𝘜𝘯𝘢 𝘣𝘦𝘯𝘥𝘪𝘤𝘪ó𝘯

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Antes de irme había decidido visitar a una vieja amiga a la cual adoraba.

La Señorita O'Leary me vio antes de que yo la viera a ella, lo cual tenía su guasa, considerando que es del tamaño de un pinche camión, pero eso sí, de los camiones caros. Entré en el ruedo de arena y un muro de oscuridad se me vino encima.

—¡Guau!

Cuando quise darme cuenta, me encontraba tirada en el suelo con una pezuña gigante en el pecho y una lengua enorme y rasposa como un estropajo lamiéndome la cara.

—¡Uf! —resoplé sintiendome indefensa ante aquella perrita —. Qué tal, bonita. Yo también me alegro de verte. ¡Ay!

Me costó unos minutos calmarla y quitármela de encima. Para entonces ya estaba empapada de babas. Ella quería jugar, así que tomé un escudo de bronce y lo lancé a la otra punta del ruedo.

La Señorita O'Leary era de Percy, aunque aveces parecía ser más de los dos debido a que siempre que estábamos con ella los dos salíamos a pasear. Percy la dejaba en el campamento y Beckendorf... bueno, Beckendorf solía cuidar de ella cuando no estaba fuera. Él había forjado el hueso de bronce que más le gustaba y que se pasaba todo el tiempo mascando. También le había hecho un collar y en la etiqueta había puesto un icono sonriente amarillo —en vez de la calavera— entre dos tibias cruzadas.

Pensar en todo aquello me entristecía de nuevo, pero le lancé una cuantas veces más el escudo porque ella insistía hasta que cierta persona atrapó el escudo como si nada.

— Al parecer tuvimos la misma idea... — Me dijo Percy de forma tímida.

Yo asentí bastante divertida con la situación, ya era la segunda vez que nos pasaba lo mismo, peleábamos y nos terminábamos encontrando en la arena para jugar con la Señorita O'Leary.

— Que gran Coincidencia ¿No? — Me volvió a decir lanzandole el escudo a la canina para que lo atrapara.

— Las coincidencias no existen — Conteste. Él me miró no muy seguro de la veracidad de mis palabras — Pero... Esta vez creo que puede ser posible.

Percy camino hasta quedar a mi lado. No pude evitar sentirme culpable al ver su mejilla herida con unas cuantas gasas cubriendole, tenía la cara inchada por la tremenda cachetada que le había dado. Al ver lo que yo veía sus mejillas se tornaron rojas claramente nervioso.

— Me lo merecía, así que no te sientas culpable — Me dijo antes de que yo pudiera disculparme — Me hizo entrar en razón, creo que debo de agradecerte por ello.

— No seas idiota — Di un pequeño golpecito en su pecho mientras negaba — No tienes que agradecerme por lastimarte, Percy... Lo que hice no estuvo bien — Hable.

𝑹𝒆𝒃𝒐𝒐𝒕; Percy Jackson ✔️ [#2] Where stories live. Discover now