Déjenme más canciones, las anteriores me gustaron mucho. Gracias ❤️👌
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Te encontrabas levantandote bajo la atenta mirada retadora de tu esposo, Dabi, esperando que te rectractaras.
-Yo... Puedo... Levantarme-dijiste con dificultad.
-Quiero ver eso, cariño-dijo con un poco de burla en sus palabras.
Cuando intestaste por segunda vez levantarte volviste a caer sentada en la cama y, seguido de esto, suspiraste pesadamente dando a entender que te rendias.
-¿Ves?, te lo dije. Estas demasiado enferma para hacer algo, es mejor que dencanses por hoy-dijo con suavidad.
-Pero... Tengo que... Hacer muchas cosas.
-Las haré por ti, anotalas en lo que cambio a Wataru para llevarlo al jardín.
Dabi se había convertido en un antiheroe, sólo luchaba por lo correcto pero sin dejar de hacer maldades de vez en cuando. Te dió un lapiz y una pequeña libreta para que anotaras todo lo que ibas a realizar hoy. La verdad tuviste que usar dos hojas, hoy iba a ser un día un poco pesado y debías admitir que no durarías ni salir de casa con el estado en que te encontrabas. . . .
Después de que le diera de comer a su hijo de 4 años y se vistiera para que no le reconocieran en las calles, salió con el rumbo al jardín que se encontraba a un par de cuadras del departamento en donde vivían.
Su economía era estable y se podian dar pequeños lujos algunas veces.
El pequeño iba tarareando una canción mientras iba tomando la mano de su padre quien se veía muy relajado, algo muy raro en él.
Todo parecía ir bien , ya tenia todo listo; primero iría a dejar a Wataru para poder seguir con la lista que le dio su mujer.
Lamentablemente cuando llegaron, la directora lo saludó y le dijo que ese dia la maestra tutora del gupo de su hijo estaba enferma y nadie podía suplantarla mientras tanto, así que no habria clase ese día.
Wataru daba brincos de felicidad y Dabi, bueno...queria morir. No sabía cómo es que iba a lidiar con todo esto. . . .
-Wataru, tengo que ir a dejar la ropa sucia en una de las lavadoras, por favor no te vayas de aquí. ¿Entendido?-dijo serio pero tranquilo.
-Haré lo que papá diga-dijo muy obediente.
El mayor suspiro y tomó los dos cestos de ropa sucia que había, pero aunque le dijera eso sabía que no iba a ser así. Vamos, es la vida real chicos, nadie es tan obediente y los niños caen en cualquier trampa que impliquen comida que les gusta.
