Tan lejos... tan cerca.

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Enero....

Sofía ya había llegado de vuelta, después de un vuelo de once horas y unas cuantas más en el aeropuerto. Como ya era habitual, fue duro y triste. Detestaban las despedidas. Intentó no llorar, pero no pudo aguantarlo, y si, rompió en un mar de lágrimas. Tom evitaba hacerlo, aunque sus ojos decían otra cosa. No querían tener que separarse otra vez por casi dos meses o más nuevamente. Pero las cosas tenían su razón de ser, así que abordó el avión y se fue, desapareció tras las ventanas de vidrio. Mientras él, se quedaba de pie, mirándola, hasta perderle el rastro.

Al aterrizar en Los Ángeles, un efusivo Bastien la esperaba con un enorme letrero con pegatinas, unicornios, gatitos y brillantinas que notoriamente decía "Miss Sofía Julieta Ignacia Carrera Santamaría". A Bastien le gustaba avergonzarla un poco, lo disfrutaba.

Mientras iban en el carro, en dirección a casa, Bastien le exigía que debía decirle absolutamente todo de todo y por sobre todas las cosas ¿cómo es que terminó en una publicación, más específicamente en la sección de vida social de una revista súper fifi snob al lado de varios chicos guapos ex alumnos del Eton College?

Al llegar a casa, se puso cómoda, le envió mensajes a Tom para avisarle que ya había llegado, pues Londres está a ocho horas adelante que Los Ángeles, muy cansada pero que todo había salido bien. Bastien, mientras tanto, telefoneó para que fueran a dejar unas pizzas y abrió una botella de vino, tendrían una larga conversación.

Una vez acomodados en la sala, Bastien comenzó el interrogatorio, a lo que Sofía contó, todo, todo... lo bueno y lo malo... hasta el comportamiento de Sarah durante su estadía, luego prosiguió con la cena de beneficencia...

No lo iba a decir en voz alta, pero agradecía todas esas clases de etiqueta que la abuela Hortensia la había obligado a asistir. Incluso esa horrible varilla con la que a veces la muy distinguida Hortensia De la Fuente, le daba en las manos o las piernas para que no subiera los codos a la mesa o no se encorvara.

Hizo gala de cada una de esas tortuosas clases de su niñez. Sobre todo, al momento de saludar a los invitados.

Ronald caminaba galante, no se veía tan mal en ese traje carísimo que a leguas se sabía que era de casa de diseñador, directamente hacia ellos junto con sus padres. Los Hamilton saludaron con efusividad a los chicos. Ron presentó a la chica.

Sus padres estaban encantados con ella, hasta pensaron que era su nueva novia. Sofía estaba bastante colorada, pero Archie con una risa bastante alta, dijo que después de la paliza que ella le había dado en ping pong, quedaba más que claro que Sofía era mucho para el chico Hamilton.

-En realidad, Sofía está saliendo conmigo - Tom aclaró a los señores Hamilton - la traje a Londres para presentarla a mis padres.

-Esto suena como algo muy serio querido Tommy, me da mucho gusto por ustedes - sonrió la madre de Ronald- si conoces de alguna buena chica que puedas presentarle a mi hijo para que ya siente cabeza te lo voy a agradecer.

Ron bufó.

-A tu edad tu madre y yo, ya estábamos casados Ronald- el padre del chico lo miró con seriedad - ya te teníamos y esperábamos a tu hermano Percy. No sé qué más estas esperando.

- Archivald, cielo- Lorraine, madre de Ron cambió de tema - dales las gracias a tus abuelos por prestarnos su pequeña isla para la subasta. Una pena que no puedan venir.

¿Isla? Se preguntaba Sofía. Se notaban de alta sociedad, afortunadamente, no eran arribistas como los suyos.

-El abuelo últimamente anda con bajas de salud, mi abuela no quería arriesgarlo. Así que yo he venido en su representación.

Los hilos que nos unen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora