre él y mi madre, la abuela se incómoda cuando preguntó acerca del tema y él ni en mil años me contaría como le rompieron el corazón.

Sólo se que él fue parte del cortejo de mi madre, que de hecho él era el elegido para reinar junto con mi madre y es obvio que jamás llegaron a casarse.

Por lo que hablamos hace poco, supongo que él aún le guarda cariño a mamá.

Sacudo la cabeza por que me da escalofríos pensar que si mi madre no hubiera tenido el valor para renunciar a la corona, el Duque Esteban sería mi padre.

Me siento nuevamente cuando alguien toca la puerta con dos toques, la abuela autoriza el pase y Héctor abre la puerta dándole paso a Will.

—Majestad —hace una reverencia hacia la abuela— Princesa.

—¿Pasa algo Will?

Él me mira con ojos entrecerrados.

—Tienen visita.

—¿A está hora? —cuestiona extrañada la abuela.

—Parece que van llegando, no se me notifico de su llegada y no me explico como llegaron.

Ambas nos miramos extrañadas.

—Pídeles que se retiren, son más de las diez de la noche y estamos cansadas.

La Corona de Aragón.Where stories live. Discover now