unum

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"Si, Lyanna, ahora seré como un padre y una madre para ti"

—Te tengo una sorpresa, ma fille—el hombre le comentó a la niña quien aguardaba pacientemente, balanceando  sus pequeñas piernas en la silla, hacía unos meses que Lyanna conocía a Valjean y ya le tenía absoluta confianza al hombre—

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—Te tengo una sorpresa, ma fille—el hombre le comentó a la niña quien aguardaba pacientemente, balanceando sus pequeñas piernas en la silla, hacía unos meses que Lyanna conocía a Valjean y ya le tenía absoluta confianza al hombre—. Cierra los ojos.

Lyanna se puso las manos en los ojos y Valjean sacó lo que estaba detrás de él alzó la muñeca con una sonrisa esperanzadora, esperando que le gustara ¿le gustaría? ¿Había elegido la correcta? ¿Tal vez era muy pequeña? ¿O tal vez era muy grande? Pero toda duda despareció cuando Lyanna se quitó las manos de los ojos y sonrió, recibiendo la muñeca, encantada, y le acarició el cabello. El corazón de Valjean se derritió ante la pequeña niña y sonrió, no recordaba esa felicidad, ese sentimiento de ternura y de amor desde su hermana.

—¡Une poupée*! Es bellísima!—la niña exclamó—. ¿Es...es mia?

—Claro que es tuya—él asintió—. Puedes llamarla como quieras.

—Claudine—ella decidió con una sonrisa radiante—. ¡Es hermosa señor Valjean! Yo...¿yo no le tengo que dar nada a cambio?

Valjean frunció el ceño algo confundido pero la vio con delicadeza, le acarició con cuidado el cabello rubio que estaba algo sucio, traía una pequeña boina azul Marino descosida. Se fijó en el aspecto de Lyanna, traía un vestido y un especie de delantal como si fuera una cocinera o de la limpieza, estaba sucio y tenía hoyos, y sus pequeños zapatos estaban gastados y se notaban que le quedaban algo apretados. Sin embargo a la madre de esta; Crystal LeBlanc, siempre se le veía de lo más elegante y refinada y nunca con su hija en público.

—Tu jamás me tendrás que dar algo a cambio—él le aseguró—. Nunca.

La pequeña niña asintió mientras le peinaba el pelo a su muñeca y la examinaba mientras tarareaba una pequeña canción. Completamente feliz por la muñeca, Valjean se fijó en el anillo que tenía, el anillo de dragón era muy grande para sus pequeños dedos por lo que lo tenía en el dedo pulgar.

—Tienes el anillo de dragón—él remarcó, recordando que ese anillo antes había sido de la abuela de Lyanna. Una maravillosa mujer que había cuidado de él, que había sido su niñera y lo había amado como a un hijo.

—¡Era de mi grand-mére!—la niña asintió feliz, mientras Valjean le ofrecía un poco de pastel en un plato que Lyanna vio extrañada.

—¿Que es eso, monsieur?—ella preguntó viendo con curiosidad el pastel de chocolate frente a ella.

—Es pastel—él respondió—. ¿Nunca lo has comido? ¿No te gusta? ¿Prefieres otra cosa?

—Nunca lo he visto—ella respondió sinceramente antes de probar un poco, comió una cucharada luego otra y otra hambrientamente—. ¡Es delicioso! ¡Me encanta!

NOMONDAVRA | the 100 #4Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora