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Rosa abrazo de la espalda de Félix. El sol se había ocultado y con este había llegado la obscuridad.

— ¿Que tienes?— le pregunto mientras se despegaba de él.

— Hablé con Rafa.

— ¿Así, Y en donde está?— ella tomó el cigarro que Félix tenía en sus manos y le dio una calada bajo la mirada de él.

— En Costa Rica— su vista no dejaba a la morena— lo van a agarrar.

Rosa soltó el humo de su boca para después mirar al suelo.

— Tenía que hacerlo, mija— tomó nuevamente el cigarro— si no todo esto iba a seguir más y más.

— Entiendo Félix.— sonrió ligeramente— esto lo haces para protegernos, confío en ti.

— Ey.— respondió antes de acercarse a la mujer y besarla.

Después de romper el beso, Félix la envolvió entre sus brazos bajo la luz de la luna.

— Me voy a tener que ir.— Informó Félix.

— ¿Por que no puedes quedarte aquí?— pregunto ella.— Nadie sabe de este lugar.

— Los putos gringos me andan buscando por todos lados, todavía no saben mucho de ti y si te ven conmigo va a valer madre todo.

— ¿A donde te vas a ir?.

— Todavía no se, mija.— Félix soltó el humo de su cigarro antes de continuar— pero no será mucho tiempo.

— ¿Cuando te vas?.

— Mañana en la mañana.

— Entonces podemos aprovechar ese tiempo.

Rosa jalo la mano de Félix hacia el interior de la casa.

...

Felix observaba la silueta de Rosa delante la ventana. Apenas el sol comenzaría a salir y algunas horas faltaban antes de que el tuviera que irse.

El amaba la forma en que el sol envolvía su cuerpo, como si fuera un vestido tejido con los rayos de luz. El amaba la forma en la que ella siempre estaba cerca de él, le encantaba la forma en que sostenían sus manos mientras caminaban por los terrenos del rancho y la antigua casa de Rosa.

Como los ojos de rosa brillaban con esperanza, como si fueran unos diamantes extraídos de la tierra y pulidos por primera vez.

Amaba su curiosidad, y como era lo suficientemente cuidadosa para tener el control de todo. Félix no sólo amaba esas cualidades, la amaba a ella.

El único problema eran sus profesiones.

Félix sabía lo afortunado que era el por tener a una mujer como ella a su lado. Siempre tan atenta sobre el, siempre ayudándolo a mejorarse a sí mismo y siempre viendo por el bien del negocio.

El sentía que le debía el mundo a aquella mujer. Sin ella presente nunca hiciera podido lograr lo que ahora mismo tiempo, e incluso en las situaciones que ella no estaba presente, todo parecía salir mal.

Félix la necesitaba con el, y no sólo era una necesidad carnal. El quería estar con ella y ella con el, pero esta situación estaba por encima de los dos.

— ¿Cuando volveré a verte?— La voz de Rosa rompió los pensamientos de Félix.

— No se, mija— suspiró cansado— cuando todo esto pase yo voy a venir a buscarte.

El se levantó de la cama y la abrazó por la espalda. Escondió su rostro en el delgado cuello de la mujer y lo besó.

— todo va a estar bien.— Acarició su cintura— cuando todo esto acabe vas a poder regresar a soltar chingazos como siempre.

𝐌𝐮𝐧̃𝐞𝐜𝐚 || Narcos Mexico Where stories live. Discover now