I-Sólo Ciel.

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Cosas sobre su niñez.. no recordaba muchas mas que algunas de sus desgracias.
Recuerda claramente cuando llegó al orfanato, recuerda claramente cuando conoció a Claude, cuando este se fue y aún así, le espero hasta cumplir la mayoría de edad para poder abandonar aquel lugar de mala muerte e irse juntos.
Desde pequeño solo había tenido a una sola persona cuidando de él, quien lo protegía y lo amaba.
Siempre ha estado perdidamente enamorado de Claude Faustus. Siempre ha estado profundamente asustado del mundo.
La gente solo quería hacerle daño, las personas solo iban a intentar profanar su cuerpo y su cabeza. Al menos eso era lo que Claude solía decirle.
Que no tenía a nadie más que él.
          

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-Tu cara se siente algo áspera.- Oye que le dice Claude mientras le desliza los labios por el cuello.
Le agarra la camisa con fuerza entre sus manos, y suspira al sentir como desliza sus grandes manos por sus piernas. -Tus piernas también.- Claude se aparta, regalandole la vista de sus ojos dorados, de su mueca inexpresiva, diría que incluso algo disgustada.

-Es solo que olvidé rasurarme esta mañana. Soy un hombre, aún si mi vello no es tan presente como el tuyo.- Explicó en un tono bajo y suave. No quería alzar la voz y disgustar a su pareja, al menos no más de lo que ya parecía estarlo.
Claude se deja caer a su lado en la cama y en silencio se arrastra a su lado buscando ser envuelto en sus brazos. Cuando Claude le rodea la espalda, satisfecho apoya la mejilla contra su pecho. -Volviste temprano a casa hoy.- Observa la enorme habitación mientras habla, sería cerca de medio día ya.

-Alois cubre mi turno mientras estoy aquí. Volveré para cumplir mis horas y tener la noche libre.- Explica Claude.
Sube su mano derecha al pecho del mayor, sintiendo el suave subir y bajar ante sus respiraciones. -¿Por qué no has ido a la universidad?- Alzó la mirada a su pareja, pero este no le miraba, mas bien observaba un punto fijo en la nada. Decidió hacer lo mismo.

-Mi profesor de carrera está enfermo, nos han dado el día libre.-

-Rasurate antes de la noche. No me agrada sentir tu piel así.- Piensa en recriminar al respecto. En responder ante aquello que le causó disconformidad. Pero se limita a apretar los labio y asentir lentamente.

-Está bien. Lo haré.- Dirige su atención a su mano que sube y baja tranquila y constantemente, y con la yema de su índice, traza imaginarias formas sobre la camisa blanca de Claude. Se muerde los labios, intentando suprimir las ganas que nacen en su garganta por replicar. Arruga la nariz, y antes de pensarlo correctamente algo escapa de su boca. -¿Alois está cubriendo tu turno?- Su tono es ligeramente irritado aun si es bajo.
Claude se incorpora soltando un suspiro, pasándose las manos por el pelo y quitándose los lentes.

-Ya hablamos de esto. Estoy harto de esos celos de mierda.- Le arden los ojos, sin embargo se traga la agria sensación subiendo por su garganta, y sentándose en la cama extiende su mano para tocar el hombro del mayor, pero antes de poder llamar su atención este se levanta acomodándose la bata. -Vuelvo al hospital. Y ya no sé si volveré para la noche.- Agacha la cabeza cuando el mayor le mira, y asiente débilmente.

-Está bien.- Su voz vuelve a ese tono bajo y pasivo que complace a su pareja.
Se contrae cuando siente que Claude se acerca, y suspira al sentir como le besa la cabeza.
Odia profundamente cuando se marcha así.

La nieve cubre las calles de Londres. El aire frío provoca que su nariz y mejillas se tornen rojizas, el sol ya casi se oculta por completo, y el cielo está bastante despejado.
Dirige sus ojos al enorme edificio a un costado, y suspira, saca el móvil de su bolsillo y siente que ha llegado demasiado temprano para esperar a su pareja que termina su turno.
Quería pedir perdón aún si sentía que realmente no tenía la culpa, pero si Claude se había molestado era porque sí había hecho algo mal.
Observa el parque de paseo frente al hospital y levanta la mirada al semáforo para confirmar que es apto cruzar la calle.
Como siempre camina con la mirada baja, contando sus pasos mientras atraviesa la calle con tranquilidad.
Se para a media calle cuando una pequeña pelota azul rueda hasta sus pies y se agacha a recogerla dirigiendo su atención en dirección a donde a venido el juguete. Un pequeño niño corre en su dirección, y espantado ante los pitidos de los vehículos cae en cuenta de que debe apartarse pues el semáforo a cambiado a verde.
La niña cruza la calle corriendo, entonces uno de aquellos vehículos impacientes avanza con impertinencia.
Siente un impulso demasiado fuerte como para lograr pensar con claridad. Ni siquiera respira cuando ya está corriendo en su dirección, sintiendo ya a aquel coche gris encima. Se lanza contra el pequeño niño, envolviéndolo en sus brazos cayendo contra la acera protegiendo al pequeño de todo golpe. Oye los sonidos de los vehículos tocando las bocinas, y la gente rápidamente comienza a acumularse a su alrededor.

Reflejo<Sebasciel.Where stories live. Discover now