17. Al estilo Johnson

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—Den gracias a Buda, que no le perforó ninguna vena—dijo el doctor con fastidio.

Estábamos en el consultorio del doctor más aburrido y cabreado del planeta, tenía el pelo hacia atrás y los ojos algo rasgados.

—Que se cambie las venas cada mañana y...

—¡¿Dónde está mi bebé?!—los gritos de la Sra. Campbell y el sonido de sus tacones se escuchaban por todo el hospital. No tardó mucho en aparecer en frente a nosotros con la mirada preocupada y los cabellos revueltos.

—¡Matthew! ¡¿Estás bien, cariño?!—miró a su hijo, quien estaba totalmente avergonzado con una mano en la cabeza, la Sra. Campbell pareció haberse dado cuenta porque lo miró furiosa—. ¡Mírame cuando te hablo, Rigoberto!

—¡No me llames así!—su rostro estaba completamente rojo—. Y si, estoy bien mamá.

—¡Ese es mi niño!—corrió hasta él y tomó su mano vendada y la observó con cautela antes de desviar su ávida mirada hacia mi.

¡Ay, Dios! ¿En qué estaba demonios pensando? Ella era la madre de los niño a los que cuidaba, era mi jefa, y su hijo estaba herido ¡Y supuestamente yo lo estaba cuidando!

Me iban a despedir, eso estaba seguro. Bueno, no sería la primera vez que lo hicieran, recuerdo cuando tenía diecisiete años y trabaja en la ventanilla de McDonalds, recibí siete quejas ese día, era algo injusto, es decir, ¿qué más podría haber hecho si unos patéticos niños molestaban ordenando cosas que no iban a comprar, además de lanzarles agua por la ventana para que se alejaran? Yo creo que nada. Pero eso no pareció agradarle a sus madres, porque fueron a la franquicia e hicieron que me despidieran.

Y parecía esta madre tampoco iba a perdonarme, y menos por la forma en la que me miraba.

Se levantó y acercó a mi.

—¡Gracias, Anne! ¡Vinimos en cuanto nos avisaste!—sus brazos me rodearon y devolví el abrazo, sorprendida.

—Es verdad, gracias, niña.

Bernard apareció por atrás y puso su mano en el hombro de su esposa.

—¡Si! ¡Wuu! ¡Le salvaste la vida! ¡El mejor empleo!—dijo el doctor con sarcasmo y fastidio—.Ya lárguense. Adiós Rigoberto—rió cínicamente y Matt le hizo una seña obscena.

(...)

—...y estamos muy agradecidos—Miriam me miraba con una sonrisa en el rostro—. Eres la primer niñera que duró más de cuatro días con nuestros pequeños.

—No se si te agrade la propuesta que te vamos a hacer—agregó Bernard algo incómodo—, esperamos de verdad que la aceptes, eres como diamante para nosotros, y encontrar a alguien con un talento para cuidar a niños como el tuyo, sería como buscar una aguja en un pajar.

Me encontraba afuera de la casa/mansión, los Srs. Campbell querían decirme algo, y yo ya estaba preparada para que me despidieran.

—Gracias, pero, ¿a qué viene todo esto?—pregunté lo más educada y sofisticadamente posible.

—Verás, tenemos que salir del país por un tiempo, y no tenemos quién cuide de nuestros hijos, sus tíos no lo soportan y llevarlos con nosotros sería todo un lío—se encogió de hombros, restándole importancia, como si decir que dejar a su hijos con una total desconocida es más seguro que llevarlos con ellos.

—Debes estar pensando que estamos locos—dijo leyendo mi mente—, pero estuvimos revisando las cámaras de seguridad y nos dimos cuenta de que eres de confiar y queríamos proponerte un buen salario, a cambio de que te mudes a nuestro humilde hogar y cuides de nuestros pequeños.

Del Amor a la Fama.   Where stories live. Discover now