𝘚𝘰𝘳𝘱𝘳𝘦𝘴𝘢𝘴 𝘺 𝘮á𝘴 𝘴𝘰𝘳𝘱𝘳𝘦𝘴𝘢𝘴

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❝ Su alma parecía llamarme e invitarme a quedarme a su lado por el resto de mi vida y la siguientes, y sinceramente, yo solo podía decirle una y otra vez que si

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❝ Su alma parecía llamarme e invitarme a quedarme a su lado por el resto de mi vida y la siguientes, y sinceramente, yo solo podía decirle una y otra vez que si. ❞
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Someone To You

Hubo demasiadas despedidas.

Aquella noche vi usar por primera vez en cuerpos reales las mortajas del campamento; algo que no deseaba volver a presenciar.

Entre los muertos se hallaba Lee Fletcher, de la cabaña de Apolo, que había caído bajo la porra de un gigante. Lo envolvieron en un sudario dorado sin ningún adorno. El hijo de Dioniso que había sucumbido luchando con un mestizo enemigo fue amortajado con un sudario morado oscuro, con un bordado de viñas. Se llamaba Castor. Me sentía avergonzado porque lo había visto por el campamento durante tres años y ni siquiera me había molestado en aprenderme su nombre. Tenía diecisiete años. Su hermano gemelo, Pólux, trató de pronunciar unas palabras, pero la voz se le estranguló y tomó la antorcha sin más. Encendió la pira funeraria situada en el centro del anfiteatro y, en unos segundos, el fuego se tragó la hilera de mortajas mientras las chispas y el humo se elevaban al cielo.

— D-Debí ser más rápida — Dijo entre sollozos la hermosa rubia que se mantenía a mi lado — Si t-tan solo yo...

La tomé entre mis brazos tratando de calmarla. Se aferro a mi camiseta tratando de callar sus sollozos que parecían apuñalarme cada vez más. La entendía, incluso yo tuve la oportunidad de salvar a muchos y aun así no lo había logrado.

— Lo vengaste — Le dije dando un pequeño beso a su cabeza — Vengaste su muerte, Helena... Estoy seguro que Castor estaría agradecido contigo...

Nos pasamos el día siguiente atendiendo a los heridos, que eran prácticamente todos los campistas. Los sátiros y las dríadas se afanaron en reparar los daños causados al bosque.

Helena en un punto llegó a su límite y se desmayo, ninguno se opuso en dejarla descansar.

A mediodía, el Consejo de Sabios Ungulados celebró una sesión de urgencia en su arboleda sagrada. Estaban presentes los tres viejos sátiros y también Quirón, que había adoptado su forma con silla de ruedas. Se le estaba soldando el hueso de la pata que se había roto y tendría que permanecer unos meses así, hasta que se le curase y pudiera soportar otra vez su peso. La arboleda estaba atestada de sátiros, de dríadas e incluso de náyades que habían salido del agua, todos ellos —eran centenares— ansiosos por oír lo que había sucedido. Enebro, Annabeth, Brigid, Helena y yo permanecimos junto a Grover.

Sileno quería desterrarlo inmediatamente, pero Quirón lo persuadió para que al menos oyera los testimonios primero. Así pues, le contamos a todo el mundo lo ocurrido en la cueva de cristal y lo que nos había dicho Pan. Luego, numerosos testigos presentes en la batalla describieron el extraño sonido que Grover había emitido, provocando la retirada del ejército del titán.

𝑹𝒆𝒃𝒐𝒐𝒕; Percy Jackson ✔️ [#2] Where stories live. Discover now