Parte I
Para comprender realmente la magnitud de la conmoción que experimenté cuando Jeff Johnson rompió mi corazón, necesitan comprender las circunstancias inusuales de nuestra relación hasta ese momento.
Jeff y yo nos conocemos desde que nacimos. Nuestras madres se conocieron en una clase de yoga prenatal y se convirtieron al instante en mejores amigas, unidas a la misma fecha de parto y la tendencia en común de vomitar durante la clase.
Jeff y yo nacimos en el mismo frío día de invierno: 11 de febrero de 1997.
Siendo bebés fuimos a las mismas citas de juegos y los grupos de mamá-y-yo. Cuando crecimos un poco más, se convirtió en el mismo pre-escolar y luego la misma escuela primaria, preparatoria y escuela secundaria. Tenemos los mismos amigos, participamos en las mismas actividades extracurriculares, y hemos celebrado cada uno de nuestros cumpleaños juntos.
He estado perdidamente enamorada de Jeff por años, pero a pesar de mi eterna devoción secreta, nunca hemos sido nada más que los mejores amigos. Al saber que los chicos son más lentos para desarrollarse en el departamento del romance, esperé pacientemente porque Jeff alcance sus sentimientos. Nunca tuve ninguna duda de que él algún día me vería por la chica que soy y me daría mi primer beso. Luego iríamos al baile juntos y eventualmente terminaríamos como el Sr. y la Sra. Jeff y Emily Johnson. Incluso nuestros nombres encajan perfectamente juntos.
Jeff lanzó la bomba que cambió mi vida el pasado Año Nuevo. Mi mamá y yo habíamos ido —como lo hacíamos cada año— con la familia Johnson a su condominio increíblemente bonito en Park City para las vacaciones de invierno. Se acercaba la hora de la cena, y Jeff y yo estábamos viendo un documental fascinante sobre los efectos del uso de esteroides en el cuerpo humano.
— ¿Dónde está tu hermano? —La mamá de Jeff, Jennifer, estaba de pie en la cocina, frunciendo el ceño hacia la pila de platos en el fregadero.
Jack Johnson no es mi hermano, técnicamente, pero no lo pensé dos veces antes de contestar la pregunta de su mamá. —Bajó al gimnasio hace una hora.
—Sin camisa, —añadió Jeff con un bufido. —Creo que los nuevos inquilinos abajo en el 7B tienen una linda hija. ¿Cuál era el término que él usó?
—Whooty. —Me reí.
—¿Whooty? —Hizo eco Jennifer.
—También era nueva para nosotros. Tuvimos que buscarla.
Jeff felizmente recitó la definición que habíamos leído en Urbandictionary.com. —Chica blanca que tiene una cara bonita, una cintura delgada, y un voluptuosamente grande, generoso y hermoso trasero.
Jennifer soltó un largo suspiro exasperado, había un toque de diversión en su voz cuando dijo—: ¿De dónde saca esas cosas?
Como si hubiera sentido sus orejas ardiendo, Jack entró por la puerta principal y respondió la pregunta de su mamá. —Algunas personas tienen un don. —Entró en la cocina —aún sin camisa y ahora empapado en sudor— levantó a su mamá con un gran abrazo, y le dio un beso mojado en su mejilla. — ¡Te amo, mamá! ¿Qué hay de cenar? Muero de hambre.
— ¡Asqueroso! —Gritó Jennifer y lo alejó con una palmada—. ¡Eso es asqueroso, Jack! ¡Sé que te he enseñado mejores modales que eso!
Jack frunció el ceño. — ¿Desde cuándo abrazar a tu mamá y decirle que la amas son malos modales?
Jennifer suspiró de nuevo pero esbozó una sonrisa. Metió una galleta con chispas de chocolates en la boca de su hijo mayor después de ver el puchero en su rostro.
Algunas personas tienen muy buenos dones. Jack Johnson podía encantar a cualquier chica que conocía para que se quitara los pantalones, y frecuentemente lo hacía si los rumores alrededor de la escuela eran ciertos. Que sí lo eran.
—También te amo, cariño, —dijo Jennifer—, pero apestas. Ve a ducharte, por favor, y luego regresa aquí y lava los platos.
— ¿Los platos? —Se quejó Jack, dirigiéndose al refrigerador.
Afortunadamente Jennifer interceptó a la leche y le dio a Jack un vaso antes de que pudiera sorberla del cartón. —Sí. Los platos. Era tu turno de hacerlo después del almuerzo. Si no están listos antes de la cena, estarás a cargo de todos los platos de la cena también, y Emi estará libre esta noche.
—Genial, —dije por encima del hombro desde la sala de estar—. Por todos los medios, Jack, atrásalos un poco más.
Jack finalmente nos notó a Jeff y a mí en el sofá. — ¿Qué están haciendo tontos?
—Aprendiendo sobre los esteroides, —dije alegremente—. Probablemente deberías saber que usarlos puede causar acné, atrofia testicular, disminución del conteo de espermatozoides, aumento de la próstata y ginecomastia.
Jack se veía consternado. —¿Gineco qué-ia?
—Pechos agrandados en hombres, —tradujo Jeff—. Por lo que deberías dejar el jugo antes de que tengas que comenzar a pedir prestados los sostenes de Emi.
