Parte 8

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Al mirar a un amor platónico, las sensaciones de vuelven más sensibles, como si el pestañeo de esa persona fuera suficiente para querer vivir toda a su lado. Como si su sonrisa fuera la más maravillosa que hubieses visto y te quedas pensando hora y horas en ella, disfrutando cada movimiento muscular que hizo al reír, sobre todo porque estás seguro de que aquella persona no se estaba riendo de ti, ni de tus sentimientos, se estaba riendo contigo. Y ese contigo te hace revolotear el estómago, como si miles de mariposas decidieran que era buen momento despegar sus alas y volar a través de ti, causándote en rubor en las mejillas, balbuceos incesantes y la necedad infinita de lanzarte los brazos de tu persona amada.

Así se sentía justo ahora Gokudera.

— ¿Es el pasado? —se murmuró Hibari, mirando a Gokudera. —Claro que lo es.

— ¡H-Hibari!

Este suspiró, observando la cara roja de Gokudera, una pequeña sonrisa, casi comprensiva, se plantó en el rostro contrario; acelerando el corazón de Gokudera, queriendo estallarlo de emoción.

— ¿Qué pasa, Hayato? —llamó poniéndole una mano en la cabeza. Los ojos verdes de Gokudera relucieron más con sus mejillas coloreadas; Hibari pensó que aquello definitivamente era malo, si Gokudera seguía mostrándole esa cara, podría alterar su futuro.

— ¿M-Me llamas por mi nombre? —preguntó, pasando saliva. — ¿Q-Qué clase de relación mantenemos tu y yo?

Hibari dejó caer la mano que antes acarició los cabellos de Gokudera a un costado suyo. Gokudera notó que los ojos del Guardian de la Nube tomaban un color más oscuro, como si estuviera rememorando algo que no le gustaba en absoluto. Los gritos de Lambo lo distrajeron por un segundo, él estaba jugando con I-pin y ya se marchaban corriendo.

— ¿Por qué no estás en la escuela? —desvió Hibari la anterior pregunta formulada, observando su uniforme.

—Puff, tu deberías saberlo mejor que nadie. —farfulló Gokudera, haciendo un mohín.

La tensión incremento de forma gradual en el ambiente, Gokudera comenzó a sentirse incomodo por la mirada tan penetrante que Hibari le dirigía. De verdad estaba curioso acerca de la relación que mantenían ambos, ¿cómo decirlo? Quería saber si aún tenía una oportunidad, por mínima que fuera; o quizás lo anterior dicho a Hibari debería comenzar a aplicarlo de una vez, alejarse de él para siempre y solo mantener esa unión con él por la familia Vongola a la que también se negaba a pertenecer.

Hibari en cambio hizo una acción que desubico por completo al otro, le tomó de la mano. Gokudera se echó para atrás, soltándola de inmediato; Hibari entonces reafirmó el agarre, mostrándose como el mayor de ahí al mirarlo fijamente.

— ¿Qué...?

¡Definitivamente, no era una relación normal la que tenían esos dos! Hibari debería estar pensando que ya estaban saliendo, lo cual ponía feliz a Gokudera, pero no era así.

— ¡Aún no estamos saliendo! —gritó Hayato, avergonzado.

El Guardián de la Nube lo miró sorprendido, con sumo cuidado, como si se tratara de la cosa más delicada que jamás había tocado. El corazón de Gokudera sentía que ya había bombeado toda su vida, estaba a punto de caer rendido ante Kyoya, otra vez.

Y de hecho, así paso.

Al momento en que Hibari besó su mano, Gokudera sintió que los colores del paisaje se volvían más intensos, que aquella persona era la correcta y estaba feliz de haberse enamorado de él.

—Lo sé. —respondió Hibari, incorporándose. —Pero, desde hace mucho, he querido hacer esto. Tu futuro yo jamás me lo permitiría.

— ¡Por supuesto que no! —gritó Gokudera, apartándole la mano y sosteniéndola, contra su pecho. — ¡Es muy vergonzoso, idiota, estamos en público!

—Yo no veo a nadie. —comentó él, desinteresado.

Los minutos estaban pasando rápidamente, Hibari sabía que el tiempo se le estaba agotando, por lo que se dedicó a observar a Gokudera un largo tiempo, logrando incomodarlo. Hayato pasaba saliva cada dos por tres, con un rubor que no tenía la mínima intención de desaparecer, estaba nervioso, incomodo y avergonzado; aquel muchacho estaba experimentando su primer amor, ojalá él hubiera apreciado cada uno de sus gestos como ahora, porque definitivamente ese quedaría tatuado en su memoria.

Sin duda aunque Gokudera Hayato no había sido su primer amor, si había sido el más inocente, el más tierno y el que siempre mantenía presente, incluso en su yo actual.

—Hayato. —dijo Hibari, agachándose a su altura. —Si no mal recuerdo, tomaste mi primer beso.

— ¿Todavía...?

—Así que como pago a eso, te pediré un favor. —ignoró su reacción adorable, abrazándolo con fuerza. Hibari oscureció su mirar, oliendo los cabellos de un Gokudera que no entendía nada. Al momento en que escuchó el puff y la nube de humo los rodeó, escuchó la petición de Hibari del futuro.

Gokudera se apartó de Hibari, sintiendo su aura oscura rodearlo, alzó su mirada a él ahora sin rubor en las mejillas, simplemente mirando al recién llegado que tenía un golpe bastante fuerte en la mejilla.

— ¿Quién...?

—Justo ahora, eres la persona a la que menos quiero ver. —gruñó Hibari, dándose la media vuelta.

Mientras lo veía marcharse, Gokudera desvió la mirada, repitiendo las palabras del futuro Hibari en su cabeza.

"No te rindas conmigo."

Me debes un favor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora