mi tiempo

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para el momento en que cerraste la puerta de la casa con fuerza, ya estabas hecha una catarata de las lágrimas que no paraban de bajar de tus ojos. te sentías impotente e inútil, triste y, como era de costumbre, no podías entender cuál era el problema que había contigo.

era cierto que amabas estar sola, era increíble estar contigo misma y nadie más, pero eso no significaba que debías ser ignorada de una manera tan ridícula e infantil.

tu madre te había invitado a casa, tuvieron el almuerzo y estabas lista para retirarte, hasta que uno de tus primos llamó para pasar la tarde junto a tu hermano. sinceramente, no querías, pero tu hermano siempre había tenido esta manía de no poder ir a cualquier lugar sin tener a alguien acompañándole, todo lo contrario a ti.

— ¿por qué no quieres ir?— había hablado tu madre ya molesta de tu insistente negativa.

— no quiero estar con él, es muy molesto. no se calla jamás y siempre tengo que estar acompañándolo a todos lados, no quiero, que vaya con él y me deje a mí.

vaya error. ambos se te quedaron mirando, no supiste si decepcionados o heridos, porque he ahí otro detalle. "eres muy directa", decía tu madre cada vez que tenía la oportunidad, "eres muy dura". ¿es que ahora el ser sincero y claro era un pecado?

— hay formas de decir las cosas.

— no lo tomen de esa manera, no lo digo con la intención de maldad o por ser borde, es que realmente me gusta estar sola y ahora no me apetece estar con él. no tiene nada que ver por como eres, soy yo. a ustedes los veo todos los días y nada, quiero estar sola.

— si te vas a casa verás a hoseok, y eso no es estar muy sola.

— maldita sea, entiende, jungkook. no es que no quiera estar contigo, quiero, no sé, dejar de ver lo que veo siempre.

— bueno, te invito a ver por la ventana la gente que pasa. así ves gente nueva.

tu madre siguió viéndote con la mirada entre qué ridícula eres y no puedo creer que hayas dicho eso, tu hermano, parecía pensar algo como me odias y lo sé. ambos estaban muy equivocados.

dejaron la mesa del comedor y las siguientes horas que estuviste en la casa no te habían hablado, ¿y te llamaban ridícula a ti?. eran exagerados y eso no hacía nada más que hacer rabiar, odiabas que no te pudieran entender pero odiabas más ser así, ¿cuál era el problema contigo y por qué nadie parecía poder comprender cómo te sentías sin ofenderse?. sin embargo, no había nada más que odiaras en el mundo que tu propia familia te dijera que no les querías. era tan absurdo. tenías tus formas de querer, porque para ti, querer no es sólo dar abrazos por doquier o decir tres veces te amo al día para saberlo. tu forma de querer era más protectora, y pacífica. si tu hermano se golpeaba, tu respuesta sería algo como "trata de no llorar para poder pensar y ayudarte". si alguien hablaba mal de tu familia, serías la primera en correr a defenderlos de cualquier inútil que se atreviera a insultarlos, incluso si tuviesen la razón. pero por supuesto, nadie podía ver eso.

nadie podía ver que trabajabas demás para darles un poco más de dinero, mucho menos que te desvelabas para poder sacar una buena nota y conseguir un mejor trabajo que te diera más, claro que no.

el amor que ellos querían era algo físico y falso. el amor que ellos querían era que les dijeras que les querías sin realmente sentirlo en el momento, que les abrazaras aunque estuvieses triste. porque esa era tu realidad, complacer a los demás te hará feliz. pero aunque habías aprendido que eso no era del todo verdad, no sabías de que otra manera existir. habías decidido crear tu propia personalidad, o más bien, sacar quien eras en realidad y pensaste que serías feliz, y para cuando lo hiciste, te diste cuenta de por qué solías fingir tanto cuando eras pequeña.

beso de nocheWhere stories live. Discover now