Respiré entrecortadamente ante la mención de mi ropa interior y golpeé con fuerza el hombro de Jeff.
Detrás de mí, Jack se rió. Sabía que él estaba a punto de devolver una respuesta, pero me negué a mirarlo. Segundos después su cálido aliento estaba en mi cuello. Susurró lo suficientemente bajo para que su madre no pudiera escuchar lo que decía. —Me gustan mis sostenes de colores y de encaje, Emily. No estoy seguro de que tu colección logre eso para mí.
Mortificación total. Jack podría ser tan cercano como familia para mí, pero aún así era uno de los chicos más sexys y populares de toda la escuela. Él, hablando de mis sostenes con esa voz baja y sexy que podía detener el corazón de una chica en el lugar, hizo que mis pulmones se contrajeran. Además, tenía razón. Mis sostenes eran de la variedad de algodón de color blanco y lisos.
— ¡Mamá! ¡Jack está molestando a Emi de nuevo!
El grito de Jeff me sobresaltó de mi ataque de pánico. Jack aún estaba mirándome, con una sonrisa maliciosa jugando en sus labios, así que hice la única cosa que se me ocurrió hacer. Olfateé una vez y luego pretendí vomitar. —Ugh. Tu mamá tiene razón. Realmente apestas. Por favor ve a sudar sobre alguien más.
Jack se río mientras volvía a la cocina en busca de más galletas.
— ¿Qué es lo que hace que tu hermano sea una hormona andante? —Le pregunté a Jeff—. ¿Crees que es toda la actividad física? Quiero decir, con el ejercicio, el snowboard, y el baloncesto, tiene que tener un alto nivel de endorfinas como de, ¿qué, ochenta y cinco por ciento del tiempo? ¿Crees que hay una correlación entre los dos? ¿Algo como que mientras más activo sea el atleta, es más grande el maníaco sexual?
Jeff se encogió de hombros. —Probablemente. Piensa en la reputación de los atletas profesionales.
— ¡Ja! Tal vez ese debería ser el tema de nuestro experimento para el club de ciencias este año.
Jeff me dio una mirada extraña. — ¿Cómo, exactamente, procederías con la prueba de esa teoría?
Pensé en la aplicación práctica que sería requerida para un experimento como ese y rápidamente volví a sonrojarme.
—De acuerdo, —cedí, aunque la idea de Jeff y yo entrenando y sudando juntos sólo para trabajar uno en el otro con una candente sesión de besos era muy atractiva—. Pero necesitamos idear algo pronto. La feria es en marzo este año. No nos da mucho tiempo.
De pronto el cuerpo de Jeff se puso rígido. Lo miré justo a tiempo para ver su rostro ponerse un poco verde.
— ¿Qué te pasa? —Quería hacer una broma sobre él estando tenso por los esteroides o algo así, pero se veía demasiado asustado como para bromear. Algo estaba realmente mal con él, así que pausé la televisión, me enderecé y le di mi completa atención.
— ¿Estás bien?
—Sí. —Jeff tragó—. Es sólo que… he querido hablar contigo sobre eso.
— ¿Sobre qué?
Dio un gran suspiro y luego lo soltó. —No voy a hacer lo de la feria científica este año.
Me tomó un minuto asimilar esta noticia. Hemos sido compañeros en la Feria Científica del Estado de Utah cada año desde el sexto grado.
— ¿Qué?
—Um… bueno… verás… Miles Fuller se mudó durante las vacaciones, así que el equipo de debate necesita una persona o no serán capaces de volver a competir. Mindy Pérez y yo llevamos Hablar en Público juntos el semestre pasado. Ella me pidió que llenara el lugar de Miles. Dijo que tengo carisma y un talento natural de persuasión. —
No pude hablar por sesenta segundos completos. Él estaba hablando en inglés, pero aún así no podía entender sus palabras.— ¿Te uniste al equipo de debate?
Asintió.
—Pero ellos se reúnen al mismo tiempo que el club de ciencias.
—Lo sé. —La mirada de Jeff bajó a su regazo como si no pudiera soportar mirarme—. Renuncié al club de ciencias. Ya le envié un correo electrónico al Sr. Walden al respecto.
— ¿Renunciaste? —Mi voz saltó tantos octavos que se rompió a la mitad de la palabra renunciaste. Tenía el desagradable efecto de hacerme sonar como un ratón—. ¡Pero eres mi co-presidente!
—De todos modos eres mejor con toda la cosa de las ciencias que yo.
—Sí, pero no soy algo como, un líder. Por eso es que la pandilla votó por nosotros. Juntos. Te necesito.
Jeff hizo una mueca de dolor y luego negó con la cabeza. —No es así.
—Bien, —dije, incluso aunque se sentía muy, muy mal—. Pero incluso si renuncias, podrías hacer la feria científica conmigo. Ya todos tienen pareja. Tendría que hacerlo sola.
Jeff finalmente me vio a los ojos. Se veía aún más culpable ahora. —No tendré tiempo. Mindy dijo que el debate se pone muy intenso. Además, ¿con todos los cursos de honores que tenemos este semestre? La feria científica es mucho trabajo.
— ¡Lo sé! Y ya hemos esperado hasta que inicie enero para comenzar. No seré capaz de hacerlo yo sola. Tendré que retirarme.