•LA LLAMADA•

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Capitulo 3:

-Lucas-

Después de llegar a la habitación, me tumbe en la cama directamente, incumpliendo así una parte de mi estricto horario, la cena. 

Pero no tenia hambre, las emociones que experimente esa noche me habían saturado por completo, y lo único que me apetecía en esos momentos era descansar.

-Buenas noches fiera, no te toques pensando en la camarera.
Exclamo Mario riendo a carcajadas antes de apagar la luz.

-Dulces sueños a ti también Mario.

No se si seria el cansancio de ese día, o el exceso de alcohol, pero esa noche dormí como un tronco.

************

-¡JODER, OTRA PUTA VEZ, MIERDA! ¡DE ESTA ME EXPULSAN!-Los gritos de un Mario muy alterado, me sacaron de mi estado de sueño total  -¡MIERDA! LUCAS, LUCAS, DESPIERTA JODER.

-¿Que pasa Mario?
Dije con la boca pastosa y la visión nublada.

-¡Lucas! ¡Son las once y media! 
Contesto el mientras se vestía a toda prisa.

-Ja, ja, casi cuela Mario, te olvidas de que tengo despertador. 

Cogí mi móvil sin preocupación, y mi cara se transformo cuando descubrí que las 11:30 adornaban con gracia la pantalla de mi teléfono.

-¿QUE?
Brame mientras miraba anonadado mi teléfono ¿Como podía ser eso posibles? el despertador no había sonado ¿O es que me había olvidado de ponerlo?

Me levante de un salto, no me daba tiempo de desayunar ni mucho menos de ducharme.

-¡Joder, joder, joder!
mascullaba mientras me vestía con lo primero que encontré en el armario y metía todos los libros en la mochila, sin ni siquiera saber con exactitud cuales estaba metiendo.

Esa sensación de angustia también era nueva para mi, nunca antes me había sentido así, y no me gustaba para nada.

Apenas unos segundos mas tarde, Mario y yo salimos disparados hacia clase. Atravesamos como gacelas el campus, y un jardinero que merodeaba por allí, rió a carcajadas limpias al vernos a los dos correr tan desesperados, lo cual me fastidio bastante, y me puse de mal humor, a mi, el chico que siempre veía la parte positiva en todo.

Algo en mi estaba cambiando.

Entramos en el aula agachando la cabeza y recibiendo el sermón con toda la dignidad posible.

-No me esperaba esto de usted, señor Murphy, del vago sin remedio que tiene por compañero de habitación si, pero de usted no, me entristece ver que este empezando a seguir su mal rumbo, con lo bien que empezó -Espeto el profesor mas enfadado y decepcionado de lo que nunca antes lo había visto -Murphy siéntese, Pepers, a la sala de expulsados, ya le dije que era la ultima vez que llegaba tarde a una de mis clases, a la próxima le suspendo el curso entero.

-Oye, usted no puede hacer eso.
Inquirió Mario desafiante.

-Oohh claro que puedo, mejor no me ponga a prueba, porque le aseguro que no es lo único que puedo hacer, y ahora, ¡Largo de mi vista!

Me senté rápidamente en mi pupitre mientras veía a Mario irse furioso del aula.

Las horas fueron pasando y mi barriga rujía hambrienta rogando algún bocado.

Me diriji hacia la cafetería a la hora de comer, y aunque ese día si estaban los chicos del club de ajedrez, preferí sentarme solo, el mal humor que llevaba acumulado, no me permitiría estar hablando de estrategias, alfiles, caballos, torres y peones.

Masticaba mi almuerzo frustrado y sin ganas, este día estaba siendo una mierda, una gran y magnifica mierda. El profesor de economía jamas volvería a mirarme con esa ilusión y confianza del primer día y eso me entristecía.

Quería echarle la culpa a Mario para, así sentirme mejor con migo mismo, pero fui yo quien acepto aun sabiendo las consecuencias, y también fui yo quien se olvido de poner la alarma.

-Ese viejo amargado va a arruinarme el semestre.
Comento Mario sentándose a mi lado.

-¿A ti no te habían expulsado?
Le pregunte de mala gana.

-Solo la primera hora.

Seguí comiendo sin dirijirle la mirada, no estaba enfadado con el pero no quería pagar mi mal humor con nadie.

-¿Y a ti que te pasa? que yo sepa solo me han expulsado a mi.

-He decepcionado al señor Brown.

-Tu no has decepcionado a nadie Lucas, solo has llegado tarde a una clase, no hagas caso a ese viejo alterado, estaba enfadado conmigo y lo descargo con los dos.

Mario seguía sorprendiéndome día tras día, realmente el era capaz de empatizar con las personas e incluso de animarlas, esas palabras que prenuncio tan sinceramente era justo lo que necesitaba oír en ese momento.

-Gracias.
Pronuncie en un tono afable y sintiéndome verdaderamente agradecido.

Pasamos toda la restante hora del almuerzo hablando de cosas banales, y aprovechamos para conocernos un poco mas.

Descubrí que Mario tiene un hermano pequeño llamado Isaac, también me confeso el odio y el rencor que le tiene a sus padres. Según me contó, el estaba aquí por obligación de estos, siempre tubo que hacer lo que sus padres le impusieron, sin el poder objetar nada.

Después de comer me fui a la habitación mucho mas alegre, Mario se fue a "estudiar" con una amiga.

Así que me encontraba solo lo cual no me molestaba, antes de ponerme a estudiar un rato decidí recoger la ropa que deje tirada en el suelo por las prisas.

Hiba a poner los pantalones en el cesto de la ropa sucia cuando descubrí en estos un pequeño papel guardado en uno de los bolsillos.

La camarera sonriente apareció en mi mente cuando divise el numero de teléfono escrito en el papel.

Al instante me sonroje al recordar lo sucedido esa noche ¿Que debía hacer ahora? ¿Llamarla? ni siquiera sabia su nombre.

Después de pensarlo muy bien arrugue el papel y lo lance a la basura, contactar con la chica solo me proporcionaría mas distracciones innecesarias, que en ese momento no necesitaba.

Cuando terminara la universidad ya tendría tiempo de pensar en chicas, por el momento debía recuperar la confianza del señor Brown.

Al terminar de repasar y de leer por quinta vez "Cumbres borrascosas" me duche, cene y programe la alarma para luego recostarme en la cama, al poco rato Mario llego a la habitación.

**********

El estridente tono de llamada de mi teléfono me aparto de los brazos de Morfeo, despertándome al instante ¿Que hora era?

El pequeño reloj digital encima de mi mesita, marcaba las 2:30 de la madrugada.

¿Quien demonios me llamaba a esas hora? ¿A caso le había pasado algo a mi madre?

Asustado cogí el teléfono rápidamente, sin ni siquiera fijarme en el numero marcado en la pantalla de este.

-¿Si? -Pregunte con el corazón en la boca-¿Quien es?

- Hola Lucas, esperaba que me llamases.

Mi cabeza se descoloco al reconocer la voz de la joven y sonriente camarera al otro lado de la linea.

¿Como demonios había descubierto mi numero de teléfono?

Espera...

¿Como sabia mi nombre?

Escribiendo música en su piel ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora