Capítulo 1.

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¬ Cambios. ¬

Al abrir nuevamente sus ojos pudo observar una pradera junto a ella, el olor a lavanda inundaba sus fosas nasales y el sol brillaba en plenitud... Entonces, ¿Por qué sentía aquel vacío en su pequeño pecho?.

Sabía que esto no era más que un sueño, pero no alcanzaba a comprender porqué la pequeña niña de ocho años lloraba desconsoladamente en un lugar tan bonito como aquel.

Trató de acercarse a la pequeña sólo para verificar que estuviera bien.

La niña la observó confundida, pero sin mirarla directamente, cuando su palma tocó el brazo de la pequeña muchacha la perspectiva del sueño cambió una vez más.

Ella era la pequeña niña que estaba sentada ahí.

Pudo sentir las lágrimas surcar su pálido rostro y la angustia liberándose a través de sus sollozos. Miró a su alrededor buscando consuelo pero no encontró más que un vasto campo.

Al cabo de un rato, el sol se escondió y el viento comenzó a soplar con mayor intensidad, un vehículo pasó por la carretera y la chica alzó su vista; su cabello castaño se movía al compás del viento y sus largas pestañas se batían tratando de enfocar la oscura silueta que se acercaba a ella.

Podía sentir como la presencia de aquella persona se acercaba, cada vez más.

«¡No! No te acerques a mí» quiso gritar, pero ya era demasiado tarde. Cerró sus ojos con fuerza, esperando el contacto con aquella silueta.

...

Cuando finalmente consiguió despertar pudo ver a su madre inclinada en la cama con distintiva preocupación surcando su rostro. Las lágrimas habían dejado rastro en su pálido rostro, miró a través de la ventana: la lluvia repiqueteaba en el pavimento y la oscuridad de la noche acabó por consumir la angustia que la pesadilla había dejado atrás.

-¿Otra vez la misma pesadilla, cielo? - preguntó Eliza con gentileza.

La chica de 17 años asintió.

-Todo estará bien, Raven. - murmuró Eliza depositando un breve beso en su cabeza para luego retirarse del cuarto.

Los ojos grises de la muchacha siguieron el trayecto que su madre adoptiva realizó antes de salir de su habitación.

-Gracias, Eliza. - murmuró para su interior.

Eliza y Robert la habían adoptado a la corta edad de nueve años, luego de haber pasado un año en hogares temporales y orfanatos.
Agradecía profundamente que le hubiera tocado dos personas tan amables y bondadosas. Mientras Eliza se desempeñaba como psiquiatra, Robert atendía labores en la medicina como la cirugía.

El Inframundo De Raven. [En Edición] Where stories live. Discover now