Jack no estaba bromeando cuando dijo que tenía teorías que probar. Había venido preparado.
Dijo que todavía pensaba que la mejor manera de finalmente hacerme enojar era encerrarnos a Jeff y a mí en una habitación y hacernos pelear. Cuando le dije no a eso, me mostró su plan de respaldo.
No soy demasiado una persona de enojarse. Nunca lo he sido. Fácilmente estresada hasta el punto de hiperventilación, claro. Pero, ¿meterme en peleas? Nunca.
Jack decidió que si podía conseguía ponerme realmente enojada, por cualquier motivo, eso podría funcionar como un catalizador para toda la ira reprimida —sus palabras, no las mías— que albergaba por su hermano. Él había buscado maneras de irritar a una persona en Internet y luego declaró que planeaba molestar la mierda fuera de mí hasta que desatara una jodida tormenta de furia sobre él. Una vez más, esa frase era toda de Jack.
Según Google, la forma más fácil de poner a alguien irritable es sobre-estimularlos. Jack comenzó por hacerme tomar un paquete de cuatro de Red Bull. Luego nos encerró en mi habitación con una luz estroboscópica, encendió algún tipo de música death-metal furiosa y me acribilló con pasas. Eso no funcionó, así que sacó una pistola de agua de su mochila.
Cuando se negó a dejar de arrojarme chorros a menos que se lo hiciera a él, finalmente perdí la cordura y me lancé sobre él. Luché con él por el arma, pero eso sólo dio lugar a que me torturara haciéndome cosquillas hasta que casi me meo en mis pantalones.
En lugar de enojada, acabé empapada con pasas pegadas en mi pelo y fijada debajo de Jack en mi cama. Esto resultó ser demasiado tentador para el casi inexistente control de Jack. Me besó, e incluso con la luz estroboscópica y el death metal a todo volumen, le regresé el beso. Continuamos por un buen rato, y así es como mi mamá nos encontró cuando llegó a casa del trabajo.
Jack trató de decirle que fue en nombre de la ciencia. Yo culpé de todo al Red Bull. Ninguna excusa fue aceptable para mi mamá. Nos sentó y nos obligó a decirle exactamente lo que estaba pasando. Le mostré mi revista científica sobre nuestro experimento, esperando que la hiciera tener piedad de mí. Creí que lo haría, pero no se tranquilizo hasta después de leer el diario de Jack.
No sé lo que Jack había escrito en esa cosa, pero fuera lo que fuera, no podría haber sido tan científico como había afirmado que era. Mamá leyó su "prólogo", nos ordenó a los dos ir a preparar la cena, mientras se acurrucaba en una silla y devoraba el resto del diario como si fuera una de sus novelas. La oí reír en voz alta muchas veces, y cuando terminó, noté un pequeño montón de pañuelos asentados en el extremo de la mesa.
Mamá siempre había amado a Jack, pero después de leer su diario, creo que podría haberse realmente enamorado de él. Por mí, quiero decir. Nos perdonó por completo por besuquearnos en mi cama con la puerta cerrada y prácticamente actuaba como si nos fuéramos a casar algún día.
Sin embargo, logró amenazarlo casi con su vida si tan sólo ponía un dedo sobre mí durante nuestra noche del día siguiente. Creo que planeaba un medio de pegarnos a ambos a nuestras propias camas.
Al día siguiente en las pistas de esquí, mamá y yo terminamos juntas en un telesilla, y no pude evitar preguntar—: ¿Qué diablos hay en el diario de Jack?
Mamá me sonrió con este destello de amor alcanzando sus ojos. —Es un buen chico, ¿verdad? Estoy tan contenta de que haya estado allí para ti.
Suspiré. De ninguna manera ella iba a soltar la sopa. Jack la tenía completamente envuelta alrededor de su dedo meñique.
Después de un minuto de silencio, mamá aspiró un gran trago de frío y fresco aire de montaña. —Sabes, Emily, te debo una disculpa. —Su voz era muy pequeña de pronto—. A ti y Jeff, a ambos.