XIX

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20 OCTUBRE - MADRID

·anaju·

Llevo más de una hora detrás de la barra y no he tenido ni un segundo ni para respirar, lo cual agradezco. Desde la fiesta de bienvenida que hicimos para Hugo y Bruno, he tratado de mantener una cordialidad entre Hugo y yo. No niego que me doliera lo que vi, pero no quise tampoco escuchar ninguna explicación porque, honestamente, yo no le di ninguna en relación a Pablo. No sería justo por mi parte dejar que él me explique lo que hace o no con su vida sin ni siquiera haber tenido yo en cuenta que él llevaba semanas sabiendo que estaba con un chico.

–Hola, Ana. –saludo con una sonrisa a Pablo, que se incorpora en la caja de al lado para agilizar la cola que se comienza a formar.

Llega un punto en el que mi cerebro desconecta y casi ni me fijo en las caras de las personas a las que atiendo, pero la persona que tengo ante mí ahora mismo se encarga de que recupere esa capacidad.

–Hola, Anaju. –frunzo el ceño con media sonrisa.

–Disculpa, ¿nos conocemos? –pregunto algo avergonzada y ella suelta una pequeña carcajada.

–Por ti me ha dejado. –alzo mis dos cejas ante la respuesta de la chica y dejo que continúe. –Tú eres la persona por la que Hugo ya no quiere volver a quedar conmigo.

–Oh. –en mi cerebro se repite la imagen de hace un par de semanas en la discoteca y ya reconozco a la rubia que me está acusando. –Aurora, ¿verdad?

–Bueno –ríe de manera amarga y baja la mirada a sus manos. –Al menos te dijo mi nombre antes de que le pidieras que pasara de mí.

–Jamás le pedí eso, Aurora. –niego con la cabeza y observo por el rabillo del ojo cómo Pablo observa la escena. –Yo no le dije nada a Hugo de que pasara de ti, no se me ocurriría.

–Ya, claro. –me mira desafiante y yo levanto una ceja. –Las dos podemos jugar a hacernos las buenas, pero no cuela, guapa.

–Creo que este no es el lugar, Aurora. –respondo con la mayor calma que mi cerebro me permite y trago saliva, tratando de contar hasta mínimo tres para no saltar la barra y sacarla de aquí de los pelos. –Y si quieres jugar tú sola, adelante. –apoyo mis manos en la barra para inclinarme unos centímetros hacia ella. –Pero yo no pienso entrar en ello.

–Tienes miedo a perder. –comenta con un tono de superioridad y yo reprimo una pequeña risa irónica.

–Lo que tengo es un par de dedos de frente. –me encojo de hombros y le dedico una sonrisa. –Igual por eso Hugo ha pasado de ti, porque tú no los tienes.

–Pero tú... –eleva su tono y yo la interrumpo con amabilidad.

–¿Vas a pedir algún café? Porque estás en una cafetería, no en el puto Sálvame. –sonrío de nuevo y ella abre su boca a modo de sorpresa. –Bien, pues si no vas a pedir nada, puedes irte. Hay gente esperando.

Se queda unos segundos estática hasta que la voz de Pablo la invita de nuevo a quitarse de la cola o pedir algo. Lleno mis pulmones de aire y lo suelto por la nariz, tratando de relajarme y no descargar en el grupo que tengo que atender ahora todo lo que tengo dentro. Pablo me da un apretón suave en el hombro y yo le sonrío, antes de retomar mi trabajo.

***

Golpeo con mis nudillos de nuevo la puerta de Hugo. Mi pierna se mueve sola, quizá de nervios o quizá de impotencia. Sé que está en casa, y también sé que está solo porque Bruno y Maialen están juntos en el cine. Vuelvo a golpear la puerta, esta vez con más fuerza, y escucho su voz desde el interior.

joy · anahugWhere stories live. Discover now