Prólogo

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Año 1411 del inicio de la magia


 Uno de aquellos ocho levanta la mirada y mira a Rebbekah, la única que parece tener misericordia en toda la situación , saben ambos que llegaron demasiado lejos, mucha sangre fue derramada y ya no hay vuelta atrás. Todos parecen escuchar la voz de aquel hombre, la mayoría lo reconoce como Lobo por su metamorfosis canina, es el único que mantiene sus estribos en el lugar.

— La vida nos fue injusta, eso es cierto — exclama con seguridad y nostalgia —. Jamás habríamos creído que estas ocho personas, estos bárbaros, atentarían en contra de la naturaleza y de sus hijos, pero toda acción tiene sus consecuencias...

— ¡Sí! — se escuchan los gritos de una mujer mitad humana, mitad pez, dentro del lago. Ella perdió a casi todas sus hijas en manos de los seguidores de los ocho.

— ¡La naturaleza cobra su poder! Nosotros, los poseedores de la magia que la protege, derramaremos la última gota de sangre de aquellos que derramaron la primera, porque así deberá ser.

El llanto de una de las mujeres ensordece a los cuatro hombres bárbaros, doblándose de dolor y liberando quejidos. La voz de una de las cuatro mujeres se escucha por lo bajo entre el dolor de los hombres y toda la comunidad presente calla.

— Nuestra sangre, la que supuestamente los protegerá, será la única que tendrá el poder de eliminarlos de la faz terrenal. ¡Llamo a las deidades oscuras! ¡Señores del mal, escuchen nuestras plegarias y venguen nuestras muertes cueste lo que cueste!

— ¡Las masacres eran lo correcto! — explica la mujer a su lado.

Al instante, los ulakucs reciben la orden por parte del viento y cortan la primera cabeza de uno de los ocho, la sangre que cae sigue un camino por la tierra que lo dirige a un pozo, y los siguientes dos hombres que mueren su sangre sigue el mismo recorrido. Los ojos de Rebbekah se llenan de lágrimas, sabe que su amado morirá, ella cree que fue mal juzgado, pero en realidad es culpable de lo que se lo acusa, él también ideó las masacres, pero luego se arrepintió.

Ella se voltea y corre fuera del claro del bosque junto al lago al mismo tiempo que él y las cuatro mujeres caen al suelo descabezados y su sangre llena los tres pozos que, en combinación con los cuatro elementos, surgen los tres objetos de protección mágica: el cofre de sangre, la daga incandescente y el cristal escarlata.

El cofre de sangre: la llave perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora