200 dias antes.

168 31 2
                                    

— ¿Podemos hablar de esto como personas adultas?– Le pregunto mientras esquivo uno de los libros que lanza contra mi.

— No, no podemos.– Se acerca al librero y toma El señor de los anillos.– Hijo de puta.– Me grita mientras el libro vuela por medio de la habitación hasta impactarse con mi hombro.– Lárgate de una maldita vez.

— ¿Quieres calmarte?– Trato de acercarme a él pero parece inútil, cuando yo doy un paso hacia adelante el da dos hacia atrás.

— No, déjame solo.– y de pronto rompe en llanto y se desploma en el suelo.– Vete.– Son las únicas palabras que puedo escucharle decir en medio de sus sollozos.

— Gerard,– Me acercó lentamente y le toco el hombro con delicadeza.– Esta es una gran oportunidad para mi, ¿lo entiendes?

— Entonces tómala.– Aleja mi mano de su hombro con brusquedad y se limpia las lagrimas antes de proseguir.– Vete a New York, no me importa.

— Pues es obvio que si.– Muevo mi mano al rededor mostrando todo el desastre que ha provocado en el departamento.– Si quieres que me quede debes decírmelo.

— Lárgate.– Su voz es fría y por alguna razón me duele en el pecho sus palabras.

— Escucha, no puedo quedarme si lo único que me ofreces es sexo cada que se te antoje.

— Entonces vete, puedo encontrar a otro para coger.

Estaba ebrio, tal vez debía entender eso, pero ya estaba tan harto de que durante años me tratara como basura y más aún que yo se lo permitiera.

Me levanté, tomé mis cosas y me fui hasta la puerta, en ningún momento se tomó la molestia de mirarme siquiera, peor aún de detenerme, entonces me fui dispuesto a dejar a Gerard y a este pueblo de mierda atrás, traté de tener fuerza de voluntad y por una vez en la vida pensar en mi.

Pero el amor es algo extraño, tan pronto como llegue a mi departamento y escuche el mensaje que Gerard había dejado en mi contestador toda la fuerza se me vino abajo con solo oír su "lo siento", ni siquiera parecía una disculpa real pero no importó.

Tal vez él me necesitaba a mi mucho más de lo que yo necesitaba ese trabajo en New York.

Era tan estúpido como para seguir pensando que algún día su depresión se iría, sus cambios de animo desaparecerían y al fin pudiera ver que me amaba.

Era tan patético.

The Journey | FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora