Parte 25

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—Yamamoto. —llamó Gokudera, dándole una media sonrisa. Él estaba mirando el anillo en la mano del chico, justo había visto a Hibari estar con uno igual en la mañana.

Él llevó una mano a su rostro, dando una sonrisa irónica.

—Ya lo sabía, ¿sabes? —comentó, dándole una cálida mirada. —Que incluso si ustedes no lograban estar juntos, jamás me verías como algo más que un amigo.

—Y aun así tú...

—Cuando quieres algo, buscas luchar por él hasta el final. —dijo él, acercándose a Gokudera. Este lo miró de manera comprensiva, sabiendo a que se refería. —Y aunque me hubiera gustado dar mi máximo esfuerzo, tú ya has decidido que es lo que más quieres, ¿no?

—Sí.

— ¿Él te hace feliz?

—Es un idiota sádico, que la mayoría del tiempo quiere pelear. —farfulló Gokudera, rascándose la mejilla. Pese a eso, tenía una suave sonrojo en sus mejillas. —Aunque gracias a Fon, he mejorado bastante, los golpes que me lanza puedo esquivarlos o contrarrestarlos con más facilidad. Y creo que eso lo emociona más.

El solo ver los ojos de su amigo, del como se iluminaban de tan solo hablar de Hibari, hizo que su corazón se rindiera por completo.

Yamamoto redujo por completo la distancia entre ambos y tomando del cuello a Gokudera, logró depositarle un beso en la cabeza, causando que el contrario se avergonzara por completo y lo echara para atrás.

— ¡¿Te quieres morir!? —gritó, apuntándole con el dedo.

—Era una idea mejor que aquí. —y puso un dedo en los labios de Gokudera. Él comenzó a rechistar a todo pulmón y a sacar sus bombas. —Ya, ya. Recuerda que me estoy dando por vencido contigo, merecía un consuelo.

— ¡Te meteré esto por detrás para darte un consuelo! —recriminó Gokudera.

Takeshi revolvió sus cabellos con suavidad, calmando por algunos instantes a la tormenta. Dolía, dolía un montón, pero mientras pudiera estar a su lado sería una vida grandiosa; Gokudera parecía feliz, y estaba seguro de que en el fondo, muy en el fondo, Hibari también comenzaba a estarlo. Les esperaba algo maravilloso al lado del otro, y él no se encargaría de arruinarlo, la felicidad de Gokudera también era en parte su felicidad.

Sin pensarlo demasiado, abrazó a la tormenta, que se quedó estático en sus brazos. Yamamoto volteó a mirar al otro edificio, Hibari los estaba observando desde el otro lado, no podía ver su expresión al estar tan lejos, pero en cuanto el prefecto se dio la vuelta para salir de la azotea contraria, Takeshi supo que era momento para irse de ahí si quería salir vivo de la escuela.

Mientras escapaba con prisa por las escaleras, fue atrapado por Tsuna que lo escondió en un aula a su lado, el castaño que estaba viendo por la ventana cuando Hibari pasaba, reconsidero ir a salvar a Gokudera también, sin embargo, algo le decía en su interior que él podría controlarlo.

Tsuna al voltear a ver a su otro mejor amigo, notó que este estaba perdido en sus pensamientos y que las lágrimas no tardaron en brotar de él.

Definitivamente alguien siempre acabaría con el corazón roto.

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— ¡Qué mierda, déjame ir a donde el Décimo! —protestó Gokudera, pataleando. Los demás estudiantes aún observaban escépticos a la nueva pareja formada, demasiado temerosos de decir algo porque les clavarían un buen puñetazo en el rostro o los morderían hasta la muerte. Así que mejor se comenzaban a acostumbrar a ver a esos dos juntos. Aunque las chicas solían pensar que Hibari había tomado a Gokudera como rehén.

Me debes un favor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora