Cuatro.

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— ¿No volver? —pareció que a Sesshomaru le cayó la noticia como balde de agua fría pues dio traspiés y cayó sentado en el borde del pozo con una semblante sombría y el labio inferior temblando—. No puede ser cierto, ¿estaré atrapado aquí? ¿Contigo?

Le dijo despectivo observándola, Kagome infló las mejillas e hizo un puchero, se dio la media vuelta y alejándose de Sesshomaru respondió.

—Si deseas algo, príncipe de la arrogancia, conoces dónde me encuentro —giró unos segundos—. Después de todo no tienes más a dónde ir.

Y salió cerrando detrás de ella las puertas del lugar, Sesshomaru enmarcó una ceja contemplando la verdad de sus palabras tendría que quedarse ahí hasta quién sabe cuándo, no podía siquiera pensar quién le haría una atrocidad así, o incluso quién quería también mantener a Kagome en su época, ¿y en quien mejor pensar que en Kikyo? El cadáver ya no tenía cabida en ese lugar, en el mundo de los vivos, ¿por qué querría, o mejor dicho, pensar en regresar a manos de Inuyasha? Oh su hermano Inuyasha era un completo idiota, dejar a un miko tan poderosa como Kagome, y lo mejor de todo es que ella seguía viva, no como Kikyo.

Sacudió la cabeza y se puso de pie, el olor de Kagome no se había alejado mucho estaba de hecho a unos cuantos pasos de la puerta, siguió el aroma saliendo por las puertas encontrándose a Kagome sentada a unos metros de ahí. Su cabeza descansaba en el tronco de un árbol aclamando seguramente que él se fuera, sentía el mismo desprecio que ella por él.

—Te he encontrado —murmuró acercándose a ella recordando que pronunciaba la misma frase con Rin cada que ella quería jugar a las escondidas y tenía el mismo ánimo abatido cada que jugaban—. Kagome.

La chica se sorprendió al escucharlo mencionar su nombre por primera vez y le vio con ternura.

—Sesshomaru —dijo tan fuerte que el hombre pensó por unos segundos que diría nuevamente la palabra "abajo"—. ¿Quieres sentarte un momento?

Un alivió salió de sus labios y sin rechistar se sentó junto a ella, ahí estuvo en silencio pues no pronunció palabra alguna durante un buen rato que hasta incluso pensó por unos momentos que se había quedado dormida, pero no podía evitar notar la manera en la que respiraba, era una respiración intranquila y desbocada.

— ¿A qué le tienes miedo, humana? —preguntó conociendo perfectamente la respuesta y era su inútil medio hermano hanyu Inuyasha, era más que obvio, el chico no sabía cómo no hacerle daño ni siquiera estando lejos de ella, no pudo evitar soltar un resoplido sabiendo que respondería con algún tipo de decadencia humana.

—Inuyasha —murmuró y para sorpresa de Sesshomaru su respuesta le achicó el corazón por la tristeza con la que lo hizo, no creía poder sentir tanta lástima de tan desdichada mujer—. No creo que vuelva por mí.

—Entonces yo buscaré la manera de que regresemos —dijo sin más por unos momentos creyó haberlo dicho con un poco de afección pero entonces pensó que claro que su hermano era su enemigo y si hacer que la mujer regresara le diera dolores de cabeza, lo haría, pero No era justo para ella y él mismo lo sabía, sólo tenía que ser un tonto cabeza hueca para no darse cuenta.

Ella sonrió y levantó su brazo para limpiar con la manga de su camisa las lágrimas que caían sobre su rostro, Sesshomaru no pudo evitar un pensamiento lacerante que para una persona tan fría como él le sorprendió siquiera imaginarlo, "Era hermosa".

—Tengo mucho apetito —se levantó de un salto—. Si deseas algo Sesshomaru, sabes dónde encontrarme.

Respondió como hacía unos minutos atrás, sólo que su semblante había cambiado como por arte de magia, ¿quién era esa mujer tan interesante?

Se puso sobre sus dos pies de la misma manera y caminó hacia su casa a una distancia que consideró prudente, observó de arriba a abajo el lugar, no era un palacio ni mucho menos una pocilga pero sí era mejor que dormir a la intemperie algo que no podría hacer desconociendo el terreno de esa época. De un salto llegó a la habitación de Kagome, estaba completamente inundada de su olor, de su embriagante aroma, se sentó en una esquina donde espero pacientemente hasta que llegó Kagome quien pegó un grito al verlo verle medio desnuda.

Sesshomaru no parecía sorprendido hasta que escuchó de los labios de Kagome decir "Abajo".

— ¿Qué diablos hice yo? —gritó enfurecido con el rostro pegado al suelo, sabía perfectamente que su poder era insuperable pero si levantaba la cabeza una vez más estaría besando el piso y también sabía que ella no dudaría en hacerlo en cualquier momento.

—Lo lamento —se acercó a él con remordimiento tomando una bata que colgaba en la pared y se la colocó, Sesshomaru sólo pudo ver sus pies descalzos moverse a través de la habitación hasta sentarse en la cama—. Lo lamento mucho, es costumbre gritarlo desde que Inuyasha hacía lo mismo, sólo que él ya hubiera levantado la mirada.

—Que esa bestia sea un animal aún, no significa que yo lo sea —bufó levantando la mirada como ella dijo y la divisó sentada sobre el borde, jugaba con sus dedos un poco apenada—. Recuerda que yo no soy de esa familia inmunda de humanos.

—Soy un humano Sesshomaru, y recuerda que también tengo el poder de hacerte caer —le amenazó, el platinado asintió de manera inconsciente y desvió la mirada hacia la ventana—. Ahora, ¿podrías voltearte o cerrar los ojos? Debo cambiarme.

Bufó una vez más y aceptó girando sobre su eje para darle la espalda.

—No entiendo qué sucede contigo, podría contar las veces que ya me has dejado caer de cara al suelo. A mí, un poderoso demonio —elevó las manos y Kagome rio por unos segundos, sus gestos en la época actual eran realmente expresivos, algo que no había visto jamás.

—Ni yo contigo —le reprochó poniéndose su pijama, tomó el cepillo para peinarse y continuó—. Nunca creí tener una conversación tan larga y que hablaras con más de tres palabras además de un Mpmh, eres muy formal.

—No es de tu incumbencia si hablo mucho o no —gruñó, tampoco sabía cuántas veces ya gruñó ese día.

—Quieras o no Sesshomaru, tendrás que hacer una buena relación conmigo —el albino volteó de inmediato perplejo, su estupefacto rostro se volvió al ver a Kagome acomodar su pijama mientras peinaba su cabello y recordó que ella quería un poco de privacidad, ella continuó descubriendo que Sesshomaru acataba una simple regla que era quedarse quieto en la esquina—. Lo que digo es que hasta que no encontremos una manera de volver, soy la única persona en la que puedes confiar aquí.

Es tiempo de cuestionar.Where stories live. Discover now