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Se sobresalta pero cuando ve quién es suspira y vuelve la vista al camino, quitando la mano de el arma debajo de su chaqueta.

–Demonios Thalia, pude haberte disparado.

Me las arreglo para saltar hasta el asiento del copiloto y me acomodo el cabello intentando no parecer tan abrumada estando cerca de él.

–Bastante hice por ti al dejarte ir, si te ven conmigo en el coche considéralo como el final de tus días.

–Tampoco es como si te importara, ¿o me equivoco?–enciendo el aire del coche ya que estar estacionados en un bosque no es la mejor idea.

–No tengo tiempo para tus estupideces.–se inclina hacia mi tomándome por sorpresa y cuando nuestros rostros quedan aproximados, la puerta a mi lado se abre por su mano–Ahora hazme el favor de irte, tengo que inventar una historia de aquí al muelle.

No me muevo, al contrario, cierro la puerta. No pensaba irme todavía, había esperado mucho tiempo para tenerlo frente a frente y ser capaz de tener una conversación libre de sillas y cuerdas.

–Desde que volví todos, y cada uno de mis amigos me han dicho que tu no eres quién solías ser.–empiezo a hablar con voz calmada–Cada uno al parecer tiene sus razones para odiarte, especialmente Marcus.

Sonríe de medio lado.

–Marcus tenía la meta de hacerme entrar en razón cuando me encontró. Supongo que mi única opción de hacer que me dejara en paz no fue de la mejor manera.

Contengo la respiración por unos segundos.

–Solo dime que te pasó. ¿Porque estás con estos tipos? Te creía más inteligente que esto.

Aiden se voltea hacia mi y por un momento pensé que iba a gritarme pero se controla lo más que puede, puedo ver en sus ojos que esta haciendo todo lo que puede para no estallar.

–Hace siete malditos años tu imprudencia nos cayó encima y nos separó. Tú...–me señala con coraje–caíste en un internado pero yo... terminé con tres balazos. ¿Te digo que me cambio?–la manera en la que hablaba estaba empezando a asustarme el estar a solas con él en medio de la nada–Rozar la muerte. Porque te juro que sentí que moría y no tengo ni idea de que estoy haciendo aquí. Es la peor sensación, ¿sabes? El frío tomando cada parte mi cuerpo y luego dejándolo en un instante.

Me quedo en silencio, solo observando como va tranquilizándose. Su pecho empezó a subir y bajar con normalidad y mira hacia delante.

No sabía que decir, fuera lo que fuera sentía que iba a ser incorrecto. Al verlo solo veía a una persona traumada y rota.

–Aiden...quizá si vengas con nosotros podamos ayudarte a estar mejor y...

–¡Cállate!–grita haciéndome dar un salto en mi lugar–Lárgate.

Lo miro a los ojos y al hacerlo solo veo rabia en ellos.

–¿Eso es lo que quieres?

–Solo hazlo.–pronuncia bajo pero sin ningún titubeo.

Asiento con la cabeza y me quedo un momento sentada allí antes de salirme y cerrar la puerta con toda la fuerza que pude recolectar. Momentos después, su auto desaparece de mi vista.

Muy caballeroso, dejar a una chica indefensa en medio de la nada.

El tiempo en mi habitación en el internado lo pasaba imaginándome de que formas podía herir a Aiden una ves lo viera a ver. Y lo hice. Tuve varias ocaciones en que lo golpeé y aunque seguía con ganas de hacerlo hoy no pude evitar subirme a su coche. La forma en la que habló me hizo entender perfectamente que no está bien. Quizá mis amigos querían que al ver a Aiden todo fuera como siempre; como si nada hubiera pasado. Tal vez ninguno de ellos se puso a pensar en los traumas que él tuvo que pasar por su cuenta. ¿Debería rendirme?

Tú (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora