𝘜𝘯𝘢 𝘱𝘳𝘰𝘮𝘦𝘴𝘢 𝘧𝘢𝘭𝘭𝘪𝘥𝘢

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───────────────Munn/I Lost Myself

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Munn/I Lost Myself

Hasta ese momento estaba pasando una tarde perfecta. Oficialmente se suponía que no podía conducir, porque no cumpliría los dieciséis hasta la semana siguiente, pero mi madre y mi padrastro, Paul, nos llevaron a Helena (que le costó montones encontrarse un tiempo para descansar) , a nuestra amiga Rachel y a mí a una playa privada de la costa sur, y Paul nos dejó dar una vuelta con su Toyota Prius.

Vale, ya sé lo que estás pensando: «Hala, menuda irresponsabilidad de su parte, bla, bla, bla» , pero la verdad es que a estas alturas Paul me conoce bastante bien. Me ha visto cortar en rodajas a varios demonios y escapar de un colegio en llamas, así que debió de suponer que conducir un coche unos centenares de metros no era lo más peligroso que había hecho en mi vida.

Bueno, el caso es que Rachel, Helena y yo íbamos en el coche. Era un caluroso día de agosto. Rachel se había recogido su cabello pelirrojo en una coleta y llevaba una blusa blanca sobre el traje de baño. Helena en cambio mantenía su cabello atado en una tren a que le caía por el hombro, encima de su traje de baño llevaba una camisa de su padre que se había traído por accidente que era dos veces su tamaño.

Y aun así brillaba más que un millón de dracmas juntas frente al sol.

—¡Para ahí! —me dijo de pronto.

Lo hice junto a un acantilado que se asomaba al Atlántico. El mar es siempre uno de mis lugares predilectos, pero aquel día estaba especialmente bonito: verde reluciente y liso como un cristal, como si mi padre lo mantuviera en calma para nosotros.

—Bueno. —Rachel me sonrió acercándose junto a Helena de los asientos traseros —. ¿Qué me dices de la invitación?

—Ah... sí. —Procuré sonar entusiasmado.

Helena trató de ocultar una mueca, pero claramente no le salió.

La cuestión era que nos había invitado a pasar tres días en la casa de verano que su familia tiene en la isla de Saint Thomas. No es que yo reciba muchas invitaciones parecidas. La idea que tenemos en mi casa de unas vacaciones de lujo se reduce a un fin de semana en una cabaña desvencijada de Long Island con unas cuantas películas alquiladas y un par de pizzas congeladas, mientras que los padres de Rachel me estaban proponiendo que fuera con ellos al Caribe, nada menos.

Además, yo necesitaba con urgencia unas vacaciones. Aquel verano había sido el más duro de mi vida, así que la idea de tomarme un respiro, aunque sólo fuera de unos días, resultaba muy tentadora.

Helena incluso me había insistido en aceptar ya que esta era la oportunidad perfecta para descansar de tanta destrucción y muerte. Incluso aún brillando como ahorra, se le podía notar cansada y en contante alerta.

𝑹𝒆𝒃𝒐𝒐𝒕; Percy Jackson ✔️ [#2] Where stories live. Discover now