Capítulo 39

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Miro mi atuendo por última vez y una sonrisa se posa sobre mis labios.

Cubro mis ojos con la mitad de una máscara de gato con toques dorado que Tajteh consiguió para completar mis vestuario y no puedo evitar esbozar una sonrisa.

Llevo un vestido que deja al descubierto mi piel dorada por mi trabajo en el jardín que deja al descubierto la tela que solo cubre mis senos y deja al descubierto lo que hay más abajo de él hasta mi cadera con un broche entre mis pechos con el ojo de Horus grabado.

De mis caderas cae una falda vaporosa de gasa blanca con el fondo gris con algunos pliegues acarreados a los brazaletes que se encuentran en mis antebrazos convirtiéndolo en una suave cascada. A este le sumamos un cinturón con largas tiras doradas que se ajustan a cintura y caen entre mis piernas y unas sandalias doradas terminan mi vestuario.

—Si no te das prisa, tu hermana llegará antes que tú —me apresura Tajteh acariciando mi mejilla con cariño—. Estás hermosa, mi niña. En verdad pareces una diosa.

—No lo hubiese logrado sin ti —le aseguro dándole un beso en la frente—. Muy bien, es hora de arrastrar a mi hermana a su fiesta.

Mientras camino entre los pasillos recibo varias ovaciones por parte de las chicas del servicio y cuando toco a la puerta de mi hermana y esta me abre, mi boca se seca.

—¡Maat, estás bellísima! —exclamó quitándome la máscara y poniéndola sobre mi cabello sin arruinar nada por el camino—. Estás..., hermosa.

—¿No crees que es demasiado? —me pregunta pero niego rápidamente mientras veo la diadema que está sobre su frente y hace que las joyas se esparzan a su alrededor como una red sobre su cabello.

El vestido es del azul más profundo pero ahí, pequeñas y discretas en hilo de plata veo un millar de estrellas grabadas sobre la tela.

—Estás preciosa —le aseguro y veo como sus mejillas se ponen coloradas.

—Tú no te quedas para nada atrás —me elogia y le ayudo a terminar los últimos toques que casi no es nada—. Oh, Tisza, estoy muy nerviosa.

—¿Por qué? ¿Algo interesante que vaya a suceder y yo no me he enterado? —le pregunto a modo de broma pero me detengo al ver que su expresión no cambia—. Hey, todo va a estar bien, te lo aseguro. Ahora, debemos irnos. Sé que una reina nunca llega tarde, pero dudo mucho que tus invitados lo vean así. Así que, vamos.

Y con estas palabras de aliento y una enorme sonrisa, comenzamos a caminar hacia la salida.

Esta fiesta será fenomenal.

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El pergamino de Tisza. [J.R. 2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora