Capítulo 28.

196 21 4
                                    

Corrí deprisa hacia la estación de policía por suerte mi padre me había dejado una nota con una explicación muy clara de cómo llegar ahí, y pues aquí estoy, estaba exhausta, corrí mucho, definitivamente tendría que pedirle a mi padre que me enseñara a conducir.

Al llegar, había un grupo de policías, le pregunte a uno de ellos por mi padre, este me enseño el camino hacia su oficina. Mi padre se encontraba hablando por teléfono, este al verme me sonríe y me hace un gesto con la mano para que me sentara.

Después de unos minutos ha colgado. –Dime, ¿Qué me has traído?

Saco el almuerzo de mi bolso. –Un delicioso pollo guisado con patatas y jugo de mango.

Este sonríe como si de un niño se tratase. -¡Delicioso! No sé qué haría sin ti cariño.

Le sonrió. Después de hablar con él por un rato, le he dado un beso y me he despedido de él.

-Creo que hoy llegare temprano, prepara palomitas, veremos una película.

-Si oficial.

Y salí de la estación.

Las palomitas se habían acabado así que me dirige hacia la tienda por mas, al comprarlas camine hacia la parada más cerca, cuando me dirigía hacia allá un cuadro llamo mi atención. Estaba afuera de una tienda llamas Bellas Artes, era el cuadro que estaba pintado en la cafetería, pero un poco más grande y en la esquina derecha estaban unas iniciales GB.

-¿GB? ¡Oh, es Guillermo!

-Me alegra que te acuerdes de mí.

Al darme la vuelta Guillermo estaba parado frente a mí, llevaba su cabello rubio en un perfecto peinado, a la luz del sol sus ojos se veían más azules, llevaba un delantal encima y estaba cubierto de pintura.

Me rió. -¿Ya has notado que tienes pintura por todos lados?

Guillermo se mira y lleva su mano hacia su cabello apenado. –Disculpa, estaba pintando.

-¿Ah sí? ¿Está en tu tienda? –Pregunto.

-Sí, puedes pasar si quieres, eres bienvenida. –Dice con una agradable sonrisa.

-¡Me encantaría! –Digo con emoción.

Este abre la puerta de la tienda y me hace un gesto con la mano como un caballero. –Bienvenida mademoiselle.

-Oh, merci Monsieur. –Digo con una sonrisa.

Al entrar me he fijado en el lugar, era realmente hermoso, había cuadros realmente impactantes y hermosos.

-Guillermo, es increíble.

-Gracias, ¿Quieres ver en lo que estaba trabajando?

-Sería un placer.

Lo seguí hacia más adentro de la tienda, era como un pequeño estudio lleno de pinturas, había pinceles y pinturas por donde mirase.

-Por favor, observe. –Retira una pequeña funda blanca sobre un atril de madera.

Era un bonito paisaje, había muchos pájaros de diversos colores, la verdad era una pintura hermosa.

-Te ha quedado hermosa, digno de un verdadero artista. –Le digo mostrándole mis pulgares en gesto de bien.

Este me sonríe tímidamente. –Me alegro que te haya gustado.

-¿Qué significa esa pintura? –Le pregunto.

-Significa libertad, la libertad que sienten los pájaros a desplegar sus alas, volar por los cielos, sentirse libres.

-Me encanta.

-Me alegro mucho. –Guillermo me mira con atención. –Rose, ¿Puedo pedirte algo?

Lo miro curiosa. -¿Dime?

-Tal vez suene raro pero, -Me sonríe. –Me pareces muy linda en verdad, ¿Puedo pintarte?

Me sonrojo. -¿Pintarme? No sé si soy digna para que lo hagas.

-Al contrario, me sentirá muy feliz si me dejaras hacerlo, en serio que tu belleza merece ser reflejada.

Le sonrió, sé que debo de estar más roja que un tomate. –Vale, con una condición.

Guillermo levanta una ceja divertido. -¿Cuál?

-Que me vendas unas de tus pinturas.

Sonríe. –Por ti señorita, voy a regalarte dos, este que veo que te ha gustado tanto y tu retrato.

-Me parece muy bien.

-Excelente. –Me toma de los hombros para sentarme en una silla frente a él, luego toma su paleta y un pincel. –Ahora linda, no te muevas, ah y por favor, sonríe, es algo que me gusta mucho de ti.

Me sonrojo, pero me he quedado quieta hasta que terminase de pintar.

Después de un buen rato al fin ha terminado.

-Listo, puedes ver con tus propios ojos.

Me he levantado y me he parado junto a él, observo con atención el retrato, ¿Esa era realmente yo? Había quedado hermoso, pinto con mucho detalle mis cabellos, como si incluso se moviese en la pintura, mis ojos eran intensos y había pintado mis mejillas sonrojadas, pero lo que más me gusto fue los detalles que utilizo en mi sonrisa, me veía realmente feliz en esa pintura.

-Guillermo, eres increíble.

-Lo sé. –Me sonríe. –Pero antes de que te lo lleves a casa quiero que cada vez que veas tu retrato me recuerdes. –Toma un pequeño bolígrafo y al final en la esquina derecha escribió sus iniciales, GB.

-Créeme que serás imposible de olvidar.

-Eso es lo bueno de las pinturas, quedan plasmadas en tu mente, a veces incluso en tu corazón.

-Entonces te llevare siempre en mi mente y en mi corazón.

Guillermo me mira con un brillo especial en sus ojos.

-Digo, referente a la pintura claro.

Se ríe, tenía una risa contagiosa. –Creo que a mí nunca se me olvidara tu rostro. –Guillermo lleva su mano hacia mi barbilla y deposita un dulce beso en la comisura de mis labios. –Belle.

Intense.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora