Parte 13

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Gokudera sentía que estaba soñando, tenerlo ahí frente a él, le provocaba una sensación de satisfacción inmensa. A pesar de que Hibari era tan serio como siempre, el muro que siempre los separaba, no estaba y encontró que eso le fascinaba. Si hacía una pregunta, Hibari se limitaba a responderla con sinceridad, mirándolo en todo momento. Esa hostilidad, si bien no desapareció por completo, era menor a la que el Hibari del presente tenía.

— ¿Qué le dirás a Tsuna? —preguntó Fon, terminando de comer sus fideos. Gokudera despertó de su ensueño, parpadeando y ruborizándose al darse cuenta que estuvo mirando a Hibari todo ese rato. —Se preguntará donde está el Guardían de la Nube.

—Bah. Ese bastardo suele desaparecerse por días enteros. —se quejó Gokudera, cruzado de brazos. Kyoya alzó una ceja en su dirección. —No pasará nada, además el Décimo no tiene porqué preocuparse por él. En el peor de los casos, le diré la verdad.

— ¿A Tsuna? ¿No temes cómo reaccionará?

Gokudera negó con la cabeza. —Él es el Décimo, lo entenderá.

Fon miró a Hibari, sin embargo, él no pareció querer agregar nada más a la conversación. El arcobaleno del chupete rojo sonrió, parecía que ambos confiaban en su jefe; aunque a Kyoya parecía no importarle demasiado el qué dirán, es más, se veía dispuesto a golpear a cualquiera que se interpusiera en su camino, como siempre. Definitivamente había cambiado demasiado poco en esos diez años.

— ¿Y dónde dormirá? —preguntó Fon. —La cama ya está ocupada por Gokudera y por mí.

— ¿Duermes con él?

—Es un bebé, no voy a dejarlo dormir en el suelo. —contestó Gokudera con los ojos en blanco. Fon sonrió, irritando a Hibari.

—Ya veo. Entonces puedes acompañarlo. —dijo, molesto. —Dormirás en el suelo con él.

— ¡No me corras de mi propia cama, bastardo! —reprochó Gokudera, inclinándose sobre la mesa. — ¡Las visitas son las que duermen en el suelo!

—No.

— ¡Nada de no!

—Tranquilícense los dos. —reprendió Fon, pese a que el único alterado era la tormenta. —Podemos compartir los tres el futon de visitas, es bastante amplio.

— ¿Y por qué haríamos eso si tenemos una cama? —contestó Gokudera, poniendo mala cara.

—A pesar de que eres un maestro de artes marciales, no se te da bien ser inteligente. —dijo Hibari con la misma expresión de Gokudera.

Fon suspiró, lástima que su apariencia de bebé no ayudara para mantener a esos dos a la raya. Por eso prefería a la naturaleza antes que a los humanos.

Cuando llegó la hora de dormir, Fon y Gokudera quedaron en el futón, ante la mirada amenazante de Hibari. Hayato resopló, alzando el mechón que cubría su frente; si no fuera porque realmente se sentía feliz de tenerlo ahí, lo hubiera mandado a volar con su dinamita, aunque eso significara quedarse sin departamento. Al mirar entrar a Hibari en el baño, dibujo una suave sonrisa, emocionada.

Habría tantas cosas que hacer esos próximos días.

Debía pasar toto el tiempo que pudiera con él antes de que fuera sustituido por su yo presente. Y cuando eso pasara, tendría que darse por vencido... ¿o no?

—Pareces feliz y confundido. —comentó Fon, ya con la pijama puesta y con la cabeza recostada en la almohada al lado de Gokudera.

—No lo estoy. —protestó.

Me debes un favor.Onde histórias criam vida. Descubra agora