Relatos cortos de terror

El armario de roble

Ya han pasado varias noches sin que Jorge crea que se está volviendo loco, sin que siga negando con la cabeza que lo que vió solo fue una imaginación instantánea jugándole bromas.

Desde la vez que acudió a un recorrido de casas antiguas, caminando por los pisos de madera rechinando a cada rato. Recordaba la habitación que estaba escondida en la esquina de un pasillo, y del armario que con tan solo tocarlo su mano se puso helada.

Pero el armario,  de dos metros de alto y con un diseño muy elegante captó bastante su atención, un armario de roble que a pesar de estar lleno de polvo y telarañas aún lucía  hermoso.

La misma noche que regresó a su departamento mientras apagaba las luces de su sala vió claramente por medio segundo, casi un parpadeo, el mismo armario de roble enfrente de su cama totalmente limpio, y aunque las luces de su cuarto ya estaban apagadas, desde la sala sabía que esa silueta a oscuras era la de un armario. Pero ya era tarde, el cansancio y la falta de luz siempre nos juegan bromas, pensó él.

Una vez era coincidencia, la segunda vez empezó a alarmarlo, pero la tercera vez en una semana ya es algo de que preocuparse seriamente. Aún sin creer en lo paranormal, enfadado, Jorge apagó todas las luces de su departamento, encerrándose en su cuarto sentado en el centro de su cama. Solamente la luz que lograba atravesar las cortinas de su ventana en la media noche lo acompañaban mientras parpadeaba en periodos largos, esperando ver si el armario aparecería en algún momento.

El juego empezó a cansarlo, despreocupado, se recostó en su cama mientras respirada tranquilamente , conforme empezaba a dormirse la respiración se comprimía, como si en vez de estar en una habitación, el espacio se limitaba cada vez más, al punto en el que, aún medio despierto, Jorge sentía que respiraba como si estuviera dentro de una caja, a pesar de eso, cayó dormido en un instante.

Cuando quería estirar sus piernas mientras abría los ojos algo lo  detenía, al levantarse se golpeó la cabeza con algo que no veía, ya no había luz, solamente sus respiros que se volvían más rápidos conforme se daba cuenta que lo que tocaba alrededor se sentía a madera de roble. 

Jorge estaba desesperado por salir pero era como si sus golpes y gritos no fueran escuchados por nadie, solamente se podía sentir una corriente de aire por la puerta del armario en el que estaba dentro, y al observar hacia afuera por una pequeña abertura vió la misma casa en la que encontró el armario, con una que otra persona tomando fotos alrededor en un recorrido sin que nadie notará ningún golpe o ruido saliendo del armario.