XIII: El te amo al otro lado de la puerta.

111 26 13
                                    

Los próximos cinco días que está en observación en el hospital, dos veces es visitado nuevamente por un oficial y un psicólogo, la conversación es exactamente igual a la que tuvo con la investigadora, y los funcionarios se marchan sin conseguir nada.
Luego de cinco días ya le es posible levantarse de la cama, caminar y sentarse sin echarse a llorar del dolor. Evidentemente aún es una molestia, pero la pila de medicamentos que le han dejado impide que esté lo suficientemente no dopado cómo para sentir aquel dolor.
Devuelta en el departamento todo se siente frío, como si el lugar hubiese estado mucho tiempo a solas. Incluso cree sentir un ligero olor a humedad en el aire.
Sus días se reducen a estar todo el día recostado en el sofá, cuando Claude llega cenar juntos y luego irse a la cama.
Ninguno habla, ninguno se esmera en participar en la existencia del otro. Y la verdad, no siente absoluta molestia al respecto. Solo quiere verle lo menos posible a la cara, oírle tan poco cómo fuese humanamente posible, y limitarse a sentir su calor en las noches debido a dormir en la misma cama -Aunque la mayoría de las veces se la pasa despierto mirando las luces de la calle por la ventana sobre el cabecero de la cama sin si quiera conciliar el sueño-. Durante aquellas largas noches solo podía pensar. Recordando aquellos días cálidos aún si afuera había lluvia.
Aquel lindo ambiente, dulce y amoroso, jugando con aquella dulce niña, tan bella cómo una muñeca, recibiendo cortos besos en la mejilla, suaves roces de los labios de aquel hombre que con su encanto natural y su amabilidad le habían enamorado, las largas charlas con el abuelo, teniendo una taza de té entre los dedos.
Ya ni siquiera sabía cuánto tiempo había pasado desde la última vez que les había visto. Las veces que el abuelo iba a tocar la puerta Claude le impedía abrir, y aunque tenía su móvil que poco usaba a mano, no se sentía capaz de responder ni uno de los mensajes que Sebastian le enviaba.
No sabía cuánto tiempo había pasado.
Pero de aquél invierno enamorándose de él, había llegado la primavera intentando olvidarlo.
No recordaba si alguna vez le había dicho que le amaba.
Le gustaría haberlo hecho, pues ahora, no tendría la oportunidad de ver sus ojos iluminados de ilusión y su sonrisa radiante por saber que le amaba de ida y regreso.

Había visto en el pronóstico del clima que aquella semana iba a ser increíblemente tormentosa. Cierre de invierno, le había llamado el presentador.
No iba a haber nieve, pero si mucha lluvia y quizás hasta una tormenta eléctrica. Apenas era fin de semana, pero durante todo el día había llovido sin parar.
En ese instante, estaba sentado en la cama, cubierto con las mantas hasta el regazo y con la espalda pegada al cabecero de la cama, mirando como su pareja empacaba su ropa, doblando cada prenda perfectamente para hacerlas caer en su lugar.

-¿Cuando vas a volver?- Dice tranquilamente. Claude ni siquiera levanta la vista, se va al baño a por sus cosas y mete todo en la maleta.

-De lunes a jueves estaré trabajando con postulantes, y de viernes a domingo estaré asistiendo a reuniones de familiarización con algunos compañeros.- Claude se sienta al borde de la cama, a su lado.

-¿Por qué nunca antes habías ido a algo de eso?- Claude le toma del rostro con una de sus manos, presionando sus dedos contra sus mejillas.

-¿Qué estás insinuando?- Ciel frunce el ceño, Claude le mira con molestia.

-No te he dicho nada más que la verdad. ¿Por qué ahora y antes no? ¿No estoy en mi derecho de preguntar y dudar de ti luego de que evidentemente me engañas hace años?- Los dedos se ciñen contra su piel y se queja por el dolor de la presión ejercida.

-No me seas hipócrita. Deja de comportarte tan infantil.- El de ojos dorados se acerca a su rostro. Puede sentir su respiración pesada contra la piel de sus labios. -Tu me hiciste exactamente lo mismo, y no dije absolutamente nada. Pude dejarte en ese mismo instante, y no lo hice, porque te amo. Pero parece ser unilateral.- desvía la mirada frunciendo los labios, y recibe un corto beso en respuesta. -Comportate en mi ausencia. Si hice lo que hice por un simple beso, no creo que quieras descubrir que pasaría si haces más.- Baja la mirada en gesto sumiso y asiente lentamente.

Reflejo<Sebasciel.Where stories live. Discover now